La visión global e integradora de la Iglesia que aportó el Vaticano II

miércoles, 20 de marzo de 2019
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20/03/2019 – Este martes el padre Carlos Schickendantz se refirió a la Iglesia, mostrando cómo el Concilio Vaticano II buscó generar cambios fundamentales en el seno de la misma. En ese sentido, citó al sacerdote jesuita John William O’Malley cuando afirma que “el Vaticano II hizo un significativo quiebre con el pasado. De hecho se lo llamó un nuevo Pentecostés. Pero, ¿qué hizo el Concilio? ¿Qué cambios realizó? Es fácil citar algunas cosas obvias que marcaron una real diferencia de la práctica católica previa. Por ejemplo, los católicos actualmente pueden rezar con sus vecinos protestantes y celebrar matrimonios y funerales en Iglesias protestantes, prácticas que estaban absolutamente prohibidas antes del Concilio. Las disputas en el Concilio sobre los decretos de ecumenismo y libertad religiosa se llevaron acabo no sólo con una gran pasión, sino que casi como si fuesen asuntos de vida o muerte, especialmente por aquellos que estaban en oposición. Esta minoría, que era reducida pero inteligente y fieramente leal a la Iglesia, estaba por completo convencida de que esos decretos eran cambios tan radicales que no podrían ser tolerados. Estos y otros importantes cambios que el Concilio llevó a cabo expresan la naturaleza conciliar singular y no convencional”.

Asimismo, el sacerdote cordobés radicado en Chile destacó que “el Vaticano II trató fundamentalmente acerca de la Iglesia. Ese fue su centro. De hecho, preguntó y respondió la interrogante básica ´¿Qué es la Iglesia?` A esta pregunta le dio respuestas tradicionales, aunque tomó distancia de las formulaciones del siglo 19, como la sociedad perfecta y la sociedad esencialmente doctrinal. Además se dio un relieve especial a la Iglesia como pueblo de Dios. Este énfasis era nuevo. Sin embargo, realmente no tan nuevo, ya que hasta la Reforma la definición estándar de la Iglesia en el catecismo fue la congregación de los fieles cristianos gobernados e iluminados por Dios. La Iglesia son los cristianos que la conforman, sin importar cuál sea su estatus eclesiástico. Hay un carácter horizontal en el acento de estas expresiones. Dicho carácter nos transporta a la profunda interrogante que el Concilio se planteó: ´¿Cómo es la Iglesia?`. El Concilio abandonó en gran parte el lenguaje lacónico, técnico, jurídico y punitivo empleado en concilios anteriores. Es así que no incluyó penalizaciones a los incumplimientos de sus directivas”.

“El estilo que el Vaticano II adoptó se basó en la retórica, en el arte de persuadir y en el de encontrar terreno común, al igual que el estilo de la mayoría de los primeros Padres de la Iglesia. Ese es el arte que permitiría que las partes inicial mente en desacuerdo se unieran por una causa común. El estilo fue invitante ya que procuró la motivación e hizo un llamado a la conversión. Buscó ganarse la aprobación de sus enseñanzas en vez de imponerlas. La palabra diálogo aparece con frecuencia en los documentos del Concilio. Por primera vez en la historia, documentos eclesiásticos oficiales promovieron el escuchar con respeto como el modo preferido de proceder, como una nueva forma, como un nuevo estilo eclesiástico”, indicó Schickendantz.