12/02/2021 – La semana pasada, la Comisión Episcopal de Educación Católica de la Conferencia Episcopal Argentina difundió una declaración en la que los obispos señalan urgencias, pautas, acuerdos y necesidad de diálogo en los que hay que avanzar en este nuevo ciclo lectivo en situación de pandemia.
El mensaje está dirigido “a todos los protagonistas de la misión educativa: alumnos, docentes, directivos, padres de familia, gremios y autoridades, ante la inminencia del inicio de un nuevo ciclo escolar”. Y dice, entre otros conceptos, lo siguiente:
“En primer lugar, como Iglesia, queremos expresar a los docentes, alumnos y familias nuestra cercanía y agradecimiento. No sólo hacia los que concurren a nuestros centros educativos sino a todos en general por la entrega generosa y sacrificada en la tarea educativa. Deseamos vivamente que se pueda retornar a las escuelas del mejor modo posible, y teniendo en cuenta todas las medidas de orden sanitario y de adecuación edilicia, de horarios y turnos”.
El mensaje de los obispos es claro y contundente: hay que volver a las clases presenciales, pero por supuesto con todas las medidas de prevención necesarias. En eso están las autoridades, incluso el Gobierno nacional, que el año pasado sostenía la necesidad de no volver a las aulas para evitar brotes de coronavirus, ahora impulsa el retorno a las clases presenciales. No faltaron usos políticos e ideológicos de este debate. Pero lo dejemos porque ya pasó. El tema es cómo volver y cómo sostener y evitar y superar las desigualdades que se generaron con la virtualidad.
Para hablar del contenido de este documento, de los desafíos de la educación en general, y de las escuelas católicas en particular, dialogamos con la profesora Carolina Parma, titular de la Junta Arquidiocesana de Educación Católica de Córdoba.
Escuchar la nota completa en la barra de audio ubicada bajo el título
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar | Incrustar
Suscríbete: RSS