02/03/2021 – En este Viernes Santo, en el que Jesús entrega su vida por amor a los hombres, en ‘Historias de santidad” traemos la figura de nuestros mártires, aquellos que también derramaron su sangre por su fe en Jesús siendo testigos contemporáneos del Evangelio hasta sus últimas consecuencias.
Compartimos hoy la historia, obra y entrega de nuestros beatos, los cuatro mártires Monseñor Enrique Angelelli, el laico Wenceslao Pedernera, y los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos De Dios Murias, que dieron su vida en fidelidad a su opción en la lucha por la justicia y la vida en abundancia de los más pobres y olvidados.
Nos acompañó en el programa Fray Martín Bitzer, sacerdote franciscano conventual y Vicepostulador de la causa de Beatificación de los Mártires.
El padre Bitzer nos presentó la figura de este grupo de mártires que estuvieron unidos por un mismo proyecto pastoral y vivieron la misma persecución, y lo hizo desde tres aspectos que ellos vivieron: el estupor, la gratitud y la gratuidad.
“El Papa Francisco en la Homilía del Domingo de Ramos nos habló de la necesidad de recuperar el sentido del estupor ante el misterio de Cristo crucificado y nos invita a pasar de la admiración al asombro. El estupor significa estar abierto a la realidad del otro y dejarse interpelar”.
Estas palabras nos ayudan a comprender cómo nuestros beatos mártires fueron sensibles con las cosas de Dios y las cosas de los hombres. Una capacidad de asombro ante la realidad que les tocaba vivir a tantos hermanos, como señala el Concilio Vaticano II, en Gaudium et spes: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”.
Ellos tuvieron la capacidad de asombrarse frente al misterio de Dios y también de llenarse de estupor, tener sensibilidad por las realidades humanas y hacerlas propias. Es el gran desafío de la Iglesia de hoy: que estos gozos, esperanzas, tristezas y angustias que hoy vivimos, sobre todo los pobres y humillados, sean también las nuestras”.
“¿Cómo Monseñor Angelelli expresaba el estupor antes las cosas de Dios? Su sobrina cuenta que él se retiraba dentro de la casa a rezar y lo veía en una actitud de contemplación y meditación . Lo mismo los sacerdotes Gabriel y Carlos que aprovechaban la geografía de La Rioja y tenían sus momentos para dejarse interpelar por los misterios de Dios a través de la naturaleza. Y ni qué hablar de Wenceslao en su trabajo como campesino: él disfrutaba sembrando la tierra y lo lindo es que no la quería solamente para él, sino para compartir con la gente que pudiera ver la tierra crecer, gracias al esfuerzo de todos”.
“Del estupor nace la gratitud. No hay nada más triste que una persona desagradecida. El no ser agradecidos es un signo de soberbia porque no reconocemos el don recibido ni a la persona que nos dio ese don.
En medio de tanto sufrimiento los mártires no perdieron la alegría y esto es un signo de la gratitud”.
“Después de experimentar el estupor y el agradecimiento por todo lo que Dios hace por nosotros no puede sino nacer la donación de nosotros mismos”.
“La gratuidad es la donación de uno mismo. Esta donación se da también en el martirio de todos los días, en la entrega de cada día de aquellos que, habiendo comprendido la donación total de Dios, buscan devolver tanto amor. La donación se traducen en las obras. Así los mártires llevaron adelante su proyecto pastoral”
El padre Martín Bitzer es fraile franciscano conventual y nos acompañó en el programa
Para conocer más acerca del testimonio de los mártires riojanos podés ingresar aquí y acceder al ciclo completo que, en ocasión de su beatificación, compartimos en Radio María.
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