La pedagogía de Dios

martes, 25 de agosto de 2009
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Buen día, buen comienzo de jornada para todos, iniciamos como cada mañana nuestro encuentro en Radio María Argentina compartiendo la catequesis que el Señor nos regala y nos ofrece.

Ese es el espíritu que alienta el corazón de Radio María, mucha gracia y esperanza para compartir con vos es el deseo de todos los argentinos, nosotros lo entendimos así – acompañados de María, por supuesto – ,la que sale al encuentro de todos los que tienen el corazón henchido de esperanza, ella está a la expectativa de aquél que trae la buena noticia, viene en el vientre y en la boca de María, en el vientre de María que está gestando una Argentina nueva y en la boca de ella que se hace palabra, eco en toda la República a través de su radio.

Radio María es presencia de Jesús que la Madre comunica, nosotros somos instrumentos de esa gracia y queremos llegar a donde quiera que te encuentres y lo hacemos en 104 emisoras que suenan en toda la República Argentina y tenemos la alegría de poder compartir con vos este peregrinar que María nos regala.

Mientras tanto nos abrimos a la oración y recibimos la palabra de Dios en un día muy especial para nosotros porque estamos celebrando a Maximiliano María Kolbe, patrono de la comunicación social, de él vamos a estar hablando dentro de un ratito, de la entrega de su vida, su martirio, de todo lo que significa dar la vida por los hermanos, no hay amor mas grande que dar la vida por los amigos.

Hoy el Evangelio que nosotros hemos elegido en la página web de la Radio es  el texto de Mateo 19 – 3,12 porque como no es obligatoria la festividad de Maximiliano Kolbe nos hemos quedado con el texto que corresponde a la liturgia del tiempo ordinario, nos abrimos a la oración para recibir con gozo y alegría la buena noticia que hoy nos trae el evangelio de Mateo.

Sos nuestro refugio Jesús, sos nuestra certeza en medio de las sombras y cuando se desata la tormenta, nuestro corazón descansa en vos.

Sos nuestra certeza. A tu certeza Jesús con fe nos confiamos mientras peregrinamos detrás de la búsqueda de la luz que ilumina nuestro camino, tu mismo amor que se despierta en lo más profundo de nuestro corazón cuando se hace de noche y al mismo tiempo la luz de tu amor y tu fidelidad brilla dentro de nosotros.

A tu madre María que caminó en la oscuridad de la fe y a su esposo, creyente en tu amor providente, Señor,  confiamos  hoy nuestro encuentro.

Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: ¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo? Jesús respondió: ¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujery que dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer y los dos serán una sola carne?  De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.

Replicaron: Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?  Jesús les dijo: Moisés les permitió divorciarse de su mujer debido a la dureza del corazón de uds. pero al principio no era así. Por lo tanto yo les digo: El que se divorcia  de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal y se casa con otra comete adulterio. Los discípulos le dijeron: Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse. Él les respondió: -No todo s pueden comprender esto, sino sólo aquellos a quienes Dios se lo concede. En efecto algunos no se casan porque nacieron impotentes desde el seno de su madre, otros porque fueron castrados por los hombres, y otros eligen no casarse por causa del Reino de los Cielos. El que pueda entender que entienda.

Mateo 19; 3 – 12

El primer punto de nuestro encuentro: Dios y su pedagogía a favor del proyecto de restauración de la humanidad.

El diálogo gira en torno a esto,  porqué no puede darse el divorcio de una mujer cuando hay un motivo que así lo determine, como de hecho lo prescribió Moisés, Jesús responde a esta pregunta hablando del plan y del proyecto del Padre.

Fíjense como Jesús dice: al principio no era así, cuando Jesús dice esto – hablando de la posibilidad del divorcio que había prescripto Moisés bajo alguna declaración de adulterio de una de las dos partes en la vida matrimonial- Jesús está haciendo referencia al acto primero de la creación donde el proyecto original ha sido que el hombre y la mujer dejando todo se unan en unión matrimonial y los dos se constituyan en una misma realidad, en una misma carne, respondiendo a una realidad de Dios tres en uno podríamos decir nosotros.

La vida matrimonial es expresión del amor trinitario, y en este sentido el hombre y la mujer unidos en una sola carne reflejan el rostro real de Dios amor que conduce a la unidad. Así también han comprendido los discípulos la dificultad que supone de hecho esta constitución, esta configuración de realidades distintas en uno y han dicho a Jesús ante las dificultades, conviene no casarse.

Jesús habla a partir de allí de lo que significa el ser virgen, y que en el reino de los cielos este va a ser el estado de todos, en otro pasaje va a decir el estado de vida matrimonial es en el peregrinar como el sacramento del misterio de unidad en el que el hombre está llamado para consigo mismo, unidad profunda, y para con Dios y con todos los demás, expresión de unidad en la entrega de la vida total a Dios y en Dios para con todos, se expresa clarísimamente en el estado virginal vivido en plenitud y por eso a razón de aquella pregunta Jesús habla acerca de la vida virginal, de la vida célibe.

Como decíamos el otro día una profecía de los tiempos que vendrán, y en este sentido matrimonio y vida célibe se configuran en un mismo orden para hablar de lo que Dios quiere respecto del hombre, que por el misterio del amor y por el misterio de la caridad el hombre llegue a ser uno con Dios.

Quienes son llamados a la vida matrimonial, este es el proyecto original del Dios, quienes son llamados a la vida matrimonial por la expresión de otro con el que se constituye uno hablando acerca de la unidad en Dios. Quienes son llamados a la vida virginal haciéndose uno con Dios y desde allí un amor de apertura a todos sin que nadie en particular ocupe el lugar de relación afectiva específica en la vida de quien se consagra célibe o virginalmente. Este es el plan y el proyecto de Dios, que lleguemos a ser uno con él, en el camino del matrimonio en un sentido y en el camino virginal en otro sentido, pero el proyecto es el mismo.

A lo largo del camino Dios va mostrando etapas diversas y así lo ha demostrado en el plan de la redención. Si es que Moisés dio una ley en un sentido diverso es porque uds. tenían endurecido el corazón – con lo cual Dios les está diciendo a quienes le preguntan – que en el camino de ir hacia la unidad con Él en un sentido matrimonial o virginal, hay un proceso y una pedagogía por parte de Dios que supone etapas diversas según la posibilidad de comprensión que tenemos respecto de todo el proyecto de Dios. En este sentido Dios ha permitido que a través de Moisés hubiera una prescripción de divorcio por la falta de posibilidad de comprensión del proyecto original. Ahora, en Jesús, el proyecto original es recuperado y por eso el divorcio no está permitido porque en realidad el vínculo entre un hombre y una mujer es para la unidad – a lo que estamos llamados – el divorcio es la expresión contraria de esa unidad, pero qué pasa entonces con los que de hecho tienen que generar una ruptura en su vínculo matrimonial, es otra circunstancia que podemos abordar pero ahora estamos hablando ahora del proyecto de Dios, y en ese proyecto el vínculo matrimonial es expresión de la unidad a la que todos somos llamados.

El célibe es expresión también de esa unidad y de una manera muy fuerte porque es todo en Dios y a partir de allí a todos sin excluir a nadie, sin ubicar a nadie en particular en una relación de exclusividad.

En la pedagogía de Dios un llamado a la unidad, en la pedagogía de Dios un clamor en el corazón para hacernos uno con Él en un sentido o en otro, en la vida matrimonial o en la vida virginal, en este sentido los dos estados de vida se complementan para indicarnos un mismo camino el que nos conduce a ser uno con Dios.