Reconocer lo que nos cuesta y entregarlo

lunes, 5 de septiembre de 2011
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El 24 de mayo de 1937, con un corazón feliz y agradecido, la hermana Teresa se acercó al altar de Dios para pronunciar su sí. Su sí final, entregándose a Jesús en amor esponsal para el resto de su vida.

La ceremonia tuvo lugar en la capilla del convento de Darjarliin con el arzobispo Perrier, sacerdote jesuita, quien era que oficiaba la celebración. Siguiendo la costumbre de Loreto, ahora se llamaría madre Teresa, aparte de su obvia alegría por su profesión perpetua no había nada de extraordinario en ella como para atraer la atención del arzobispo o de cualquier otra persona.

Afortunadamente han perduraron algunas de sus disposiciones interiores en otra carta escrita al padre Hanbrecobich:

 

“Querido padre Jesús, dice madre Teresa, se acercan las fiestas de navidad, cuando le llegue esta carta, estaremos disfrutando de la alegría del niño Jesús. Por este motivo le envío mis sinceras felicitaciones, que el querido Dios le conceda hacer mucho por Él y por las almas. Pídale lo mismo para su misionera. Seguramente sabe que hice mis votos perpetuos, también pensé en usted ese día. Si supiera lo feliz que fui, y lo feliz que soy. Por mi propia voluntad he querido encender mi propio sacrificio, ahora suya y para toda la eternidad. Seguro que no se puede imaginar a la Gonda, ese es su nombre de antes, ahora como esposa de Jesús, pero Él ha sido siempre tan infinitamente bueno conmigo como si hubiera querido asegurarse la posesión de mi corazón para sí. De nuevo le agradezco sinceramente todo lo que ha hecho por mí. La hermana Gabriela, está aquí, trabaja maravillosamente por Jesús, lo más importante es que sabe sufrir y al tiempo reír. Eso es lo que más importa, sufrir y reír. Me ayuda mucho, de diferentes maneras, si no fuera así yo sola seguramente habría fallado en algo. Está siempre dispuesta a ayudarme y yo soy mala que me aprovecho de su bondad, dice madre Teresa. La hermana bernarda hace sus votos el 23 de enero del 1938. Gracias a Dios ahora todo va bien, de nuevo, seguro que Jesús la ha elegido para algo especial, puesto que Él le ha dado tanto sufrimiento y ella es una verdadera heroína soportando todo con valor y con una sonrisa.

Si queremos que Véngala sea de Cristo, tenemos que pagar con mucho sacrificio. Ahora realmente me alegro cuando algo no va como deseo, porque veo que Él quiere nuestra confianza. Por eso ante la pérdida alabemos a Dios como si lo tuviéramos todo”.

Y con esta actitud gozosa en medio del dolor, del sufrimiento, en medio de la pruebas y entre las oscuridades, quien está llamada a ser luz y que nos va a mostrar cómo llenaba de rayos de luz la experiencia de encuentro y compromiso los fines de semana con los pobres, nos invita ahora, en el comienzo de la catequesis, a trabajar desde este lugar nuestro encuentro hoy con Jesús.

¿Cuánto de lo que hoy te cuesta, cuánto de lo que hoy te duele, cuanto de los fracasos tuyos de hoy, el Señor te pide que le entregues para completar en Él lo que falta a su entrega y a su dolor, a su padecimiento y a su pascua?

Hagamos un acto de reconocimiento de nuestras fragilidades y dolores, de nuestros sacrificios y entregas, de nuestros desafíos, también de nuestros fracasos, de lo que nos cuesta y de lo que no nos sale, de lo que se hace esperar y no llega, de todo aquello que de alguna forma nos hace sufrir y el Señor nos dice que lo entreguemos y lo ofrezcamos.

Vamos hacer una gran ofrenda hoy, en el camino de la catequesis a Jesús, para que en la entrega y la ofrenda de lo nuestro, se multiplique su gracia a favor de nuestros hermanos.

 

Esto que Madre Teresa anhelaba la completa unión con Cristo, que sufrió en la cruz, ella como se llama a sí misma, su pequeña esposa, no podía ser otra cosa que estar unida a Él, en su pascua, si ella no podía quitarle su dolor, entonces estaría allí por así decirlo, con Él en la cruz. Al hacer la elección de compartir la carga, de su amado, asumió las cruces que acompañaban su constante entrega de sí misma.

