Orgullo sano e insano

lunes, 14 de octubre de 2024
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11/10/2024 – El padre Javier Rojas y Paula Torres hablaron de este tema en un hermoso programa desarrollado en vivo en los estudios de Radio María TV, ubicados en el centro de la ciudad de Córdoba. El sacerdote jesuita y la comunicadora nacida en Salta expresaron que “el orgullo es una emoción compleja y a menudo malentendida. Para muchos, hablar de orgullo puede parecer algo negativo, relacionado con la soberbia o el egoísmo. Sin embargo, el orgullo tiene también una faceta positiva, que es la capacidad de valorar y reconocer lo bueno y valioso que hay en nuestras acciones y en nuestra identidad. El problema no está en sentir orgullo, sino en cómo se manifiesta y qué lugar ocupa en nuestra vida”.

“Hay dos tipos de orgullo: el orgullo-comportamiento y el orgullo-identidad. El primero se enfoca en el reconocimiento de nuestras acciones y logros, mientras que el segundo se centra en nuestra percepción de quiénes somos. Ambos pueden vivirse de manera sana o insana, dependiendo de si nos llevan a crecer o a encerrarnos en una imagen de nosotros mismos que busca ser validada constantemente. Vamos a analizar las características de cada uno, cómo discernir entre orgullo sano e insano, y cómo podemos vivir con un sentido de auto-valoración que nos ayude a ser más libres y auténticos. Para ello, utilizaremos ejemplos del Evangelio que nos muestran cómo Jesús nos invita a vivir desde la humildad y el verdadero reconocimiento de nuestro ser”, indicó el padre Rojas.

Además, Paula compartió que estuvo visitando días anteriores a su provincia natal, donde estuvo en en la fundación Alfarcito. En la historia de esta institución se destaca que el ya fallecido padre Chifri, Sigfrido Moroder, fue enviado a la región andina de la Quebrada del Toro en el año 1999 y a partir de ese momento su trabajo incansable fue promover a los habitantes de esa región. Luego de varios proyectos sociales, como el Centro Artesanal, el Colectivo de los Sueños, surgió el primer Colegio Secundario Albergue de Montaña, ubicado en El Alfarcito, lugar equidistante de las 25 comunidades de los cerros. Con su construcción y la convocatoria de voluntades, el padre Chifri creó la Fundación Alfarcito para poder cumplir con sus objetivos.

Asimismo, Torres destacó la labor de la otra institución visitada, la Casita de Belén de la ciudad de Salta (Urquiza 459), acompañada por el padre Marcos Algorta y Lourdes Rodríguez Cornejo. Esta entidad es una obra preventiva cuya finalidad es la educacion integral de niñas y niños en situación de vulnerabidad.

Por su parte, el padre Javier comentó que está a punto de reeditar un libro ya publicado: “Puertas del silencio. La santidad en la vida cotidiana”, que relata la historia del venerable hermano jesuita José Marcos Figueroa. José Marcos había nacido en Tinajo, en la Isla de Lanzarote, España, el 7 de octubre de 1865. Sus padres fueron Nicolás Figueroa y Rafaela Umpiérrez. José Marcos fue el mayor de cuatro hermanos. Toda su familia marchó hacia Uruguay en el año 1873. Se instalaron en Santa Lucía, en la zona de Canelones, cerca de Montevideo y se dedicaron como en la tierra natal, a la agricultura. José Marcos asistió a la escuela solamente cuatro meses por la necesidad que tenían sus padres de él.

Hasta la edad de 20 años permaneció junto a sus padres. El 30 de enero de 1886 se fue a Montevideo siguiendo el llamado de la vocación y poco después, el 12 de agosto de 1886, entró en el noviciado de la Compañía de Jesús, en Córdoba, Argentina. Algunos meses después, en mayo de 1887, José Marcos contrajo la enfermedad de la viruela. Esta experiencia de la enfermedad de la viruela pero, sobre todo la muerte de su enfermero, que se contagió de esa enfermedad, marcó profundamente al hermano Figueroa. El 28 de mayo de 1888 el hermano Figueroa partió destinado a Santa Fe, donde terminaría su noviciado. Delante del padre Bustamante, pronunció sus votos perpetuos el 15 de agosto de ese mismo año. José Marcos comenzó a trabajar en el Colegio con el oficio de segundo enfermero y de comprador. Poco tiempo después inició también su trabajo en la portería ayudando al hermano Laurindo Da Silva que se desempeñaba en el cargo de portero desde 1862. Este fue el que le enseñó a Figueroa el “arte de ser portero”. Desarrolló con gran amor este oficio durante más de medio siglo.