13/09/2021 – En “Testigos de la Alegría”, María Manfredi, virgen consagrada de la arquidiócesis de Córdoba, hizo un recorrido por la historia de este orden sagrado. “La virginidad consagrada es el primer estilo de vida consagrada femenino en la Iglesia y Jesús es nuestro fundador. Antes de Jesucristo, el celibato o la virginidad no eran bien vistos, no se les adjudicaba un designio divino. En el inicio nos llamábamos simplemente vírgenes”, afirmó Manfredi.
“Somos consagradas por cada obispo diocesano y el canon 604 del Derecho Canónico nos menciona cuando habla de las distintas formas de vida consagrada. Desde Roma, en el siglo cuarto hay documentos muy precisos respecto de lo que era el orden de La virginidad consagrada, siempre ligado a la liturgia. A partir del siglo nueve las vírgenes comenzaron a declinar en cantidad para casi desaparecer en el siglo doce. Nuestro misión es mostrarle al pueblo el amor de Dios y hablarle a Dios de cuánto lo amamos. Estamos en el mundo sin ser del mundo”, destacó.
“Esponsalidad, virginidad y maternidad son tres dimensiones eclesiales que vivimos plenamente. Esto lo vivimos en lo cotidiano, en la entrega diaria, orando con la Liturgia de las Horas. Nuestra vida es al estilo de la Sagrada Familia en Nazaret, haciendo germinar el Reino por la gracia de Dios. El Concilio Vaticano II recuperó dos grandes órdenes: el nuestro y el del diaconado permanente. “Hay que tener las lámparas encendidas” dice Jesús en el evangelio de Mateo en el capítulo 25 al enunciar la parábola de las 10 vírgenes. Esta imagen es muy bella y todos esperamos ser como esas cinco vírgenes a la espera del Señor”, dijo María.