¿Quién es éste lejano y próximo a la vez?

lunes, 1 de junio de 2009
image_pdfimage_print




Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo:  “Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.”

Juan 17; 1 – 11

Muy buenos días, queridos amigos, estamos en esta mañana compartiendo con gusto esta jornada con una mirada de esperanza, animados por la palabra de Dios, esa palabra llena de luz, de sabiduría, eso que es tan esencial para nosotros y que por eso no podemos dejar de anunciar y proclamar, eso que vemos con nuestros ojos, que tocamos con nuestras manos y que oímos con nuestros oídos, eso que sentimos en nuestro corazón y que nos regala Dios, es lo que nos permite estar buscándolos a uds., acompañándolos, trayéndoles la palabra e insistiendo y tocando la puerta de sus corazones para que puedan también la alegría que gozamos en el Espíritu.

Acá estamos en la  República Oriental del Uruguay, dando gracias en este camino de tiempo final de la Pascua, en este camino hacia Pentecostés, también preparando nuestro corazón para el encuentro y el abrazo en la caridad, en el don del Espíritu y del espíritu sus siete dones que puedan ir reanimando y reavivando nuestra vida de fe para vivir este tiempo de la misión continental, esta vocación tan hermosa, este llamado que nos ha hecho el Señor a revivir  nuestra dimensión de Iglesia, nuestra verdadera identidad, ser evangelizadores y hacer llegar el llamado de Dios a tantas conciencias que están a la espera de nuestro anuncio.

Con mucho gozo y mucha esperanza Radio María va caminando aquí en el Uruguay llegando a su cuarto año de presencia, con una llamativa y maravillosa coincidencia – en términos temporales – y en términos de fe – para hablar con más propiedad y verdad, con esta providencia de que este cuarto año coincide nuestro cumpleaños con la fiesta del despertar de la Iglesia en el don del Espíritu Santo, con la fiesta de Pentecostés.

Hoy contemplando el oficio de las lecturas de la liturgia de las horas, en esta fiesta tan linda que es San Felipe Neri, y San Agustín tiene – como siempre – esas apreciaciones, clarividencias y certezas en la expresión de la fe, esa palabra que es un bastón en el camino para el hombre de hoy, ya que donde abundan las dificultades, los pecados y las rebeldías del hombre, hay un gran signo de una mayor y mas abundante presencia de la gracia de Dios en nuestra vida.

Tienes la fe, no te olvides de la fe, esta verdad es un acontecimiento, Jesús está mas presente donde hay experiencia de pecado, así lo dice Pablo, donde abundó el pecado sobreabundó la gracia.

Entre las cosas lindas en las que a mí se me dilata el corazón está cuando me detengo y le pido al Espíritu Santo que se haga dueño y señor, que proceda, que aunque vea que yo tengo un poco de miedo, él se tome la atribución de proceder a su manera en mi existencia, en mi vida, en mi libertad, en mi interior, pues es la única manera en que el Espíritu de Dios pueda obrar el proyecto de Dios en nosotros, que le permitamos a él ser el Señor, que vaya indicando, pulsando y actuando sin obstáculos dentro nuestro, y desde nuestra pequeña lucecita de la libertad estemos abiertos a esta forma de vida, este es el desafío de la fe.

Animarnos a vivir por entero de Dios, cuanto mas vivamos de Dios, mas vamos a poder bailar, divertirnos, gozar de las cosas de la vida intensamente y en su justa medida, con una equidad y un equilibrio totalmente superiores a lo que a veces la apetencia solo humana nos va llevando, ya que a veces nos lleva a ciertos desordenes, pensando en un camino de felicidad o a veces atándonos caprichosamente a ciertas propuestas, a ciertos propósitos de vida, pensando que allí está lo mas grande de nuestra vida.

La sabiduría del evangelio es dejar que Dios diga, que Dios muestre, y la grandeza del hombre está en aceptar el proyecto de Dios que es infinitamente superior a cualquier proyecto humano.

A lo largo de este tiempo hemos estado hablando de la espiritualidad desde abajo, esta literatura de Anselm Grün que nos ha estado ayudando es esa intención de poder responder a esa búsqueda del diálogo con Dios desde el fondo de la persona, uniendo esto a lo que meditábamos de San Agustín, tomé dos frases muy lindas de San Agustín que hoy me cautivaron la meditación: ¿Quién es éste lejano y próximo a la vez sino aquel que por su misericordia se nos hizo cercano?

