Los Padres de la Iglesia y la pandemia

lunes, 8 de junio de 2020
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08/06/2020 – “Palabras jóvenes de grandes hombres” es un espacio dirigido por el padre Alejandro Nicola con la compañía de Augusto Carranza en los mensajes. “¿Quienes son los Padres de la Iglesia?”, se preguntó el padre Nicola en el inicio del ciclo 2020 y respondió: “Llamamos Padre de la Iglesia a todos aquellos autores que después de la época de los apóstoles y hasta el siglo sexto en el occidente y en el siglo séptimo en oriente fueron aquellas columnas de la iglesia, engendraron la vida de la iglesia leyendo las escrituras la palabra de dios y explicar llevándola a la comunidad y establecer un vínculo con la sociedad de aquella época, de esa manera comenzó a nacer la liturgia, la teología la disciplina eclesiástica, fueron la mayoría pastores, obispos sacerdotes algunos laicos y en distintos periodos tenemos los padres apostólicos, apologistas, autores pre nicenos post nicenos una gran variedad, tenemos que mencionar a San Ignacio de Antioquía, San Ireneo de Lyon, San Agustín, Los Padres Capadocios,San Atanasio, San Basilio Magno, San Gregorio de Nacianceno, San Gregorio de Nisa, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Jerónimo, sería imposible poder hablar de todos hoy”.

El Concilio Vaticano II en la constitución Dei Verbum sobre la divina revelación enseña que cuando nosotros queremos estudiar o reflexionar en un tema conviene recurrir a lo que nos dice la sagrada escritura y lo que nos dice la tradición oral. En esta tradición oral nos dice que tengamos en cuenta a los padres de la iglesia, los testigos privilegiados del primer tiempo de la iglesia, es como una fuente inagotable de mucha riqueza para compartir. De allí viene el nombre de nuestro ciclo “palabras jóvenes de grande hombres” , por más que nos separen muchísimos siglos sin embargo la palabra, la reflexión las ideas de estos hombres siguen teniendo mucha vitalidad de ahí el nombre de “palabras jóvenes” porque tomábamos un texto del adversus haereses contra los herejes de San Ireneo de Lyon el cual dice: La iglesia es el continente del espíritu y el espíritu hace que la iglesia se mantenga siempre joven por esa acción permanente allí..

Palabras jóvenes de grandes hombres nosotros queremos escuchar esas palabras y validar esas palabras por el testimonio de vida de estos grandes santos.

Los padres de la Iglesia y la pandemia, en el programa se recordó a San Cipriano ya que le tocó vivir una peste llamada “peste cipriani” o “peste cipriana”.

En el siglo quinto antes de cristo en atenas hubo una gran peste conocida como “de pericles”, luego en la era cristiana la ”peste Antonina” peste que probablemente haya sido lo que hoy conocemos como viruela.El siglo tercero en el norte de África se propagó una pandemia que fue conocida como “peste cipriani”, puede haber sido una fuerte gripe con características hemorrágicas.Por testimonios se sabe que llegaron a darse 5000 muertes por día en Roma, es una de las grandes epidemias de la época que duró 20 años.

La próxima epidemia grande se da en el siglo sexto conocida como la “peste Justiniana”. Cuando comienza la peste de Cipriani aparece un diácono llamado Ponzio era el secretario del Obispo Cipriano. Este se convirtió de grande en el cristianismo, venía de una formación jurídica, estaba en el norte de áfrica y  es elegido como obispo en ese lugar justo se había desatado una de las más grandes persecuciones la persecución de Decio, existía toda una problemática con los paganos que persiguen a los cristianos.

Los cristianos que no se animan a vivir a fondo su fe y renuncian a ser cristianos se los conoce con el nombre de caídos, los que han caido en la apostasía.Se da todo un contexto revolucionario social y religiosamente. En medio de todos estos conflictos aparece la peste, muchas muertes la gente dejaba los cuerpos en las calles. Cipriano llama a un grupo de jóvenes y les pide que por favor recojan los cadáveres de los muertos que nadie se hacía cargo la finalidad era darles una cristiana sepultura. Esos jóvenes serán conocidos como “los parabolanos” que quiere decir los temerarios.

