Ser discípulo de Jesús en un mundo indiferente

domingo, 18 de septiembre de 2011
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Entrevista a la Hna. Dra. María José Caram, Religiosa de la Congregación de las Hermanas Dominicas del Santísimo Nombre de Jesús. Cursó sus estudios de filosofía y teología en Buenos Aires, en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, obtuvo la licenciatura en teología en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima y se doctoró en Teología en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia (2008). Vivió en Perú donde se dedicó a tareas pastorales, de investigación y de docencia en teología en la región del Sur Andino. Desde el año 2010 reside en Tucumán donde se desempeña como asesora teológica en dos colegios de su Congregación, como investigadora y como docente de Teología en el Centro de Estudios Filosóficos y Teológicos de Córdoba.

 

Se están llevando a cabo jornadas bajo el lema “En las culturas existimos, nos encontramos y dialogamos” en las que se han propuesto hacer un diálogo entre personas que tienen distintas miradas sobre la vida. Es importante incluir en nuestra vida el tema de nuestra corporeidad. A través de una danza, ‘el tinku’, que es una danza guerrera, fue interesante como pudimos experimentar que se puede, bailando, representar guerra no ya contra el otro sino contra el mal, contra las cosas que no nos dejan ser personas, y experimentamos también la posibilidad de ser comunidad no solo entre nosotros sino comunidad cósmica, con la tierra que nos da de comer. Fue una expresión muy linda de arte, de espiritualidad, de trabajo corporal

GL: Las culturas andinas traen con una naturalidad asombrosa la incorporación de la tierra, del cosmos, de la hermandad, es muy propio esta cosa medio franciscana de considerar hermano y hermana a todo lo que se refiera a la naturaleza. Me llama mucho la atención en personas que han desarrollado tanto el pensamiento filosófico como ustedes, los teólogos, esa frescura y espontaneidad con la que incorporan el cosmos y el universo en la comunidad fraterna.

MJC: creo que no puede ser de otra manera. En mis búsquedas intelectuales y espirituales –que son muy diferentes- siempre me ha llamado la atención poder descubrir cómo Dios se hace presente en el mundo, en la historia, en los espacios, en los lugares, cómo Dios se hace cargo de la creación, y de modos insospechados para nosotros, la va llevando hasta su consumación, que es una consumación de vida. Y yo creo que los pueblos indígenas, las culturas emergentes, traen de alguna manera mensajes de vida, mensajes nuevos que necesita la humanidad, sobre todo el mundo occidental para recrearse, para convertirse, para ser agente de vida hoy en día

GL: yo pienso que estamos en una etapa de decadencia de un sistema político, social, económico paradigmático. Se está como resquebrajando un sistema y tiene todas las características en general de cuando un mundo se llama mas que sistema, un ‘mundito’. Un mundo se cae cuando uno ve otros mundos que han caído antes. Las características son mas o menos siempre las mismas, digamos, las propias del período de la decadencia. Son tiempos como de oscuridad, como de tiniebla de alguna manera, donde abunda la corrupción, la pérdida de rumbo y de sentido, la violencia, la degradación de los valores morales, donde no se sabe muy bien ni se conoce el rumbo, donde hay un grito de ‘sálvese quien pueda’. En fin, si uno va viendo los ocasos de los distintos mundos a lo largo de la historia, en general coinciden que su etapa de decadencia se produce un mundillo bastante corrupto. No sé muy bien por qué, pero lo cierto es que todos tenemos la sensación de que en este momento estamos viviendo por un lado en un mundo muy convulsionado pero ya no la convulsión de hace unas décadas atrás, donde de alguna manera había luchas fuertes, muy fuertes por timonear un rumbo, un sentido, sino que no se sabe directamente para donde vamos. En medio de este mundo, me gustaría que me digas, desde tu experiencia, qué sentís que tiene para aportar la fe en América latina y los cristianos en medio de este rasgo o estos rasgos contemporáneos.

GL: ¿Es un rasgo contemporáneo la indiferencia?