El desafío diario de lucha para superar sus faltas, fue una parte de la cruz de Madre Teresa, confió a su ex confesor su esfuerzo por vencer el orgullo, sin embargo, casi sin darse cuenta, había salido victoriosa de muchas batallas. Mientras ella se lamentaba de la misma Gonda orgullosa, otras estaban impresionadas por su humildad. La hermana Gabriela, una de las amigas de la infancia y ahora compañera de Loreto, escribió al padre director el mismo día, “Creo que Jesús ama mucho a la hermana Teresa, estamos en la misma casa, me doy cuenta de que todos los días intenta agradar a Jesús en todo, está muy ocupada, pero no escatima esfuerzos, es muy humilde, le costó mucho alcanzar esto pero creo que Dios la ha elegido para grandes cosas. Hay que admitir que sus acciones son totalmente sencillas pero la perfección con la que se hace, es precisamente lo que Jesús pide de nosotros”.

 Madre Teresa se esforzaba de verdad por beber el cáliz hasta la última gota. Al vivir su compromiso de ser sólo toda para Jesús, como decía ella. Otra hermana de la comunidad, afirmaba, “Estaba muy, muy enamorada de Dios todopoderoso”

 

Hoy te invitamos a compartir que situaciones de dolor estás llamado a entregar a Jesús para unirte a su sufrimiento y completar lo que falta a su redención.

 

Después de su voto perpetuo, Madre Teresa volvió a su tarea en la escuela San Marie, con su entusiasmo característico. Volvió a enseñar y a desempeñar las actividades normales de cada día, para una religiosa en Loreto.

Una de su compañera destacaba de ella, “Era muy trabajadora, muy tenaz, siempre lista para esto y para aquello, nunca quería excusarse de nada, siempre estaba dispuesta”. Los domingos visitaba a los pobres en los barrios marginados. Este apostolado que ella misma eligió le dejó una huella profunda. Cada domingo visitó a los pobres en los barrios más miserables de Calcuta. “No le puedo ayudar, porque no tengo nada para darles, pero voy a darles alegría.

La última vez unos veinte pequeños estaban esperando ansiosamente a su Ma, como me decían, cuando me vieron corrieron a mi encuentro, incluso brincando sobre un solo pie. Entré en ese “Para”, así es como se llama aquí a un grupo de casas, vivían doce familias. Cada una tiene sólo una habitación de dos metro de largo por un metro y medio de ancho. La puerta es tan estrecha que apenas podía entrar, y el techo es tan bajo que no podía ponerme de pie. Ahora no me asombro que a mis pobres pequeños les guste tanto su escuela y que de tanto de ellos tengan tuberculosis. La pobre madre de familia que yo visitaba, no prefería ni una sola palabra de queja si quiera sobre su pobreza. Fue muy doloroso para mí pero al mismo tiempo me sentí muy feliz cuando vi en ellos que se alegraban con mi visita. Finalmente la madre me dijo, OH, Ma, venga otra vez, su sonrisa ha traído el sol a esta casa”.

A sus amigos de Skopje, les reveló la oración que susurraba en su corazón mientras volvía al convento. “oh dios, que fácilmente les hago felices, dame fuerzas para ser siempre la luz de sus vidas y así guiarles hacia Ti”.

Madre Teresa no podía imaginar que aquella oración, décadas después va marcar definitivamente su vínculo con Jesús, quien de camino de Dajarliin a Calcuta le dirá en el tren, “Serás mi luz”.

 

Algo muy hermoso para Jesús, el voto privado, una locura de amor en la vida de Madre Teresa de Calcuta

 

Escribía ella en una de sus cartas: “Pida a Jesús, que no me permita negarle nada por pequeño que sea, preferiría morir”.

 

Esto es lo que oculta todo su ser. En los años que siguieron a su profesión perpetua el amor apasionado de Teresa de Jesús, continuó empujándola a buscar formas nuevas y escogidas, escondidas de expresar su amor. La más impresionante de ella fue su voto privado, excepcional que hizo en el mes de abril del año 42.

 

“Hice un voto a Dios, obligándome bajo pena de pecado mortal a dar a Dios todo lo que me pidiera, a no negarle nada”

 

 Dios había encendido en ella una intensidad de amor cada vez mayor, que la movía hacer este magnánimo ofrecimiento.

Sólo más tarde explicó la razón, “Quería dar a Dios algo muy hermoso y sin reserva”.

 Este voto verdaderamente, una locura de amor, expresaba el deseo que había en Teresa de beber el cáliz hasta la última gota, al comprometerse al decir sí a Dios en toda circunstancia.

