¿Quién dijo que este año no va haber semana santa? ¡Si Jesús está vestido de blanco o de azul en los hospitales! ¿Quién dice que el Nazareno no puede hacer ayuno y abstinencia? ¡Si está ahí, atendiendo enfermos en las urgencias! ¿Cómo que no habrá Vía Crucis con Jesús en nuestras calles? ¡Si está en nuestros médicos que caen rendidos, exhaustos, como humildes cirenéos ayudando a cada paso, enfermeros, administrativos, codo a codo sin descanso!
Ejército, gendarmería, policía, patrullan calles desiertas y no están con sus familias sino cuidando a las nuestras.
Nadie diga que el Señor no está en las calles presente cuando en las iglesias solitarias los sacerdotes celebran misa diariamente.
Con cansancio en la mirada, con buen humor, sin fallarnos, también Cristo está presente en cualquier supermercado reponiendo las góndolas o en la caja, cobrando. Jesús viene en un camión con sus colores pintado, recoge nuestro desechos y se va sin ser notado.
Cuando veo a tanta gente que a los suyos ha enterrado, veo también a María con su Hijo en el regazo. Y aunque a todos nos asuste el pasar por el sepulcro ahí está la fortaleza de Aquel que ha vencido al mundo. Tal vez no haya procesiones con imágenes talladas, pero ya ves, Cristo sale al encuentro de tu alma, en mil rostros, escondido, sin cirios y sin campanas. Que aunque no haya procesiones por acá, en éstas Pascuas, seguirá oliendo el incienso que queda en nuestras almas.
El Amor salta las tapias, el corazón no se encierra. Será una Semana Santa, más que nunca y verdadera.
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