MJC: A mi me cuesta decir que la indiferencia es un rasgo contemporáneo. Me parece que no hace justicia, en el sentido que no refleja lo que es. Me parece que es una tentación de la que tenemos que escapar muchas veces las personas que estamos en las instituciones, que miramos al mundo como juzgándolo y me parece que ciertamente existen esos problemas que vos has mencionado, cosa que provoca la sensación de que el mundo se viene abajo.    El sentido habitual del término ‘indiferencia’ difiere de este otro: ‘in’ quiere decir ‘en’. Entonces este mundo nos está invitando a vivir en medio de las diferencias. Una cosa que nos está mostrando la nueva época, que es una cosa buena

GL: no sería indiferencia en el sentido de ‘no me importa lo del otro’ sino que estamos en medio de ‘otros’, bien ‘otros’

MJC: y nos estamos dando cuenta de que hay otros que son totalmente otros, que son totalmente distintos, que creen de otra manera, o que no creen, que son de otras culturas, que profesan otras religiones. Estamos en un mundo totalmente interconectado, y eso nos crea inseguridad. Pero creo que el gran desafío de esta época es aprender a vivir, a convivir y a crecer con las diferencias. Hay nuevas maneras de hablar, hay nuevas visiones, hay personas que son seres humanos como nosotros y que han atravesado otras experiencias, y entonces el mundo nos desafía para convivir. Yo creo que la situación actual nos desafía en la fe. La fe no es una cosa teórica. La fe –como decía el Papa- es un encuentro con Jesús que nos transforma antes que nada. Entonces, Jesús es el Dios que se animó a hacerse el totalmente ‘otro’, el ‘hombre’. Es Dios y hombre. Se hizo uno de nosotros para comprendernos desde dentro. Entonces yo creo que la fe nos está impulsando al encuentro con los otros. Y me parece que Dios nos está esperando en el corazón de las otras personas

GL: Yo percibo este mensaje como muy importante, especialmente para los miembros de comunidades religiosas en general –no solamente comunidades católicas- que tienden de alguna manera a cerrarse, o que tienen más dificultades para abrirse a las diferencias con los otros, sobre todo en un mundo muy secularizado que les puede resultar hostil. Ahora, por el otro lado en el mundo, las personas que vienen hacia las comunidades muchas veces vienen buscando como un ‘refugio’, y lo que dicen es que el mundo está muy indiferente, dicen que en el mundo a nadie le importa nada, que si te pueden pisar te pisan, o ‘esto es el sálvese quien pueda’. En concreto, acusan los impactos de una especie de jungla: la vida social se ha tornado una especie de jungla. No pasa en todos lados ni les pasa a todos, pero pareciera que hay como un individualismo muy acentuado que ha roto profundamente los vínculos entre las personas produciendo mucho sufrimiento

MJC: Comparto esto. Pero al mismo tiempo me pregunto ¿por dónde nos vendrá la salvación a todo esto? Y es muy difícil decirlo, porque ciertamente trabajamos y vivimos y sufrimos en un mundo de mucha oscuridad. Estamos en una ‘noche oscura’ en el sentido que lo hablaban los místicos también, o ‘el silencio de Dios’ –que no son metáforas-: es una situación existencial como la de Jesús en la Cruz: el abandono de Dios

GL: es como que se respira en el aire un continuo silencio

MJC: Y no solo son los otros sino también yo misma. Yo soy parte de esto, entonces, el mundo que está mal, que está sufriendo, no son solo los otros. También soy yo. Y tomar conciencia de eso ya es un primer paso: yo también soy indiferente, yo también estoy lejos del sufrimiento de mucha gente, yo también me sumo al ‘sálvese quien pueda’ en muchas ocasiones porque no sé cómo hacer, porque no lo puedo abarcar todo, porque no tengo la mirada tan larga como para decir ‘la vida viene por acá’. Entonces, creo que el primer paso en la esperanza aún en medio de toda la oscuridad es que nos demos cuenta de que cada uno somos parte de esta jungla

GL: estamos describiendo en este momento ciertas oscuridades. Ya vamos a ir viendo las salidas, las luces. Pero también es cierto que en este momento hay toda una ‘oferta espiritual’ (o ‘pseudo espiritual’) que viene a acentuar más todo ese individualismo, en la medida en que también ofrecen una cantidad enorme de experiencias místicas y religiosas ligadas exclusivamente a mi propio bienestar, y en ese sentido, más que abrir puertas a la solidaridad y a tejer vínculos con la humanidad y con la especie humana, más bien nos va cerrando hacia nosotros mismos en una especie de ‘sálvese quien pueda’ religioso o espiritual. ¿compartís esto?

MJC: Si, lo comparto. Es la gran tentación buscar una ‘tabla de salvacion’, una isla donde puedas sentir que estás a salvo. Pero creo que eso no va con la propuesta cristiana. Si yo soy cristiana, no es porque yo busco un refugio en un ámbito celestial donde no hay problemas –o donde me escapo de ellos-, sino porque precisamente la propuesta de Jesús fue darnos la posibilidad de vivir con sentido en estas situaciones oscuras.

