La predilección de Jesús por los más débiles

martes, 9 de diciembre de 2008
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En aquel tiempo, pasando de allí, Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí. Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y Él los curó.  De suerte que la gente quedó maravillada al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.  Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:  «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer.  Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino».  Le dicen los discípulos:  «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?».  Díceles Jesús: «¿Cuántos panes tenéis?».  Ellos dijeron:  «Siete, y unos pocos pececillos».  El mandó a la gente acomodarse en el suelo.  Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente.  Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete cestas  llenas.

Mateo 15, 29 – 37

Que bueno que ésta mañana éste trozo de la Palabra de Dios nos traiga a Jesús. Que se nos meta hondo en nuestro ser. Que le abramos grande de par en par las puertas de nuestro ser, de nuestra libertad, el mundo de nuestras decisiones, de nuestro sentimientos, de nuestros deseos, de nuestros pensamientos. Que el Señor vaya haciendo una transformación, una conversión. Que éste embarazo vaya siendo un acontecimiento que nuestra persona se vaya llenando de vida, que vaya habiendo transformaciones, que vaya habiendo claras expresiones de una vida que crece, de una fe que hace que estemos al servicio.

Una vida que vaya transformando no que estemos quietos, estáticos y aburridos sino que tenga la alegría del servicio, de la disponibilidad, de la escucha aunque esté tirado en una cama, aunque esté detrás de las rejas de un penal, aunque esté encerrado en un trabajo todo el tiempo en una responsabilidad profesional o en una tarea de la casa atareado y ocupado todo el tiempo.

Este como esté que todo sea mi vida tendida, una vida creciendo, que hayan signos que provoquen atracción, signos que llamen la buena atención del corazón de la gente. Que importante cuando vamos creciendo, cuando va madurando nuestra vida espiritual. Cuantas veces necesitamos hablar menos cuanto más crecemos porque quizás enseñamos más con la Gracia de Dios que expresa más el rostro del Hijo que da testimonio detrás de lo que ni quizás nos proponemos.

Por eso el Cristianismo es tan lindo. Es la gran vocación a ser. Lo que evangeliza es el ser, lo que da anuncio es el ser, lo que sana es el ser. La identidad, el tiempo que nos toca vivir nos provoca especialmente a la santidad.

El inicio del tercer milenio de la humanidad es un indicio de que tenemos que abrazarnos decididamente a un camino de santidad. No tener miedo de tener los sentimientos de Jesús, la mirada del Señor, los criterios de la Iglesia. Tener que enfrentarme conmigo mismo y sacudir mi dureza, mi torpeza, mi ceguera, mi suficiencia. Será el trabajo de la conversión.

Este Adviento nos está ayudando y piensa tu que el Señor está creando Gracias especiales para que haya sanación de tu mente, de tu intelecto, de tu concepto de la vida, de