15/11/2022 – En el marco de la peregrinación nacional del Hogar de Cristo por los 15 años de la obra y los 10 del pontificado de Francisco, dialogamos con Víctor Martínez, uno de los peregrinos que pertenece al centro barrial San José de La Matanza, desde Catamarca. A la charla se sumó monseñor Ernesto Giobando, integrante de la comisión nacional de Pastoral de Adicciones. “Soy parte del equipo de acompañantes del hogar del que participo en Buenos Aires”, dijo Víctor. “Estamos en la gruta de Choya viendo el lugar donde se apareció por primera vez la Virgen del Valle”, agregó. La peregrinación continuará mañana rumbo a Santiago del Estero, para luego pasar por Córdoba y San Juan.
“Empecé a los 11 años a consumir cocaína. Llegué al Hogar de Cristo para morir, y aquí encontré una familia, que me ayuda a salir. Dios me mostró que tenía que cambiar para vivir, porque sino me moría. Me sentí abrazado, querido, como nunca antes, por eso estoy acá”, destacó Martínez. Por su parte, monseñor Giobando afirmó: “El consumo es hoy en Argentina muy problemático para jóvenes y adultos. En los Hogares de Cristo se encuentra un hogar, la Virgen acompaña todo esto”. El obispo auxiliar de Buenos Aires sostuvo que “la Pastoral de Adicciones tiene el desafío de acompañar a las diferentes instituciones que dan una mano en la recuperación de las drogas, sean eclesiales o no. Trabajamos con otros hermanos evangélicos, con quien nos encontremos en la misma senda. Todos tenemos que tirar para el mismo lado”.
“Un clima de alegría se vivió ayer en San Fernando del Valle de Catamarca durante la procesión con la imagen de la Virgen de Luján, que recorre el país con motivo de los 15 años de los Hogares de Cristo. También acompañaron esta manifestación pública de fe las imágenes del Cristo Crucificado y de Nuestra Señora del Valle, Patrona de Catamarca y del Noroeste Argentino. La caminata partió desde la casa de retiros espirituales Emaús, ubicada camino al dique El Jumeal, uniendo lugares emblemáticos como el paseo General Navarro, más conocido como “La Alameda”, donde se llevó a cabo la coronación de la imagen de la Virgen del Valle hace 131 años, hasta la catedral basílica y principal santuario mariano de la diócesis, bordeando la plaza 25 de Mayo. En el atrio, los peregrinos del país y locales fueron recibidos por el obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, quien los bendijo, y luego ingresaron al templo para participar de la misa, que fue concelebrada por el rector de la catedral y santuario mariano, presbítero Gustavo Flores, y los sacerdotes peregrinos de los Hogares de Cristo, presbíteros Marcelo Durando y Gastón Colombres.
En la homilía, monseñor Urbanc destacó este acontecimiento, indicando que “en el centro de Catamarca se han podido dar cuenta que está sucediendo algo especial. Desde el 7 de agosto, día de San Cayetano, comenzaron a peregrinar por todo el país, hermanos de los Hogares de Cristo con la imagen de la Virgen de Luján, Patrona de Argentina. Hoy llegan acá, y los recibimos con el corazón jubiloso, llenos de la presencia de Dios, porque ustedes nos traen a Jesús”. “Jesús con su Madre nos visitan acá, en Catamarca, nosotros los acogemos con alegría y gratitud, y pedimos al Señor que los siga fortaleciendo y acompañando”, agregó. El prelado catamarqueño afirmó que Jesús, “quien es el corazón de los Hogares de Cristo”, pide que cada uno de los que están en estos hogares, en las fazendas, los cenáculos -lugares de recuperación de personas con adicciones-, “reconozcan que Dios es la fuente y el origen de todo bien, de toda felicidad, de toda libertad, de la verdad”.
“En la presencia de tantos hermanos nuestros que andan luchando y están agradecidos, y por eso peregrinan por todo el país con María, le vamos a pedir al Señor que nos dé la gracia de saber escuchar los gritos de nuestros hermanos, gritos silenciosos también”, pidió, y solicitó la intercesión de “María en su advocación de Luján, que nos visita hoy, acá, donde siempre estamos al lado de Nuestra Madre llamada del Valle, que nos acompaña en el valle de este mundo”. También rogó al beato Mamerto Esquiú, “un gran hombre luchador de su tiempo por hacer el bien a sus hermanos, que nos ayude a seguir sirviendo a todos, pero sobre todo para saber interpretar el pedido, la súplica de tantos hermanos con los que compartimos la vida”. Finalmente, monseñor Urbanc pidió a Dios “por esta buena obra que el Espíritu Santo está haciendo en nuestra sociedad con los Hogares de Cristo, y con todos los otros servicios eclesiales, para acompañar a los hermanos que están esclavizados”, llamando a que pongamos lo mejor de nosotros mismos para acompañar esta obra que viene a liberar tantos corazones atados por los miedos, por las dudas, para cooperar con la transformación de este mundo, que nos toca como hermosa y apasionante tarea”. Antes de la bendición final, se escucharon dos testimonios del paso de Dios por la vida de personas que superaron las adicciones y hoy pueden decir en voz alta: “El Hogar de Cristo me devolvió las ganas de vivir”, y “llegué a morir con dignidad, pero me encontré con la Vida; llegué con esperanza que se convirtió en fe y ahora en obra”.