Poner el corazón en la sintonía del querer de Dios

martes, 11 de febrero de 2020
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11/02/2020 –  “En   aquel   tiempo,   se   reunieron   junto   a  Jesús  los  fariseos  y  algunos  escribas  venidos  de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).

Y los fariseos y los escribas le preguntaron:

«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?».

Él les contestó:

«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».

Y añadió:

«Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre” y “el que maldiga a su padre o a su madre es reo de muerte”. Pero vosotros decís: “Si uno le dice al padre o a la madre: los bienes con que podría ayudarte son ‘corbán’, es decir, ofrenda sagrada”, ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os transmitís; y hacéis otras muchas cosas semejantes».”

Marcos 7, 1-13

Este hermoso texto del evangelio que compartimos en el día de la Virgen de Lourdes, nos presenta esta posibilidad de mirar desde nuestro interior. Muchas veces estamos acostumbrados a la apariencia, aferrados a lo que no importa. Nos quedamos en la superficie.

Avanzando en la lectura del día destacamos tres palabras puntuales e importantes: Labios, corazón y descuido. Son las tres palabras en donde podemos ver la clave del Reino de Dios, en donde queda claro que la esencia no está en la apariencia sino en mirar las realidades más profundas de nuestra vida, en nuestro corazón”.

La palabra de hoy es un alerta para la Iglesia, para toda comunidad. Si nosotros nos esclavizamos a las normas pero descuidamos el espíritu para prestar atención a realidades que quitan el sentido de la vida, en el fondo, somos hipócritas. Esto es lo que Jesús quiere denunciar.”

En Maria nada tuvo doble sentido, nada tuvo de hipocresía. Dios nos regalo en Ella la posibilidad de aprender a tener un corazón puro. Alguien que no descuido ni siquiera en lo más mínimo el poder cumplir la voluntad de Dios, por eso Jesús la alaba. Así Maria se transforma en intercesora.

Tenemos que pensar en cómo mis labios proclaman la Palabra de Dios, si mi corazón está en sintonía con el querer de Dios y si nos ocupamos demasiado de las apariencias.

 

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