04/07/2025 – esús no llama desde el juicio, sino desde una mirada que sana, llama y levanta. En el Evangelio de Mateo, vemos cómo la misericordia inaugura un nuevo modo de estar en el mundo: compartiendo la mesa con los heridos. ¿Podemos nosotros también vivir esa lógica del amor que se arrodilla?
Evangelio según San Mateo (9,9-13)«Jesús vio a un hombre llamado Mateo sentado en el mostrador de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió. Mientras estaba en la mesa en casa, muchos publicanos y pecadores vinieron a sentarse con Jesús y sus discípulos. Al verlo, los fariseos preguntaron: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús les respondió: “No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.”»
La mirada de Jesús sobre Mateo no se detiene en su pasado, sino que anticipa el futuro posible por la gracia. San Agustín lo expresa con belleza:
“El Señor vio al publicano, y al mirarlo lo amó; al amarlo lo eligió; al elegirlo lo llamó…”Jesús no amó lo que Mateo era, sino lo que podía llegar a ser en su amor. Su mirada misericordiosa no condena, transforma.
El Papa Francisco nos recuerda que Jesús no empieza pidiendo un cambio, sino compartiendo su mesa:
“La mesa de Jesús no es para los que se sienten justos, sino para los que tienen hambre de amor y de sentido.”Es en ese gesto, sentarse con los que el mundo rechaza, donde comienza la verdadera conversión.
“La misericordia se vive de rodillas”, dice el P. Ángel Rossi.La misericordia no se predica desde un púlpito elevado, sino desde el suelo, al lado del hermano herido.Cada mesa con los pobres, cada gesto de cercanía, es una pequeña eucaristía.
“Ayúdame, Señor, a ser pan… pan partido en la mesa del pobre.”El Evangelio invita a vivir con el corazón abierto, dispuesto a ser pan compartido, vino de alegría para el que llega roto.
“La fe cristiana comienza cuando aceptamos sentarnos a la mesa con el Señor y con los que la vida nos pone al lado.”El Evangelio incomoda porque derriba nuestras seguridades. Pero en esa incomodidad crece la fe que abraza, acoge y transforma.
“El Señor quiere abrazarte, no porque seas digno, sino porque no puede dejar de amarte.”La misericordia no espera que cambiemos: nos cambia desde dentro. No es maquillaje, es fuego que renueva.
Señor Jesús,que tu mirada nos alcance como alcanzó a Mateo.Danos el coraje de levantarnos y seguirte.Haz de nuestra vida una mesa abierta,una comunidad que no excluye,una casa donde se parta el pan de tu amor.Enséñanos a vivir la misericordia de rodillas, con el corazón abierto.Amén.
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