San Óscar Romero, un hombre de Dios

miércoles, 30 de noviembre de 2022
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30/11/2022 – En el fin del ciclo “Riquezas de la espiritualidad cristiana”, el padre Juan Ignacio Liébana, rector del Santuario de Huachana en Santiago del Estero, presentó la espiritualidad de san Óscar Romero, un pastor con olor a oveja. “Este gran hombre nació en Ciudad Barrios el 15 de agosto de 1917. Fue el segundo de 8 hermanos de una modesta familia. El Salvador era por entonces un país de relativa prosperidad económica gracias al cultivo y exportación de café, pero dominado por un poder oligárquico que mantenía oprimida a la población campesina. A muy corta edad tuvo que interrumpir sus estudios debido a una grave enfermedad. Luego de entrar al seminario a los 14 años, debe interrumpir de nuevo sus estudios, para ayudar a su familia en momentos de dificultad económica. Siete meses más tarde es enviado a Roma para proseguir sus estudios de Teología. Es ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942 y continúa en Roma con el fin de iniciar una tesis doctoral, pero la guerra europea se lo impide y se ve obligado a regresar a El Salvador”, relató Juani.

“A fines de los años 60 el contexto político se caracteriza, sobre todo, por una especial represión contra los campesinos organizados en El Salvador. En junio de 1975 la Guardia Nacional asesina a 5 campesinos. Romero llega a consolar a los familiares de las víctimas y a celebrar la misa. No hace una denuncia pública de lo ocurrido como le habían pedido algunos sectores, pero envía una dura carta al presidente Molina. El nombramiento de Monseñor Romero como arzobispo de San Salvador, el 23 de febrero de 1977, es una sorpresa negativa para el sector renovador, que esperaba el nombramiento de Monseñor Rivera y una alegría para el Gobierno y los grupos de poder que ven en este religioso de 59 años, un posible freno a la actividad de compromiso con los más pobres, que se estaba desarrollando en la Arquidiócesis. A raíz del asesinato de un amigo de Romero, el padre jesuita Rutilio Grande, y de otros dos campesinos, el 12 de marzo de 1977, nuestro obispo tomó la honda decisión de reaccionar como Dios se lo pidiera; hizo una opción verdadera por los pobres, representados por centenares de campesinos alrededor de tres cadáveres, indefensos ante la represión que ya sufrían y la que preveían. Desde ese momento, el prelado se convirtió en el defensor de quienes no tenían voz”, destacó el sacerdote porteño.

“Dicen los obispos del Salvador, en el mensaje del 21 de mayo de 2015, con ocasión de la beatificación de Romero: La muerte de Monseñor Romero conmovió al mundo provocando sentidas muestras de solidaridad. La más significativa fue de San Juan Pablo II, quien se expresó así dos días después del magnicidio de tan amado pastor: Al conocer con ánimo traspasado de dolor y aflicción, la infausta noticia del sacrílego asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, cuyo servicio sacerdotal a la Iglesia ha quedado sellado con la inmolación de su vida mientras ofrecía la víctima eucarística, no puedo menos de expresar mi más profunda reprobación de pastor universal ante este crimen execrable que, además de flagelar de manera cruel la dignidad de la persona, hiere en los más hondo la conciencia de comunión eclesial y de quienes abrigan sentimientos de fraternidad humana”, manifestó Liébana.