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María, la llena de Gracia
viernes, 17 de noviembre de 2006
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su presencia en su casa y la saludó diciendo: “¡Alégrate! llena de Gracia, el Señor está contigo.
Lucas 1, 26 – 28
En su vínculo de alianza y de amor, Juan Pablo II para con María nuestra Madre ha expresado tanto en su lema Totus Tuus como en ésta carta que comenzamos a recorrer juntos ahora “Redemptoris Mater” el rostro distinto con el que María se presenta a sus hijos y desde donde El Señor, a través de su figura nos invita a correr un camino de santidad. Hoy queremos detenernos junto a Juan Pablo II y sus enseñanzas en Redemptoris Mater en ésta expresión que el ángel nos deja de regalo en el corazón de María al llamarla por éste nombre: “Alégrate, llena de Gracia”
El apóstol San Pablo en la Carta a los Efesios, en el capítulo 1, verso 3 dice: “-Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha bendecido con toda clase de bienes y de bendiciones espirituales en los cielos en Cristo. Estas expresiones de la carta a los Efesios revelan el designio del Padre en su plan de salvación para con los hombres. Es un plan universal que comprende a todos los hombres, creados a imagen y semejanza de Dios. Todos, así como están incluidos al comienzo en la obra creadora de Dios, también están incluidos desde siempre en el plan divino de salvación que se debe revelar completamente en la plenitud de los tiempos como dice el autor de la carta a los Gálatas.
El plan de salvación que nos ha sido revelado plenamente con la venida de Cristo es desde siempre, es un proyecto eterno. Nada se escapa a la mirada de Dios en éste plan de salvación aunque el hombre, llamado a responder a ésta llamada de Dios que invita a su plan es libre en su respuesta. Dios ha dispuesto todo para que encontremos los caminos en libertad, en adherir a lo que es una llamada a la plenitud, a la felicidad completa, integral. Este plan de redención, la Carta a los Efesios la muestra profundamente unida al misterio de Cristo, abarca a todos los hombres, pero reserva un lugar particular, este Cristo, en el centro del plan de salvación, a la mujer que es la Madre del mismo Jesús al cual el Padre ha confiado su obra de redención.
Como escribe y describe claramente el Concilio Vaticano II : “Ella misma, María, es insinuada proféticamente en éste plan en la promesa dada a nuestros primeros padres caídos en el pecado allí, en el libro del Génesis, cuando dice: “Ella misma te pisará la cabeza” hablando de María. Así también la Virgen, que concebirá y dará a luz un hijo cuyo nombre será Emmanuel, según las profecías de Isaías. En el antiguo testamento ya aparece como prefigurado aquella plenitud de los tiempos dónde Dios va a poner en el centro a la persona de su Hijo, el Redentor, el Enviado, vinculado profundamente a la Virgen, a la doncella, a la del que va a nacer el Redentor, a la que va a pisar la cabeza a la serpiente. María es puesta también eterna y definitivamente en el misterio de Cristo ya desde la anunciación del ángel. Todo esto acontece en Nazareth, en una circunstancia muy concreta de la historia de Israel, el primer pueblo destinado a la promesa de Dios. ¿Qué dice el enviado de Dios, su mensajero, el Ángel Gabriel?, le dice a la Virgen:-“ Alégrate, llena de Gracia, El Señor está contigo.
La Palabra dice: María se conturbó por éstas palabras y pensaba dentro suyo qué significaría este saludo, qué significarían aquellas palabras extraordinarias y en concreto la expresión “llena de Gracia”.
Si queremos meditar junto a María sobre estas palabras y especialmente sobre la expresión “llena de Gracia” podemos encontrar una verificación significativa precisamente en el pasaje que citábamos recién de la carta a los Efesios. Si después del anuncio del mensajero del cielo la Virgen de Nazaret es llamada también “Bendita entre las mujeres” esto explica porqué aquella bendición de la que Dios Padre nos ha colmado en los cielos en Cristo es una bendición espiritual, en Cristo, donde todos somos llenos de la Gracia pero ella en plenitud. Somos invadidos por la Gracia de Dios que nos llega en la persona de Jesús. María es llena de Gracia, plena de Gracia porque ésta bendición encuentra un modo especial y excepcional de depositarse en su corazón.
De hecho, Isabel cuando la saluda la reconoce como la Bendita entre las mujeres, es decir, de todas las mujeres que Dios ha bendecido ésta es la particularmente bendecida. Hay algo que sale de su corazón que muestra éste costado de presencia que revela el misterio de Dios que vive en el corazón de María. A la llena de Gracia seguimos en el camino de ésta catequesis descubriendo éste corazón particularmente habitado siempre por Dios. En la persona de Cristo el Padre ha asociado a la Madre del Hijo Redentor para llenarla de la Gracia y para bendecirnos con su presencia.
