13/08/2021- “Cuando un bebé llega a este mundo, asistimos a unos de los eventos más prodigiosos que puede ofrecernos esta vida. Con nuestros ojos llenos de asombro y nuestro corazón desbordante de alegría descubrimos en ese diminuto ser, dos aspectos que se manifiestan al mismo tiempo: su pequeñez y su grandeza; que late misteriosa ante una mirada atenta y amorosa”, dijo Ángela Sannuti, Lic. en psicología y tallerista, quien nos acompañó en el programa “Hoy puede ser”.
“La pequeñez y la grandeza de cada ser humano es universal y está presente en cada uno de nosotros desde que nacemos. Nuestro destino natural es crecer físicamente, pero lo que más nos cuesta es que nuestro destino natural también es madurar psicológica y afectivamente y despertar a la grandeza de nuestro ser; ése es el trabajo de la vida”.
“La fragilidad, la vulnerabilidad, son aspectos inherentes en nuestro devenir humano. Cada vez que los asumimos como nuestros, nos hacen crecer y nos ayuda a enfrentar las dificultades que la vida nos presenta. Más reconocemos y aceptamos nuestras partes frágiles, más estamos en condiciones de desarrollar nuestra fortaleza interior, nuestro coraje, nuestro valor y nuestra comprensión. Y sobre todo desarrollamos la empatía con los otros, que nos permite reconocerlos como pares, con quienes compartimos el camino de la vida”.
“Todos sin excepción, nacemos amando la vida; pero algo sucede por lo cual, poco a poco, casi sin darnos cuenta, la vida misma nos asusta. Nos vamos atrincherando en nuestra pequeña visión del mundo, que siempre será más pequeña que el mundo que nos circunda. No sólo nos asustan las dificultades, los desafíos que se nos presentan, también nos asusta la posibilidad de ser felices, de abrirnos a la abundancia de la vida”.
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