El recorrido de la pena

martes, 13 de junio de 2017
image_pdfimage_print

empatía

13/06/2017 – Como todas las semanas, el padre Mateo Bautista, máster en Pastoral de la Salud y Licenciado en Teología Moral y Espiritual, participó del programa “Hoy puede ser”. En esta oportunidad, habló sobre “El recorrido de la pena” y tomó como referencia la pena de Ana, madre del profeta Samuel (Samuel 1, 1-20).

“Ana es una mujer en pena, se siente fuera de la Gracia de Dios. Estaba en duelo porque le faltaba un hijo y en Israel no tener hijos era ser una extraña. Ser estéril era una suma desgracia porque amputaba el futuro”, manifestó el Padre.

“Ante semejante dolor por parte de Ana, quienes la rodeaban no pudieron actuar con empatía”, subrayó el sacerdote y luego ennumeró las distintas actitudes que puede tener una persona en la relación de ayuda o ante el sufrimiento:

Apatía: Cuando no hay síntoma amigable o positivo con la persona que sufre. Es básicamente una actitud de indiferencia.

Antipatía: Cuando se va directo a la confrontación, al rose, al enfrentamiento con el otro.

Simpatía: Cuando una persona se acerca a otra que sufre y hace una fusión con el sufrimiento. En vez de trabajar en función de su sanación, se mete dentro de la herida y hace una sola herida. En algunos casos, hasta puede llegar a sustituir el dolor del otro con el propio dolor.

Empatía: Cuando al escuchar la herida del otro, la persona se hace próxima y ayuda al otro a activar todos sus recursos para salir del sufrimiento y descubrir sus potencialidades.

“Ayudar es intervenir participativamente para que la persona ayudada reactive todos sus recursos y, una vez asumidos, de vía libre a su problema y a su persona”, definió el especialista.

Además de la ayuda empática de otros, la pena sigue un recorrido para sanar. El Padre Mateo describió este circuito: “La pena sale del corazón, necesita ser escuchada. Si no puede desahogarse, vuelve al corazón, generando un recorrido insano, provocando sufrimiento añadido. El tiempo innecesario que demos a la pena se lo quitamos a la felicidad”.

“La pena necesita un hueco para escuchar algo de alguien. Si abro una grieta en mi sufrimiento, comienzo a trabajar en mi sanación. Pedir ayuda es muy importante. Escuchar un poco a los demás es un avance extraordinario porque me dejo confrontar empáticamente. En este punto, la pena sale de corazón; al hablar va a la boca y al escuchar se posiciona a la altura del oído. Luego sube a los ojos, pasa a la mente y finalmente se dirige hacia el Espíritu de Dios”.

Finalmente, el Padre Mateo afirmó que no podemos quedarnos en un sufrimiento estéril: “La pena tiene que subir más arriba, hacia un proyecto de vida positivo. Duelo es trabajar para hacer una perla del sufrimiento”.