 Este voto privado fue uno de los más grandes secretos de Madre Teresa, nadie salvo su confesor cuya guía y permiso pidió, supo de esto. Conociendo bien la profundidad de su vida espiritual, él concluyó que su audaz petición de comprometerse con Dios de este modo, no estaba basada ni en un mero capricho, ni en un ideal peligroso o imposible, mas bien se construía sobre su notable fidelidad a los compromisos y a los hábitos ya bien establecidos de intentar hacer siempre lo que más agrada a Dios. Su confesor le diera permiso para asumir semejante obligación, confirma la confianza que le tenía en su madurez humana y en su madurez espiritual.

Cuando 17 años más tarde finalmente Madre Teresa se refirió a su voto especial, reveló su significado, esto es lo que oculta todo en mí. El voto ocultaba ciertamente la profundidad de su amor a Dios que motivaba todas sus acciones y especialmente su entrega incondicional a su voluntad. Su encuentro con la intensidad de su amor, la llamaba a responder, como explicaría ella más tarde, escribiendo “¿Porque nos debemos dar totalmente a Dios? Porque Dios se ha dado a sí mismo a nosotros. Si Dios que no debe nada, está dispuesto a darnos nada menos que a sí mismo, responderemos solo con una fracción de nosotros mismos. Darnos totalmente a Dios, es un medio para recibir a Dios mismo. Yo para Dios y Dios para mí.

Yo vivo para Dios y renuncio a mi propio yo, de este modo induzco a Dios a vivir para mí, por lo tanto para poseer a Dios, debemos dejar que Él posea todo nuestro ser.

 

Esta entrega personal de Teresa a Jesús de todo lo que Él le pida, no es otra cosa que amor por amor

 

Madre Teresa ansiaba devolverle amor por amor de un modo radical. Una de las paradojas del amor gerbino es que el amante libremente desea comprometerse de modo irrevocable con el amado. Fue este misterioso rasgo del amor lo que movió a Madre Teresa a sellar la total ofrenda de sí misma por medio de un voto y mostrar así, de manera tangible su gran anhelo de estar plenamente unida con su amado. Para el poco iniciado en el camino del amor, esta entrega y esta conformidad total a la voluntad de Dios podría aparecer una completa pérdida de libertad, pero quien ama verdaderamente trata de realizar el deseo de la persona que ama, de cumplir su expectativa incluso en el detalle más pequeño. Por eso Madre Teresa va a hacer este voto, era la manera de vincularse con aquel que amaba y experimentar así la libertad verdadera que solamente el amor es capaz de dar.

 

El jesuita irlandés, el padre Williams Doile, hizo numerosos votos privados al comprobar que ésta práctica le ayudaba a respetar sus propósitos. Un voto de este tipo que hizo en el año 1911 renovó día a día hasta que pudo tener permiso de su confesor para hacerlo permanente fue, “hago voto conciente y me comprometo bajo pena de pecado a no negar a Jesús ningún sacrificio que yo vea con claridad que me está pidiendo”.

Esto lo pidió también la hermana Bennina Consolata Ferrero, hizo también varios votos privados, por ejemplo el voto de hacer todo por amor, el voto de abandono, de perfección y el voto de humildad. Refiriéndose a este último voto que hizo por primera vez en el año 1903, escribió, “Mi Jesús desea que haga el voto de humildad que consiste, me dijo, en reconocer que no soy nada sin la ayuda de Dios y el desear ser desconocida y despreciada. Me dijo que pusiera en práctica, sin demora ni dudas todo lo que Él me había pedido”.

Una edición de la autografía de Teresita del niño Jesús, que circulaba en ese tiempo, incluía su gula de canonización publicada por el Papa Pío XI, en el que se afirmaba, inspirada por el Espíritu Santo, deseaba llevar una vida santa y prometió firmemente no rehusar a Dios nada de lo que le pareciera pedirle, propósito que procuró mantener hasta la muerte.

La lectura de éstas promesas y en ésta clave, que Teresa de Calcuta iba haciendo, fueron las que le habilitaron el corazón para este voto que ella hacía delante de Jesús después de su profesión, no negarle nada al Señor.

 

Entregas y ofrendas, como la de Teresa de Calcuta que en su voto privado dijo entregarle a Dios todo lo que le pidiera. Que también nosotros en el día de hoy, por hoy, entreguemos al Señor lo que nos pone en el camino y en profunda comunión con Él, vivamos este misterio de ser en Cristo uno para completar lo que falta a su pasión en nosotros y así también colaborar con Él en la obra de la redención.

 

                                                                  

                                                                                Padre Javier Soteras