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Jesús está vivo
jueves, 12 de abril de 2007
Los discípulos que retomaron de Emaús a Jerusalén. Contaron lo que les había pasado en el camino y como habían reconocido a Jesús al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos, y les dijo:- La Paz esté con ustedes. Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu. Pero Jesús les preguntó;-¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró sus manos y también sus pies. Y era tal la alegría y la admiración de los discípulos que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó:- ¿Tienen aquí algo para comer? Ellos le presentaron un trozo de pescado asado. Él lo tomó y lo comió delante de todos. Después les dijo:- Cuando todavía estaba con ustedes yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mi en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces le abrió la inteligencia para que pudieran comprender las escrituras. Y añadió:- Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día: y comenzando por Jerusalén en su nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.
Lucas 24, 35 – 48
Jesús del alma mía, que activo estás a poco de resucitar!!! No quieres perder el tiempo ciertamente, y te pones a reconfortar a los tuyos. Ya sea junto al sepulcro, camino de Emaús, o ahora en medio de todos. Nosotros escondidos y desconcertados, por el espanto del viernes y del sábado. Nuestro fracaso. Tanto habíamos confiado en vos. Y allí tienen la muestra patente donde estaba el fracaso, la muestra patente del primer proyecto divino: cuando al comienzo del tiempo tu Padre, Nuestro Padre creó los cielos y la Tierra. Ahora podrían afirmar a boca llena que aquello se había cumplido y cómo. Porque allí estabas Tú lleno de esa vida nueva y contagiosa, renovadora y vivificante. Ayúdanos Jesús para que nuestras misas tengan el color y el calor de aquella tarde del cenáculo. Y podamos tocarte en tu sacramento. Y luego servirte también en los prójimos. A los que debemos hacer partícipes de tanta fiesta. Amén.
Este tiempo de la Pascua, para los cristianos y para las personas de buena voluntad, todo es posible. Porque ni siquiera no sólo se es cristiano por la gracia de Dios, sino que también por la Gracia y la Misericordia de Dios se es capaz también de tener buena voluntad. Esto no quiere decir, que sea incapaz el hombre de algo bueno sino que el hombre es capaz de algo bueno. Pero de algo mucho más bueno de lo que podría apetecer y lograr de bueno por sí mismo.
Justamente la experiencia de Jesús Vivo es la experiencia fundante de nuestra esperanza, de nuestro gozo.
Es la razón por la cual nos levantamos en esta mañana para mirar a Dios y a la gente al rostro, a la cara, para amar nuestro trabajo, para hacer nuestra tarea.
Los discípulos retornaban de Emaús, dice la Palabra. Ese camino lleno de misterio, lleno de dolor e insatisfacción. Emaús es el camino donde se junta lo dulce y lo amargo, la noche y el día, las tinieblas y la luz, se abrazan para ser sorprendidas la oscuridad del hombre con la presencia viviente de Jesús. Emaús es el camino, que es Dios. Ese camino tiene la impresión de ser un camino duro, exigente, una ausencia de la razón de vivir.
Cuantas veces nosotros tenemos también esa perdida de la razón, por la cual hagamos nuestras cosas. Cuántos pasos están dados en nuestra vida, porque están dados, y hay que darlos por inercia… pero sin vida, sin esperanza, sin una presencia, sin un ánimo.
Ese camino que vamos haciendo, muchas veces es como un camino sin Dios, sin embargo El Señor está. Y no sólo no está callado sino que está hablándonos. Está interesándose por nosotros. En las Sagradas Escrituras hay un texto tan lindo de la palabra, dice brevemente el Espíritu Santo: “Dios se interesa por todas vuestras cosas”. Jesús se interesa, se interesa de una manera presente, no sólo por un interés de curiosidad, se interesa para que nuestra vida sea una vida plena. La Palabra va a decir, en la boca de Jesús: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Y si algo ha venido Jesús es ciertamente para eso.
Por eso estos días estamos celebrando la presencia de Jesús. Sea que vayamos camino de Emaús, entristecidos, sin motivos, sin esperanzas. Sea que estemos quizás llenos de miedo, encerrados, y no queramos enfrentar la vida. Que tengamos miedo de tomar decisiones, de dar pasos, de jugarnos, de salir, de dar la cara, de enfrentar la verdad de la vida, de aceptar la realidad que tenemos que aceptar.
Sea que tenemos temor o inseguridades, el Señor está presente. Este es el anuncio de la Pascua,
en la vivencia de los discípulos:
JESÚS VIVE, JESÚS VIVE!!!
¡¿Cómo va a creer el mundo que Jesús vive?! Porque nosotros hemos sido despertados a la vida por Él. Porque escuchamos su palabra. Porque nos indicó el sentido de los acontecimientos. Porque comprendimos que más allá de lo que pasó concretamente, había otro misterioso proyecto de Dios, que se iba realizando. Aun en las experiencias de nuestras frustraciones, de nuestros pecados, de nuestros errores, de nuestras terquedades, y el Señor que estaba con esa paciencia de la levadura, levantando nuestra masa, de a poco, caída y herida por el pecado.
JESÚS ESTÁ VIVO. Ese es el anuncio de los cristianos. Eso es lo que estamos haciendo nosotros ahora, que estamos laburando, yendo a la escuela, andando por la calle, estamos silbando, estamos cocinando, estamos en una oficina, manejando… Haciendo nuestros deberes, construyendo nuestra vida, amasando nuestra vida con cariño.
¿Desde dónde sacamos ese cariño y esas ganas de transformar, de servir y de entregar? Desde esta vivencia: Jesús nos ha devuelto la esperanza porque ahora comprendemos que no solo es capaz de morir y de vencer la muerte y el pecado detrás de ella, la muerte como signo, el pecado como realidad profunda, que nos ha quitado el sentido de la vida, sino que nos participa ese vencer a nosotros hoy.
Hoy estamos llenos de gozo, sorprendidos y llenos de estupor porque el Señor hace maravillas.
Padre Mario Taborda
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