Espiritualidad para el siglo XXI (Tercer ciclo). Programa 19: Palabras para el amor que termina.

lunes, 10 de agosto de 2009
image_pdfimage_print
[Slideshow "espiritualidad-para-el-siglo-xxi-tercer-ciclo-programa-19-palabras-para-el-amor-que-termina-slider" no encontrado]

Texto 1:

El amor mucho no se puede explicar. En verdad, casi nada. El que lo intenta resulta un torpe y un necio. Los hombres y los siglos de todos los tiempos lo han intentado y lo seguiremos intentando. Las ciencias y las artes lo han abordado de diversas maneras. Siempre se nos escapa. Parece que lo tuviéramos en la mano y después caemos en la cuenta de que aún no entendemos demasiado. No se puede racionalizar, ni clasificar, ni encuadrar.
 
Continuamente es debate de la filosofía, la psicología, la sociología; la misma teología se ocupa de él incluso lo identifica con Dios mismo o lo hace la virtud más excelsa llamándolo “caridad”. Las artes todas le han presentado su rendido homenaje: las letras inmemoriales y las actuales; la pintura, la música, la escultura y hasta la arquitectura. El amor ha sido y seguirá siendo fuente de inspiración, material para ciencias y artes.

El amor puede ser tomado en varios registros. Puede ser considerado desde la psicología como un un proceso de madurez, crecimiento o autorrealización, también como un sentimiento, una emoción, una actitud, una fuerza instintiva, una pulsión, una energía; o puede ser abordado por la sociología como un fenómeno de mutua acción interpersonal; o por la filosofía como una búsqueda del sentido total de la vida y su designio trascendente o por la teología como uno de los nombres que lleva nada menos que Dios o puede ser contemplado por esa comunicación inmerecida que nos hace Dios que llamamos gracia o puede ser también asociada a las denominadas virtudes teologales, especialmente la más excelente: la caridad.

En fin, el amor puede ser abordado desde varios registros. Todos dicen algo de se esencia y de su obrar pero ninguno lo agota, ni tampoco da una explicación totalmente acabada en sí misma.

Todos los hombres, de todos los tiempos, todas las ciencias, las de ayer y las de hoy, y todas las artes, pueden decir algo del amor para luego quedarse mudos contemplando aquello que escapa a toda palabra y se resguarda en el silencio. 

El amor no puede ser dicho, ni puede ser razonado. Sólo puede ser evidenciado. Puede ser sentido, vivido y experimentado. Y a pesar de que las palabras no alcancen, o las ideas se queden cortas, el ser humano siempre se sentirá atraído a indagar en la naturaleza, harto misteriosa y fascinante, del amor. También nosotros intentamos decir palabras para decir del amor, tal vez, nada.

Tanto el amor que madura y se consolida, como aquél que agoniza y termina no encuentra muchas palabras para entenderse a sí mismo. Muchas veces el amor es un silencio compartido, ya sea cuando es un silencio pleno de resonancias o cuando se convierte en un silencio mudo y roto que lastima.

Texto 2:

El lenguaje más respetuoso del amor es aquél que resulta más sugerente, más aproximado. El que insinúa, el que esboza sólo algunas líneas. El lenguaje estético, el más simbólico es el mejor para pronunciar algo del amor. No decimos para “hablar” del amor sino para “pronunciar” ya que la pronunciación puede ser hecha tanto por la palabra como por el silencio. Hay palabras mudas y hay silencios elocuentes. No todo puede decirse porque hay realidades que se pronuncian sin palabras: Dios, el amor, el sufrimiento, la muerte, la amistad son realidades que escapan a toda palabra.

Tal vez la palabra poética sea, dentro de las palabras humanas, la que pueda acercarse mejor al lenguaje del amor. Lenguaje que no todos conocen, ni descifran, que no todos entienden o practican.

La poesía intenta aproximarse a la realidad como tocando la delicadeza de un fino cristal. La belleza es delic