El Diácono Poncio escribió lo siguiente haciendo referencia a la situación que se vivía junto con la pandemia.

“El pánico se apoderó de todo el mundo, todos huían abandonan sin piedad a sus propios familiares por toda la ciudad yacía gente tendida, nadie miraba sino a sus crueles ganancias nadie hacía al otro lo que le hubiera gustado que hicieran con el” 

¿Qué hizo el obispo Cipriano cuando toda la gente se escapaba y huía?

“Reúne al pueblo y lo instruye sobre los bienes de la misericordia y los insta a ayudar a todos. Dios hace salir diariamente su sol y manda a su tiempo la lluvia y el que se confiesa hijo de Dios ¿no va a querer imitar el ejemplo de su padre?  No hay nada de extraordinario en dar cariño solo a nuestra gente con las atenciones propias del amor, sino el que tiende a la perfección debe hacer algo más que los paganos y republicanos, saber vencer el mal con el bien y practicar un amor misericordioso como el de Dios amando también a los enemigos.

¿Que beneficios nos trae esta pandemia?

Por los temores de la mortalidad de los tiempos los hombres tibios se sienten alentados, los apáticos fortalecidos, los aletargados, despiertos los desertores se ven obligados a regresar y los paganos a creer.

De mortalitate  es un escrito de San Cipriano fue un autor en latín, sus traducciones hacen referencia sobre la muerte o sobre la peste, en este escrito encontramos las siguientes reflexiones :

“Yo bien veo, queridos hermanos, que muchos de ustedes son hombres de razón y tienen tanta fe y fervor en la voluntad, que no los asustan los estragos que está haciendo la peste, antes bien manteniéndose unidos a la roca firme, que está puesta en medio del mar, contra la cual revientan y se estrellan las furias de las olas, no hace balbucear su constancia de fe ante los constantes golpes con los que los sacude el mundo para derribarlos.

Pero, también advierto que algunos del pueblo, por su falta de espíritu, falta de fe, o amor a la vida, o por blandura, o por ignorancia de la verdad empiezan a desmayar sin manifestar la fortaleza y magnanimidad de un corazón cristiano para alentar su debilidad les he escrito estas reflexiones…

Vemos suceder puntualmente lo que se había predicho, y si se van cumpliendo sus amenazas, también se irán cumpliendo sus promesas. Dice Jesús: «Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación» (Lc.21,28). Queridos hermanos el Reino de Dios está cerca, el premio de la vida ya llega, los gozos de la salvación eterna, la perpetua alegría, la posesión del paraíso anteriormente perdido, por qué se va acabar el mundo, y lo celestial sucederá a lo terreno. ¿Qué hay que temer ahora? O ¿por qué afligirnos? ¿Quién entre tantos motivos de regocijo y contento estará triste y temeroso?; a menos que haya perdido la fe y la esperanza toda. Solo teme a la muerte quién rehúsa ir a Jesucristo, y sólo rehúsa ir a Jesucristo quién no quiere reinar con Él. Está escrito. «El justo vivirá por la fe» (Rm.1,17). Pues, si eres del número de los justos, si vives por la fe, si crees verdaderamente en Dios, ¿por qué habiendo de estar en compañía de Jesucristo, y hallándome asegurado en sus promesas, resistiré a su llamada? ¿Por qué no alegrarse de estar ya libre de las asechanzas del demonio? 

Simeón, aquel varón verdaderamente justo, tan lleno de fe, tan fiel observador de los preceptos del Señor, cuando después de haberle revelado el Señor, que no moriría sin ver a Cristo, vio en efecto entrar a Jesús niño con su Madre en el Templo, y el mismo Espíritu vino a darle a entender y comprender que luego había de morir y exclamó: «Ahora, Señor, puedes según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz, porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel» (Lc.2,29-32)”

Cipriano pone el foco en la actitud cristiana frente a la muerte, el cristiano no le tiene miedo a la muerte porque la muerte no es la última palabra sino que justamente  es la puerta que se abre para el encuentro definitivo con el Señor