20/09/2021 – En “Testigos de la Alegría”, el espacio animado por la Comisión Episcopal de Vida Consagrada contó con el testimonio de Santiago Chotsourián, eremita que vive en la comunidad de la capilla Virgen de Luján, de Villa la Carcova, en José León Suárez (provincia de Buenos Aires). “Colaboro con la tarea que realiza la parroquia San Juan Bosco, donde está el padre Pepe Di Paola. Trabajo como enfermero y promotor de salud en obediencia a monseñor Martín Fassi, obispo de San Martín”, comenzó diciendo.
Chotsourián agregó que “la vida eremítica es muy antigua y con referentes icónicos. Esta vida tiene mucha diversidad y se acomoda a la realidad histórica de cada tiempo. En el inicio de las vocaciones, es decir, desde siempre, surgieron los ermitaños. Y somos singulares porque se suele decir que no hay un ermitaño igual al otro. El Espíritu Santo va inspirando cada vida eremitica, centrada en la oración como denominador común y correspondiendo a los signos de los tiempos”.
“Los primeros monjes fueron ermitaños. En la etimología de la palabra “monje” hay que decir que “mon” significa “uno”. San Juan Bautista en la antigüedad era un ermitaño con autoridad y sencillez en su forma de vivir. El Bautista es un modelo que muchos ermitaños han seguido, sobre todo desde los inicios de nuestra Iglesia. El ermitaño recibe una herencia del pueblo santo en la luz, hacemos caminos que son atraídos por Dios Padre. María Magdalena es una figura prototípica de la vida erémitica, si hablamos de las mujeres ermitañas”, manifestó Santiago.
“Generalmente tomamos distancia de las tentaciones y las distracciones para orar, para poder llevar de la mejor manera el combate espiritual y encontrar el rostro de Jesús. El casi beato argelino Charles de Foucauld decía que quería estar cerca, a un de metros del Santísimo, para no apartarse del Señor. Mi vocación nació del diálogo y el acompañamiento con el abad Bernardo en el monasterio trapense de Azul, Nuestra Señora de los Ángeles. Y también en las charlas con monseñor Martín Fassi, en ese momento obispo auxiliar de San Isidro y hoy es el pastor al que respondo en San Martín. Así que dejé la música, que es mi profesión de origen, para seguir al Señor”, aseveró.
“En la Villa La Cárcova encuentro la caridad a flor de piel o el sentido del trabajo, y es como si estuviera en una clausura o en el monasterio trapense”, indicó Chotsourián. Antes de comenzar su vida consagrada, Santiago fue músico, compositor, director de orquestas y coros. También fue fundador y director de las radios Amadeus, FM Clásica Nacional, Radio Clásica y Arpeggio. Hoy vive sus días al servicio de la obra que se lleva adelante en la localidad bonaerense de José León Suárez junto a padre Pepe y la obra de los Hogares de Cristo.
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