“Pidamos que Dios nos ayude a amar la Eucaristía”, dijo el padre Martín Rebollo Paz

lunes, 5 de abril de 2021
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05/04/2021 – El pasado Jueves Santo el padre Martín Rebollo Paz, vicario parroquial de la basílica San José de Flores en Buenos Aires, nos habló de la Eucaristía. “Comenzamos el Triduo de Semana Santa, y comenzamos con un gesto que es muy grande y muy hermoso. La Última Cena. Jesús sabía que se le acababa el tiempo, que en pocas horas más iba a quedar solo y también que tenía que dejarle a los discípulos algo así como lo más grande; esas cosas que se dicen en el momento de las despedidas. Ellos no suponían todavía qué era. Quién iba a pensar que aquella Pascua iba a ser distinta a la de otros años… pero el Señor les enseña con el gesto del Lavatorio de los pies, qué es lo que va a suceder después. En nuestro corazón se da lo más noble y bello y también las miserias peores, así somos, como lo que ocurrió con los discípulos en aquella Última Cena”, sostuvo el padre Martín.

“Dice el evangelio de san Juan en el capítulo 13: “Jesús, que amaba a los suyos los amó hasta el fin, hasta el extremo”. Jesús fue aprendiendo en su vida, con María y con José, lo que significa amar a los demás. Es su testamento, el testamento del amor. Desde chico fue mamando en su casa, en su familia, en el trabajo, con sus amigos, lo que significa amar a alguien, jugarse por alguien. Se dio cuenta de que en el arte de amar. Hay que darse por entero. Es lo que dijo San Bernardo: “La medida del amor es amar sin medida”. Por eso en esta noche, Él sabe que está llegando el final de su vida y quiere demostrarles el amor a sus discípulos con un gesto muy sencillo”, agregó

“Los discípulos seguían a su Maestro, Él había hecho milagros, había curado a tantos enfermos, había multiplicado los panes, ellos pensaban que Jesús se iba a mandar un “milagrazo” de aquéllos y, sin embargo, se pone la toalla en la cintura y les lava los pies.   Claro, cómo iban a entender lo que estaba haciendo,  era una locura. Ese era un gesto propio de los esclavos, era la tarea más baja de los esclavos.  Cómo podía ser que el Señor, el Todopoderoso se agachara a lavarles los pies llenos de tierra. Acá está la maravilla de esta noche: Dios, el Creador, el Todopoderoso, se abaja, se hace pequeño, pobre y nos lava los pies a cada uno de nosotros. Es la locura de Dios, la locura del amor”, indicó Rebollo Paz.

“Jesús es bien clarito: hagan ustedes lo mismo. ¿Y no es que tenemos que lavarnos los patas porque están sucias, no? Nos invita a tener su misma actitud: servir a los demás. Nosotros, los que escuchamos Radio María, sabemos lo que significa servir. El servicio en nuestras comunidades, pero también el servicio en casa, el servicio en nuestra vida cotidiana, en el barrio, en el trabajo, en el colegio, en la facultad. Que esta noche aprendamos de Jesús a ayudarnos unos a otros. Eucaristía y servicio van unidos, son inseparables! Estamos llamados a ser Eucaristía, estamos llamados a ser pan para los demás. En esta última Cena, Jesús nos deja el gran regalo de su la Eucaristía. Jesús quiso quedarse para siempre entre nosotros en este Sacramento de Amor.  Otra vez la locura de Dios: quedarse en un pedacito de Pan. Es que Jesús elige siempre lo más simple, lo cotidiano. Si hasta nosotros decimos: “Ese es bueno como el pan o es un pan de Dios”. Claro, Jesús sabe lo que necesitamos comer cada día: un frágil pedazo de pan y un poco de vino y la misma vida de Jesús que se nos da como alimento para todos”, reflexionó el sacerdote porteño.

“Sí, para todos, porque la comunión, como dice el Papa Francisco: “no es un premio para los justos, sino fortaleza para los débiles”. A veces se escucha por ahí que dicen “no voy a Misa porque mirá aquellos van a Misa y hacen lo mismo que todos… es que justamente por eso venimos a Misa, porque somos pecadores, porque necesitamos de la fuerza de Dios. Es que descubrimos que solos no podemos, no nos dan las fuerzas para seguir caminando. Jesús lo había dicho: “el médico no es para los sanos, sino para los enfermos; yo no he venido para los justos sino para los pecadores”. Que Dios nos ayude a amar la Eucaristía, que a través de estas manos frágiles y pecadoras de los sacerdotes quiere quedarse presente entre nosotros”, dijo el Martín.

“En nuestra Arquidiócesis de Buenos Aires, esta mañana celebramos la Misa Crismal. En esa Misa todos los sacerdotes renovamos, ante nuestro obispo, las promesas sacerdotales que hicimos el día de nuestra ordenación. Hoy es el día de la institución del sacerdocio ministerial, es un día para rezar especialmente por los sacerdotes, por los que están cerca y por los que pasaron, por los que nos caen bien y los que no tanto. El sacerdocio es un regalo de Dios para su pueblo”, cerró expresando el padre Rebollo Paz.