Hoy nosotros podemos contemplar el proyecto de Dios en esta expresión tan sintética, tan acabada, tan real y tan profunda que nos pone en la dimensión de la raíz de los acontecimientos y en el final de los acontecimientos.

La fe actuada por el Espíritu y por los dones del Espíritu podemos entrar en la raíz de los acontecimientos y no solo pensar que estamos en la realidad cuando en realidad estamos solo en la epidermis o en las circunstancias, contemplando y juzgando con nuestra débil mirada humana.

Hay una gracia mas profunda y una razón infinitamente superior de todo acontecimiento, todo hecho tiene una raíz honda y para entrar allí hace falta la gracia de la fe y los dones del Espíritu y hay una razón definitiva en cada acontecimiento y para poder entrar  allí también hace falta la gracia de la sabiduría, del entendimiento, de la ciencia, del consejo, en fin de los dones del Espíritu Santo.

¿Quién es éste lejano y próximo a la vez sino aquel que por su misericordia se nos hizo cercano? Hemos celebrado la fiesta de la Ascensión del Señor para los cielos, aquel que se va pero permanece. Esta pregunta queremos develar también en nuestra oración y en nuestro descubrimiento.

La maravilla de la situación en el mundo cuando el Señor se hizo presente en el Hijo, no había otro camino que decirle al hombre que la misericordia, la compasión es el único camino elegido por la providencia para que el hombre entienda que Dios es mas que el pecado y que Dios no renuncia a mi transformación, a mi plenitud,  a mi conversión y a mi santidad que no es mía sino que es una proyección, un ser abrazado en el Ser íntimo de Dios, no hay cosa mas grande que esto.

No hay nada mas grande que ser abrazados por la caridad del Padre hacia el hijo y que es el Espíritu, por esta dinámica intratrinitaria, el ser humano entra a participar de la condición divina. San Pablo dirá, empezamos a ser hijos y por tanto herederos, y coherederos con Cristo. Aquel que era hijo único también dirá San Agustín: el Hijo único murió por nosotros para dejar de ser único. Quizá podamos decir en una buena mirada de la palabra de Dios con San Pablo que Dios ahora sigue teniendo un hijo único porque todos somos hijos en el Hijo.

Que hermoso esto de San Agustín, la cercanía de Dios, que gran acontecimiento el del cristianismo ¿no? 

Que lastima que a veces no tenemos demasiados ojos para ver, para comprender, hoy meditaba un salmo y pensaba este es el salmo para la misión, para sufrir por todos los que no están salvados, por todos los que no conocen a Jesús, dice: Que todos los pueblos te alaben Señor!!

Me surgió en el corazón la necesidad de sentir así, es el salmo de los que sufren porque no todos conocen la salvación y creo que tenemos que amar de tal manera, que tenemos que ser partícipes de este sufrimiento, Que el Señor tenga piedad y me bendiga, que ilumine su rostro sobre nosotros, conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación!  

Tenemos que ser deseosos de este TODOS, como tenemos que con la acción de la gracia ser más universales, mas saliendo de nosotros para no ocupar toda la fuerza en resolver lo nuestro, sino que lo nuestro se resuelva en la entrega. En este estar demasiado preocupado de nosotros, que es un cultivo del propio yo, un obstáculo para el reino de Dios, cambiar esta dinámica por la de salir de nosotros, esa dimensión misionera que tiene que ir despertando el encuentro con el Señor, la caridad. Así hizo Dios con nosotros.

¿Quién es éste lejano y próximo a la vez? Esta es la capacidad del Señor. Hay tanta gente que no entiende como un cristiano puede perdonar, puede sanarse de odios, de heridas, de vejaciones, de atropellos, de desprecio, cómo un cristiano puede superar el desamor de sus padres, una persona que sufrió desde el vientre de la madre porque fue resistido y arrastró toda la vida el desprecio y cuando se encontró con Dios, encontró de tal manera la experiencia del amor del Padre que se le sano y se entendió a sí mismo como un designio y que los obstáculos que lo hirieron no fueron nada mas que el lenguaje de un designio divino eterno por el cual él tenía la misión de descubrirse con el tiempo  después de un dolor y también para una misión, para que no me quede en mí mismo cuanta fuerza tiene el amor de Dios, cuánta profundidad, hasta donde puede calarnos y hacernos de nuevo. Yo estoy maravillado de esto. ¿Quién es éste lejano y próximo a la vez? 

