La riqueza espiritual del santo Charles de Foucauld

miércoles, 9 de noviembre de 2022
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09/11/2022 – En el ciclo “Riquezas de la Espiritualidad cristiana”, el rector del Santuario de Huachana, padre Juan Ignacio Liébana, presentró otros rasgos de la espiritualidad del santo Charles de Foucauld. Desde el pasado 15 de mayo, Charles de Foucauld es santo. Había sido beatificado por Benedicto XVI el 13 de noviembre de 2005. Educado en la fe cristiana, joven agnóstico, oficial de caballería consumido por sus pasiones, explorador, después de haber encontrado un Dios de Misericordia, fue trapense y finalmente ermitaño entregado a todo en el desierto del Sahara: la personalidad y el itinerario de este testigo del Evangelio son, cuando menos, ricos y no exentos de asperezas. Foucauld fue un hombre que durante toda su vida irradió un amor sin límites. Él es el reflejo del amor de Dios.

“La considerable influencia que el hombre del desierto ha ejercido sobre nuestro tiempo ha dado lugar a un gran número de vocaciones contemporáneas. Su vida supuso una síntesis tan amplia que explica por qué caminos tan dispares pueden considerarle como origen, pues reúne en sí mismo tantos contrastes. Necesidad incontenible de orar ante Dios; entrega sin medida a cualquier ser que lo solicite. Ingenua imitación de la vida de Cristo en Palestina, de sus gestos, de sus actos…; conocimiento y adaptación a su entorno. Amor apasionado al prójimo cercano; amor fiel cada instante a la humanidad toda. Tierna reconstrucción de la casa de Nazaret en torno a una hostia expuesta; largas marchas por el Sahara para familiarizarse con el entorno. Obstinación heroica en una vocación ardua; comprensión y preparación de la vocación del prójimo. Devoción al trabajo manual; perseverancia incansable en la adquisición de su erudición. Deseo incesante de una familia espiritual; vocación divina a una soledad que sólo terminará con su muerte. ¿Cómo asombrarse de que tantas personas que hoy se entregan a Dios, sea cual sea el modo de su entrega, reconozcan en esta encrucijada de gracias, que fue su vida, su propia llamada y encuentren en él un modelo? Así, dejando a otros la posibilidad de decir lo que en Foucauld les ha iluminado, guiado o confirmado en su camino, nosotros queremos simplemente señalar aquí los aspectos de su vida que nos han ayudado a encontrar el nuestro”, afirmó el sacerdote.

“El corazón clavado en la cruz nos ha enseñado que esta caridad total sólo es posible a costa de todo cuanto parece negativo y que es, por así decirlo, su reverso: pobreza, obediencia, pureza, humildad; toda esa negatividad que «libera para el amor». A costa, además, de lo que se podría calificar de negativo y que, sin embargo, es positivo: la cruz, participación voluntaria en la pasión del Señor, ya sea dolor del cuerpo o del alma, ya sea sufrimiento o humillación, o, en palabras de Carlos de Foucauld, abyección deseada. En este terreno, el corazón clavado en la cruz nos enseña también que todas las razones de la razón valen poco ante las razones del corazón. Esta cruz es verdaderamente el eje de su corazón, el sólido pivote en torno al cual se ordena su amor universal. El mensaje que hemos recibido de él es la necesidad de este eje. Sin él, nuestra caridad permanecerá indefinidamente anémica, inacabada, mutilada. La caridad que no carga con la cruz tropieza sin cesar con otras cruces, da traspiés y se arrastra. La caridad que está abrazada a la cruz ha salvado el obstáculo de antemano. Encima y debajo de este corazón de esta cruz está escrito «Jesús Caritas». Porque el amor sin sufrimiento es amor a nosotros mismos; en cambio, el amor salvador, el amor de Jesús, es un amor que sufre. El corazón clavado en una cruz es un corazón que va más allá del sufrimiento que viene solo, más allá del sufrimiento unido a todo lo que es pobreza, humildad y obediencia; llega hasta el sufrimiento deseado”, indicó Liébana.