Restaurar una vida que ha sido rota

viernes, 5 de octubre de 2018
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04/10/2018 Seguir a Jesús desde el lugar de las victimas tiene rostros nuevos y nos anima a salir de nuestros propios límites. Este jueves dialogamos con la comunidad mercedaria en Guatemala, quienes acompañan a mujeres que fueron víctimas de la red de trata de personas.

El fray Dionisio Báez nativo de Costa Rica,  integrante de la comunidad mercedaria en Guatemala, nos introdujo  en la problemática de  la trata de personas en el país y a la acción mercedaria para acompañar a las víctimas: “hemos tenido la oportunidad de trabajar en la trata de personas, esa periferia que bien dice el papa Francisco y que abordamos desde  nuestro  carisma como una situación compleja que afecta a Latino américa pero que es una problema global. En Guatemala estamos tratando de dar una respuesta a través de un hogar en el que atendemos a las mujeres  y a sus hijos”.

Tenemos que aprender a abrir los ojos, para descubrir las esclavitudes que tenemos a nuestro lado agregó fray Dionisio: “La trata de personas es lo que llamamos la esclavitud del siglo XXI, la trata es igual a explotación y esclavitud;  las personas son golpeadas, amenazadas, torturadas y abusadas, llegando a 25 millones de víctimas a nivel mundial.  Anualmente caen 2 millones de personas, 32 millones de dólares, esta explotación va junto al narcotráfico y la venta de armas”.

El trabajo de la comunidad es en red y son varios los profesionales que se suman a esta iniciativa poniéndole el cuerpo a la situación y a la misión de rescate, una de ellas la licenciada Miriam Elois: “Ha sido una experiencia fuerte el poder compartir con ellas desde el sufrimiento que han tenido. Nosotros somos parte de la casa Santa María Cervellon, un lugar que lucha contra la esclavitud y que ofrece atención a la mujer y a sus hijos que han sufrido la trata de personas. Estamos con ellas las 24 horas, son vidas difíciles que necesitan una atención diaria debido a la que recuperación es un proceso largo, es restaurar una vida que ha sido rota”.

La restauración es un proceso que lleva tiempo según Miriam, a lo que sumó:  “Sanar el dolor, salvar una vida es mucho pero terminar de prepararla y de decir ya sale adelante tiene independencia y libertad es lo que más nos ha llenado”.

La voz de los que no la tienen

Uno de los testimonios fuertes de la tarde fue el de Sofía, una de las victimas recuperadas de la trata, y que hoy se suma al trabajo de la casa junto a la comunidad mercedaria:  “ viví la peor experiencia de mi vida , me toman como rehén ; estuve esclavizada, encadenada, encerrada, no me di cuenta si era de día o de noche, fue una experiencia difícil pero al fin pude darme cuenta de que Dios estaba conmigo”. A lo que agregó:  “Le doy gracias a Dios por haber podido encontrar una familia, sigo luchando sigo superándolo, no me siento totalmente libre pero actualmente hice mi vida pude rehacerla con una pareja; sigo luchando y viviendo una felicidad muy diferente”.