“Alégrate llena de Gracia, el Señor está contigo”. La razón de éste doble saludo es que en el alma de la hija de Sión, como la reconocemos a María en la Sagrada Escritura, se ha manifestado en cierto sentido toda la gloria de la gracia, aquella con la que el Padre, como decía en la carta a los Efesios, nos agració en el amado. Toda la gloria de la Gracia está contenida en el corazón de María. Podríamos decir nosotros que Ella es medianera de toda gracia. Toda gracia nos viene por Jesús pero encuentra en el corazón de María un canal propicio para llegar hasta nosotros. Nada de la Gracia que Dios tiene preparada para los hombres se pierde si toda el corazón mariano.
Dice Juan Pablo II: “El mensajero saluda a María como llena de Gracia, y la llama así cómo si éste fuera su verdadero nombre. No la llama por su nombre, no la llama a su interlocutora con el nombre que le es propio en el registro civil, Miriam, María, sino con éste nombre nuevo: “llena de Gracia”. ¿Qué significa éste nombre? ¿Por qué el ángel la llama así a la Virgen de Nazareth?
En el lenguaje de la Biblia “gracia” significa “un don especial” que según el Nuevo Testamento tiene la propia fuente en la Trinidad, en el misterio íntimo de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo del Dios que es Amor. Llena del Amor de Dios podríamos decir entonces. Llena de la presencia del misterio trinitario en tu corazón. Bendita Tú habitada toda por el misterio de Dios, llena de Gracia, fruto de éste amor de elección de la que habla a la carta a los Efesios 1,3 “ es fruto de la presencia de Dios en ella. Fruto de éste amor es la elección que Dios ha hecho de su persona. Esta elección es voluntad del Padre de salvar al hombre a través de la participación del hombre en la persona de Cristo que asocia en su misterio a la Madre. Es una participación de redención que Dios nos hace en Cristo y María éste título: Llena de Gracia.
Si ella está llena de Gracia nosotros podemos tomar de la Gracia en plenitud que hay en el corazón de María y es eso justamente el cometido de la Madre: Lo que a Ella llena del amor de Dios, le interesa, es que nosotros amemos ese amor que habita en su corazón. No es otro su interés sino el de ponernos en contacto con el amor de su Hijo y enamorarnos de la Persona de su Hijo. Llena de Gracia es llena del Misterio Trinitario que genera, como fruto en su corazón, la encarnación de la Segunda Persona de la Trinidad que da a luz y lo ofrece como fruto de su vientre en amor a toda la humanidad para que al final de la vida, también ofreciéndolo en la cruz, sea El asociada a Ella quien nos traiga la Gracia de la redención y toda Gracia. Ella está llena de Gracia, y como toda cosa que está llena tiende a desbordar, salir, contagiar de su plenitud.
Un signo de la plenitud de Gracia que vincula a María con Jesús es las Bodas de Caná, que 600 litros de vino significan la sobreabundancia de aquel signo que en el Antiguo Testamento se mostraba como el que iba a marcar el tiempo de redención, el vino bueno, el mejor vino, signo de la alianza.
La alianza que hay entre el corazón de la Madre y el Hijo desbordan a punto tal que son 600 litros de vino que muestran cuánto Dios está para darse y ofrecerse. La llena de Gracia desborda desde su corazón inmaculado para entregarnos a aquel que es La Gracia: Jesús. Llena de Gracia es llena de Cristo y del Misterio Trinitario. Dónde está una de las Personas de la Trinidad están todas. María es comunicadora del amor de Dios para con los hombres. Para enamorar a los hombres de Dios se ofrece de parte del Padre y su providencia como un canal a través del cual Dios nos quiere regalar éste costado tan particularmente tierno, cercano, compañero, amigo, el de María, la Mujer llena de Gracia.
Cuando leemos que el mensajero le dice a María “llena de Gracia” el contexto evangélico en el que confluyen revelación, promesas antiguas, nos da a entender que se trata de una bendición, como decíamos antes con Juan Pablo II, un tanto singular que entre todas las bendiciones, dice Pablo, Dios nos da en el Espíritu. En el misterio de Cristo, María está presente ya antes de la creación del mundo como aquella que el Padre ha elegido como Madre de Su Hijo en la encarnación y junto con el Padre la ha elegido el Hijo confiándola eternamente al Espíritu de Santidad. María está unida a Cristo de un modo totalmente especial, excepcional, e igualmente es amada en éste amado eternamente.
En este Hijo que es absolutamente uno con el Padre, en el que se concentra toda la gloria de la Gracia. Ella está y sigue abierta perfectamente a éste don de lo alto como enseña el Concilio, María sobresale entre los humildes y entre los pobres del Señor que de El esperan con confianza en la salvación.
Y todo el que se sienta pobre, abatido, humillado, todo el que se sienta caído, defraudado, bajoneado, entristecido, con el corazón opacado, con la mirada que solo le permite ver lo que tiene delante suyo, todo aquel que siente que la vida, siendo rica, no termina de explotar en su propio corazón, que hay más que una situación profundamente interna que impide el crecimiento de la vida, encuentra, en la alianza con el corazón de la Madre, la Gracia que Dios viene a derramar en la que está totalmente llena de la Gracia de Dios para bendecirnos en la situación de humillación como bendijo a la humilde esclava del Señor. Dios ha mirado la humildad de su servidora.
