21/06/2021 – En torno a la historia de Nuestra Señora de Luján, el hermano Mario Roldán, ordenado recientemente como diácono contó que “La devoción a la Virgen en nuestro país, especialmente en el pueblo sencillo, continúa aún en medio de la pandemia”. “La Virgen escucha”, indicó el hermano Mario del Santuario de Luján.
En un nuevo ciclo del programa Madre del Pueblo, el padre Marcelo Amaya, desde Catamarca, compartió la historia de la Virgen de la Luján, el rostro de San José en este su año y junto a Fray Pablo Reartes seguimos compartiendo el pensamiento del futuro beato contenido en el “Diario de Memorias y Recuerdos”. Como invitado especial contamos con la presencia de monseñor Luis Urbanc, obispo de Catamarca.
En primer lugar, el padre Marcelo nos llevó a recorrer la historia de la devoción a la Virgen de Luján. Y comenzó diciendo “La devoción a la Virgen de Luján tiene una gran importancia… tantos peregrinos que llegan a su santuario”, acentuó. Y completó diciendo que “El origen de la advocación se remonta a 1630 con lo cual estamos muy cerca de celebrar también estos 400 años de esta presencia de Nuestra Señora de Luján”.
“Antonio Farias de Saá -un hacendado portugués radicado en Sumampa que actualmente está en Santiago del Estero, en ese momento era la gran Córdoba del Tucumán- quiso erigir en su estancia una capilla en honor a la Virgen, y solicitó a un compatriota suyo residente en Brasil el envío de una imagen de la Inmaculada Concepción de María. Para una mejor elección, su amigo le envió dos imágenes. En el mes de mayo de 1630 las imágenes de la Virgen llegaron al Puerto de Buenos Aires procedentes de San Pablo y, acondicionadas en sendos cajones fueron colocadas en una carreta”, recordó.
“Luego de tres días de viaje, la caravana a la cual se incorporó la carreta hizo un alto a 10 leguas de la actual ciudad de Luján, en el paraje de Zelaya, para pernoctar en la Estancia de Rosendo de Trigueros”.
“Al día siguiente, ya dispuestos a continuar la marcha los bueyes no consiguieron mover la carreta, después de intentos fallidos, bajaron uno de los cajones y los bueyes iniciaron la marcha sin dificultad. Intrigados por el contenido del cajón, encontraron al abrirlo una imagen pequeña de 38 cm de altura, de arcilla cocida que representaba la Inmaculada Concepción. Los creyentes interpretaron el hecho como providencial, y entregaron la imagen para su custodia a Don Rosendo de Trigueros, el dueño de la casa ubicada en la actual localidad de Zelaya”, relató el padre Marcelo.
En torno a la historia de la Virgen, el hermano Mario Roldán, ordenado recientemente como diácono contó que “Celebrar el 8 de mayo es para nosotros celebrar a nuestra Mamá”. “Desde hace mucho tiempo venimos con la tradición de cambiarle el manto a la Virgencita, el cual pegamos en las estampitas y cada persona que llega al Santuario se lleva un pedacito del manto que la Virgen usó”. “La devoción a la Virgen en nuestro país, especialmente en el pueblo sencillo, continúa aún en medio de la pandemia todos los fines de semana vienen a visitar a la Virgen, vienen a pedir, y a agradecer”. “La Virgen escucha”, indicó el hermano Mario del Santuario de Luján.
También Manuel Asenzo, seminarista de la arquidiócesis de Mercedes, Luján, quien indicó que “Este año junto con mis hermanos seminaristas estuvimos armando un regalo para la Virgen, para entregarle en su día”. Y contó que “Durante el año pasado compuse una chacarera que se llama María de Luján, así que decidimos de a poco ir preparando musicalmente esta canción, que habla de la profundidad de lo que pasa en las peregrinaciones en Luján”, expresó Manuel Ascenso.
Y por último, recorrimos junto al padre Marcelo el espacio dedicado a Fray Mamerto Esquiú. El padre Marcelo hizo una introducción sobre las reliquias de Fray Mamerto Esquiú y presentó a sus invitados para hablar sobre este tema tan importante.
El obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc , compartió que “Las reliquias de Fray Mamerto Esquiú vinieron a Catamarca en el año 2018 por un trámite que hice con la diócesis de Córdoba donde reposan los restos de Fray Mamerto, ellos con todos los documentos correspondientes nos han compartido una vértebra y un huesito de la mano de Fray Mamerto, también idénticas reliquias las tienen los padres franciscanos donde estaba el corazón”.
Sobre estas reliquias monseñor Urbanc dijo que “Estas son reliquias que llamamos de primer grado, es decir, pertenecen directamente a nuestro querido beato. Estas reliquias nos ponen en contacto con algo que ha pertenecido estrechamente a esta persona y por eso nosotros guardamos una especial veneración a una reliquia, nuestros afectos nos unen a esa persona porque tenemos algo de tangible de él, como son estos pedacitos de huesos”.
“Venerar una reliquia nos ayuda mucho a transportarnos hacia la persona y a través de esta persona a Dios, Nuestro Señor, que es quien nos concede esos favores y a quienes nosotros tenemos que adherir, por medio de Jesucristo llegar al padre”, explicó el prelado.
Finalmente, monseñor Urbanc, nos invitó a que cuando podamos nos acerquemos a la Catedral “para ver sus reliquias, para conocer más la persona de Fray Mamerto Esquiú, conocer cómo él ha vivido las virtudes y a partir de ello, podamos nosotros también vivir en serio nuestra vida cristiana”, concluyó monseñor Luis Urbanc, obispo de Catamarca.
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