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.  “Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.  Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.  Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.  Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno”. Amén

Esta es la oración del lejano y del cercano, del que tiene la posibilidad y la capacidad de estar como un puente en la ribera de la eternidad, desde la verdad de siempre junto al Padre, y en la ribera temporal, aquí con nosotros en la tierra, el Señor tiene la condición de puente de pontífice, él es el que nos habla, el que reza por nosotros de esta manera, el que se vincula con el Padre, de esta manera que acabamos de compartir. Este es el lejano y el próximo a la vez, el mas grande prójimo, Jesús, aquel que se llega hasta nosotros y de esta manera nos enseña que la única manera de hacer un encuentro es a través de la misericordia, de la compasión, de la condescendencia.

Él por su misericordia se hizo cercano, accesible y condescendiente y mantiene de tal manera la cercanía con el Padre y con nosotros, que así como es uno con el Padre, siendo el único Dios verdadero, pide al Padre una proyección de esta gracia de unidad para con nosotros. Como Tu y yo somos uno, que ellos sean uno en nosotros. Que manera de amar el Señor!

Qué linda manera de rezar que tiene el Señor, “ha llegado la hora”, antes de partir de este mundo el Señor, este domingo hemos celebrado el gran misterio de la Ascensión del Señor, parece que la Iglesia esta celebrando cosas que no tienen nada que ver con la realidad, si embargo creo que la Iglesia está bastante mejor ubicada de lo que muchos creen.

No porque la Iglesia sea algo por sí misma en su condición humana, sino porque el Señor se está manifestando en ella y está manifestando los hechos de la historia y los hechos del presente y que este presente está llamado a la gloria, por eso es un presente  que debe ser amado y valorado en su justa medida, evangelizado, es un presente que necesita de la conversión de cada uno de nosotros y esta es la mejor manera de apacentar, dejando que el Espíritu se nos meta hondo en el corazón.

Jesús se convierte en el gran mediador, el gran consuelo del hombre, no puede Dios despreciar a nadie. A veces me cuesta entender, cómo una persona se puede sentir rechazada por Dios, o juzgada, o no se acerca a Dios porque no tiene derecho, no tiene dignidad, ¿ese concepto es más importante que el amor de Dios? Eso me pregunto yo.

Que lindo poder compartir el somos de Dios. Esto es muy importante, lo que el Señor ha hecho, la cercanía, lo accesible que se ha puesto el Señor con nosotros. La Iglesia tiene una oración muy linda, que se reza en Misa, una oración colecta, porque colecta, junta, reúne en nombre de todo el pueblo de Dios, eleva en una sola oración litúrgica la necesidad de todo el pueblo de Dios.

El nervio de esta oración es esto: Dios nunca manifiestas tu poder más que cuando perdonas, cuando das misericordia. Nunca Dios manifiesta más su omnipotencia que cuando nos perdona. La accesibilidad, el ponerse a tiro, el estar a mano de las personas.

Pensar que cada persona puede y debe estar preparada para experimentar el amor de Dios, que cada corazón humano está preparado para recibir el amor del Padre en el Hijo, que el Hijo sopla sobre nosotros: “reciban el Espíritu” esa donación de vida de la primera creación la renueva el Señor ahora en Pentecostés.

Cada corazón está preparado de un modo ideal para recibir el Espíritu… Todo corazón está preparado para la gloria de Dios, en este momento, aquí y ahora, no mañana, ni después que me confiese, aquí y ahora. Seamos reales, Dios es real, Dios ama concreta y verdaderamente a las personas. Dios quiere tocar y entra con pies descalzos y de manera respetuosa y delicada en el corazón de cada uno, entra siempre delicado porque ese corazón puede estar lleno de llagas, de pecados, de heridas y de indignidades. No tenga miedo, cada corazón está apto para el amor de Dios.

La vida es un proceso, no de dominio sino de abandono y de entrega, donde uno acepta los procesos que Dios ha elegido para uno, y no tener miedo que Dios nos da el Espíritu y el Espíritu resuelve todas estas preguntas.

Damos término a la transmisión y los aliento para que sigan siempre adelante y que María siga sosteniendo sus pasos.