Tu silencio, Jesús
Esto lo dice Ella, es decir, el motivo por el cuál Dios ha querido depositar su mirada y todo su ser en mi ser es mi condición humilde. Por eso la Madre de Dios es particularmente una con el corazón de los “pobres de corazón”, con los “anaguín”, con los que sólo esperan en el Señor, con los que sólo esperan que Dios es su fortaleza, es su escudo, es su lugar de refugio. La llena de Gracia viene a hacer alianza con nosotros cuando pasamos por éstos lugares.
A veces pasa en nuestro interior una nube espesa que le quita brillo a nuestro mirar hacia adelante, que le saca color a nuestra mirada en la mirada de los demás, esa nube que entristece el corazón, esa nube que es el conflicto familiar, matrimonial, la preocupación por los hijos, esa nube que instala el ambiente tan particularmente afectado por el príncipe de éste mundo como se lo reconoce al mal en el corazón mismo de la historia desde la perspectiva bíblica. Ese ambiente enrarecido de ausencia de Dios y de propuestas de otros dioses, otros ídolos que vienen como a querer reemplazar al único Señor.
Cuando así sentimos que el corazón se nos va apagando, se nos va opacando y sentimos que la vida va perdiendo su sabor y su gusto, cuando va perdiendo sal, va perdiendo sabor, entonces es el momento justo, el más apropiado para decirle a la madre de Dios: -“estoy aquí para hacer alianza con la humilde esclava del Señor porque la alegría y el gozo se han disipado de mi interior, porque ya no encuentro motivo para vivir y sé que vos has encontrado en medio de la humillación y del desconcierto el gran motivo, Jesús, la gran razón, tu Dios, con el que quiero encontrarme para que en alianza de corazón con el tuyo pueda cantar yo también las grandezas del Señor que mira a los pobres, que derriba del trono a los poderosos y pone en lo más alto a los sencillos y a los humildes.
Así, sencillamente así, cuando la nube de la vida nos va ganando el corazón, por el lugar por donde entre, y la vida ya deje de ser vida, para sólo pensar que mejor morir que vivir, aunque no lo digamos así lo sentimos, entonces, en ese momento mi corazón está llamado a abrirse a aquella que espera que sus hijos se encuentren con ella desde el dolor, desde el sufrimiento, desde la humillación, desde la tristeza, y devolverle la alegría, llenarlos de esperanza, colmarlos de la caridad que hace que uno de aún de lo que no tiene para ofrecerse a los demás en tiempo, en escucha, en preocupaciones, en concejo, en gozo, en esperanza, de la que a nosotros también nos falta, y que cuando la damos en caridad el Señor la multiplica como multiplica el pan cuando hay que darle de comer a la multitud y sólo hay 5 panes y 2 peces.
El Señor nos pone en corazón de alianza con María en los momentos más duros para que descubramos la verdad que significa lo que Ella misma atestigua: “El ha venido a derribar del trono a los poderosos y en medio de tu humillación, tristeza, angustia, búsqueda, desesperanza, ha venido a poner tu corazón en lo alto. Deja que la “Llena de Gracia” te llene de la Gracia que hay en Ella y en comunión de alianza con ella, todo lo que hoy no tiene sentido comience a darse vuelta sólo por la presencia de Dios en tu vida como la de Ella.
El mensajero de Dios viene con una clara indicación ante lo que éste saludo ha significado para Ella y le dice: “No temas María porque Dios has hallado gracia delante de Dios. Dios ha depositado su Gracia en tu corazón y Dios ve reflejado en tu propia mirada la gracia que ha puesto en tu corazón. “Dios se ve reflejado en ti” es lo que le dice el ángel. Vas a concebir en tu seno y vas a dar a luz a quien podrás por nombre Jesús.
El será grande y será llamado Hijo del Altísimo. Cuando la Virgen, turbada por ese saludo extraordinario pregunta: -“¿Cómo va a ser esto pues no conozco varón?, el ángel la confirma y le explica con éstas palabras:-“ El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra por eso el que ha de nacer será Santo, será llamado Hijo de Dios. La anunciación es la revelación del misterio de encarnación al comienzo mismo de su cumplimiento aquí en medio de nosotros.
El donarse salvífico que Dios hace de sí mismo en el Misterio Trinitario poniendo al Hijo en el Seno de María por la acción del Espíritu Santo comienza a ser acto de nueva creación. Es el Misterio que se esperaba a la Plenitud de los Tiempos. El tiempo maduro de Dios para ofrecernos la redención. Dice Juan Pablo II: es un vértice entre dos donaciones de Gracia en la historia del hombre y el Cosmos. María es la llena de Gracia por la encarnación del Verbo, la unión del Hijo de Dios con la naturaleza humana se realiza y se cumple precisamente en Ella.
María, como dice el Concilio, es Madre de Dios Hijo y por tanto la hija predilecta del Padre y sagrario del Espíritu Santo, con un don de Gracia tan alto antecede con mucho a toda criatura del cielo y de la tierra. Aquello que decíamos al principio en la carta a los Efesios al hablar de las bendiciones y la historia de Gracia de Dios, el Padre que nos agració en el amado, en María encuentra su plenitud por eso es “llena de Gracia”.
Padre Javier Soteras
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