Perdonar, don de Dios

lunes, 10 de noviembre de 2014
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Orar7

10/11/2014 – Después dijo a sus discípulos: “Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona!Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo.Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, perdónalo”.

Los Apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El respondió: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, ella les obedecería.”

Lc 17,1-6

 

La grandeza y el poder de Dios se manifiestan especialmente en su paciencia y en su compasión, por eso se nos pide ser compasivos como el Padre celestial es compasivo con nosotros. No hau un límite para el perdón, porque el hermano siempre necesita una nueva oportunidad. Es verdad, nos cuesta mucho, pero el vivir el perdón da a nuestro corazón una gran libertad y grandeza.

“No nos cansemos de hacer el bien que a su tiempo tendremos una cosecha si no desfallecemos” decía San Pablo a los Gálatas. “El que perdona se dispone mejor a ser curados por Dios” dice el libro del eclesiástico. El perdón es un pedido que Dios nos hace. La venganza y las agresiones provocan daños peores.

¿Cómo vivir el perdón cuando más nos cuesta? El perdón es un don de Dios y sólo lo podemos vivir si antes lo hemos pedido para vivirlo. Es como todas las virtudes, la fe, la esperanza, el amor… suponen un camino y el primer paso, es pedir la gracia a Dios.

“El ojo por ojo y el diente por diente” del antiguo testamente responde al hombre viejo, Jesús nos propone algo superador. Dios contagia a quien se lo pide de su misericordia. Es cierto que la vivencia del perdón es exigente, pero también es verdad que cuando lo vivímos estamos haciendo algo que es divino porque solo se puede desde Él. Vamos a ser perdonados en la medida en que nosotros sepamos perdonar. Tan grande es este don de Dios que no puede quedar encerrado en uno mismo. Si nosotros hemos recibido este don de Dios y hemos sido perdonados, también deberemos perdonar a los demás. Esto también supone la fe que piden hoy los discípulos a Jesús.

Si no entendemos que el perdón es un don de Dios se nos hace imposible vivir este camino al que Dios nos invita a recorrer, por eso necesitamos la fe. Bastaría una fe pequeñita como una semilla de mostaza para que podamos hacer grandes cosas. Por ende esa confianza humilde en el poder de Dios puede darnos fuerzas para perdonar.

Desde la fe, y con la gracia de Dios, podemos dejar al hombre viejo y pasar al hombre nuevo que nos trae Cristo, con misericordia y grandeza de corazón. ¿En qué consiste la fe? está más allá de toda difinición. La carta a los Hebreos nos va a decir que “la fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”. La fe no es un estatuto de privilegiados ni algo que nos anestesia ante la realidad, sino que desde la fe como don de Dios nos invita a poner nuestra confianza en Alguien. Ese Alguien es Dios mismo quien sostiene toda nuestra vida.

La fe nos concede una luz que ilumina toda nuestra existencia. Por eso la fe en Dios no es reaccionaria sino constructiva y comprometida en un mundo mejor, más justo y más fraterno. La fe a través de la oración, del estudio, de la comunidad va haciéndola crecer. Así la fe que recibimos en el bautismo se acrecienta sin límites. “La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido. Es la experiencia de ser salvados por Él la que nos mueve a amarlos siempre más” dice el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Es nuestro encuentro personal con el amor de Jesucristo que nos salva, sin esta vivencia es muy facil ser escándalo, es un muy difícil el perdón y vivir desde la fe.

Desde el amor, una mirada superadora a la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente), sólo es posible perdonar. Por eso San Pablo dirá “el amor es compasivo, el amor lo todo, lo acepta todo, …”. Nunca el odio es generador de actitudes nuevas, al contrario, tira al hombre hacia atrás y hacia abajo.

Padre Daniel Cavallo