MI LIBRE CANCIÓN Paolo Meneguzzi

En un mundo que vive sin amor, eres tú mi libre canción…

Y la inmensidad, se abre alrededor, pasa ya del límite del corazón.

Nace el sentimiento en mitad del llanto, y se le va altísimo, y va…

Y vuela sobre el gesto de la gente, a todo lo más noble indiferente,

aleja el beso cálido de amor, de puro amor…

 

En un mundo que prisionero es, libres respirábamos tu y yo.

Pero la verdad, nada brilla hoy, y nítida su música sonó…

Nuevas sensaciones, nuevas emociones, se expresan ya purísimas, en mi.

Y el pelo del fantasma del pasado, cayendo deja el cuadro inmaculado

se alza un viento tímido de amor, de puro amor..

 

. Me recubro en ti, dulce amada que, no sabe el camino, no sabe que de mi.

Al lado tuyo vendré. Si quieres tu…

Cae un día el muro, recubierto de rosas selváticas, revive o no, se eleva o no…

Bosque abandonado y por ello sobreviviendo virgen se abre o no, se cierra o no…

 

GL: ¿Sentís que América latina tiene alguna identidad para ofrecer a la especie humana, interesante a la hora de hacer un aporte a este mundo que ‘parece’ indiferente? ¿o por el momento son puros sueños y utopías?

 

MJC: Creo que lo primero a considerar es que América latina es una realidad plural. En ella hay muchos pueblos muy diferentes los unos de los otros. La conquista los ha uniformado y les ha quitado nombre. Pero en América Latina los originarios eran quechuas , aimaras, guaraníes, zapotecos, mapuches, diaguitas. Tenían nombres, tenían costumbres, historias humanas, historias de conquistar o haber sido conquistados… En este momento creo que están nuevamente emergiendo los pueblos indígenas con identidad propia. A veces se pone el acento en lo que los une, y lo que los une es una historia de exclusión, de opresión, de silenciamiento. Me parece bien que los pueblos indígenas surjan como ‘colectivos’, pero también es importante ver que en cada región tienen sus diferencias.

            Creo que América Latina tiene para ofrecer al mundo la riqueza de su diversidad cultural, de su diversidad espiritual. También es cierto que no existen identidades puras: nos vamos entrecruzando y recreando la cultura porque la vida se va prolongando y es diferente en el siglo XXI que hace 500 años aunque haya situaciones que suenen muy parecidas.

            Me parece que en un mundo de colonización, conquista y depredación de la tierra, la espiritualidad de los pueblos andinos –que es donde más experiencia tengo personalmente- puede ayudarnos a mirar la tierra de otra manera. Ellos miran ‘la tierra’ no como ‘el terreno’ sino como ese ‘pacha’, ese mundo creado. Muchos indígenas también son cristianos, y han ido incorporando el mensaje cristiano en sus cosmovisiones. Pero hay un respeto por la tierra como creatura de Dios, como aquella ‘madre que nos da de comer’. Ellos dicen “ella es la que nos cría”. Y tienen un fuerte sentido de reciprocidad: así como ella nos da, nosotros nos damos a ella.

            Me parece que el hecho de sentirse en comunión cósmica con la comunidad humana y con la comunidad de los cerros, y de la naturaleza, es un aporte que viene a iluminar esta cosificación que hemos hecho del planeta, casa común.

            Pero también en América Latina hay mucha gente que vive en las ciudades, incluso muchos indígenas han migrado a vivir en las ciudades. Muchos han podido re-significar aquello, re-significan su espiritualidad ancestral en los nuevos espacios. La recrean. Creo que todo lo humano tiene luces y sombras, pero hay aportes ante los cuales hay que abrir los ojos.

            Y también hay que ver la diversidad de aportes. Por ejemplo: ahora yo estoy en un grupo de “pastoral urbana” y estuve haciendo entrevistas a personas de clase media que viven en esas junglas de injusticias, de tiempo que corre velozmente, de ansiedades, de casa, hijos, trabajo, plata que no alcanza… y sin embargo van encontrando en su vida una veta mística.

