En el espacio de “Reflexiones para la Semana” nos acompañó la Hermana Marta Porta, de la Congregación de las Hermanas de la Virgen Niña. Además, es licenciada en Psicología por la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires, ejerce la psicología clínica y acompaña procesos de psicodiagnóstico en la formación para la vida religiosa y sacerdotal.
10/03/2025 – En continuidad con el Jubileo de la Esperanza nos invitó a pensar en esta virtud desde el don y la tarea, ese regalo que recibimos, que nos habita y traspasa, porque Dios nos crea para la vida.
“La esperanza es un regalo, pero también es algo que nos habita porque es un motor vital, esa fuerza que nos atrae hacia Dios, quien nos la regala”, expresó la hermana Marta en el inicio, a la vez que nos recordó que la esperanza también es una llamada a confiar en el futuro y en la obra de Dios en nuestras vidas.
Sin embargo, la esperanza no es estática; requiere acción y compromiso. “La pienso como un niño que hay que cuidar, alimentar y ayudar a crecer. Es una tarea que implica despertar, como una semilla que se planta y atraviesa el invierno antes de florecer”, explicó. Aquí radica el desafío: aprender a confiar en el proceso, incluso cuando el tiempo de espera se torna difícil.
A lo largo de su reflexión, la hermana Marta también señaló los obstáculos que pueden apagar la esperanza: el miedo, el cansancio y nuestras propias inseguridades. Por ello, nos anima a luchar contra estos enemigos internos, entendiendo que “esperanzarnos es más que esperar; es ponernos en movimiento para la construcción de lo que soñamos”.
Que esta reflexión nos ayude a cultivar la esperanza en nuestro interior y en quienes nos rodean, permitiendo que florezca como signo de vida y de fe compartida.
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