            Yo creo que la mística no es fuga. La mística no es una experiencia de los videntes. Es una experiencia humana común a todos. Es lo más democrático que hay, porque incluso los que no creen en Dios y se abren a una realidad trascendente, le están haciendo un espacio a la vida, al amor, y a lo divino aunque no lo reconozcan como tal. Por eso se habla también de una mística secular. Nosotros hablamos de una mística cristiana que se vive en el seguimiento de Jesús, pero en sí, la mística es “apertura al Otro –con mayúscula- y a “los” otros. Es humanización. Tiene la vertiente de unir lo trascendente con el amor. La mística es “apertura al misterio” . La iniciación cristiana tiene que ser una pedagogía para enseñar a vivir en el ámbito del misterio. Pasa que algunos piensan que lo divino está afuera de la realidad. Aquel que es místico de verdad es el que deja despertar el amor en su corazón y se brinda. Yo me he encontrado con eso. Por ejemplo, una chica divorciada con dos hijas, con una hondura en su fe, con una apuesta a la vida enorme. Tal vez no está en una organización grande, pero ella se preocupa porque en su lugar de trabajo se viva la justicia, desde donde está aporta para que no haya gente trabajando ‘en negro’, aporta para que no se explote a las personas con muchas más horas de trabajo que las que manda la ley, poniendo en juego su propio cuero, porque no es fácil: no gusta a los sueños de las empresas eso, porque no redunda en ganancias económicas. Es una persona, como tantas, que en el día a día, desde el lugar donde están, encuentran el modo de vivir el amor concreto jugándose por la dignificación de las otras personas. Entonces, me parece que también hay como fueguitos de esperanza en nuestras grandes ciudades, en nuestros campos, en medio de esta ‘selva’. Y son estas personas que aún habiéndose equivocado en la vida, la capacidad de darse cuenta, de hacerse cargo del error, de querer cambiar, las hacen ser una luz de esperanza.

Y en América Latina está pasando eso. Hay una vuelta a la mística en nuestro tiempo. La gente hoy busca espiritualidad, busca mística, busca grupos de autoayuda, de meditación… Creo que lo que ofrece la mística cristiana, el camino de la mística cristiana, es un camino que inauguró Jesús: se hizo hombre pero para volcarse en amor. Esa realidad divina desde la encarnación lo atraviesa todo. La mística es divinización –porque estamos llamados a entrar en la casa del amor, que es la casa de la Trinidad. Estamos llamados a ser como dioses (no en el sentido de Adán que quiso ser un dios narcisista, sino en el sentido de Jesús, el Hijo de Dios que nos hace hijos en él). La mística cristiana nos transforma en amor, en servicio, en dar la vida por los demás. Mística es entonces humanización y divinización -o santificación como lo decimos más tradicionalmente en el lenguaje cristiano-. Dios se convierte en un compañero de camino. Y lo encontramos (Mt 25 lo explica claramente) ‘a la vuelta de la esquina’: “vengan, benditos de mi Padre: tuve sed y me diste de beber…estuve desnudo y me vestiste…cuando lo hiciste a cada uno de estos hermanos pequeños”. Entonces el místico es aquel que tiene los ojos muy abiertos y que es capaz de ver al Dios invisible en los acontecimientos de la historia, en las personas. El Dios en el que creemos los cristianos no es un Dios desentendido de la realidad. Es un Dios que se llama Amor y que te impulsa a amar. Y amar es solidaridad, justicia, buscar la verdad, comprometerse. Cada uno tendrá que traducirlo en sus cosas concretas. Por eso, si bien la mística necesita de manera imprescindible espacios de silencio, de soledad, de contacto con uno mismo –porque en el fondo de uno mismo descubrimos a Dios y nos descubrimos como imagen y semejanza suya-, al mismo tiempo nos invita a desbordarnos, a darnos en amor como El: la Creación es un desborde de amor. Dios ha querido comunicarse a través de ella. Entonces: ser místico es comprometerse.

Pablo VI decía: “el mundo de hoy ya no cree mas a los maestros, y si les cree es porque son testigos”

Dios no se desentiende de aquellos que ‘oficialmente’ no han entrado a la Iglesia. Porque la Iglesia no lo es todo. Tiene una función muy concreta que es ser testigo ante el mundo del amor de Dios.

Javier Melloni tiene algunos artículos sobre mística. Se pueden encontrar en internet poniendo su nombre para quien quiera profundizar en el tema

VUELVO A VIVIR Illapu
Vuelvo a casa, vuelvo compañera
Vuelvo mar, montaña, vuelvo puerto, vuelvo sur, saludo mi desierto
Vuelvo a renacer amado pueblo. Vuelvo , amor vuelvo a saciar mi sed de ti
Vuelvo, vida vuelvo a vivir en ti país
Traigo en mi equipaje del destierro amistad fraterna de otros suelos
Atrás dejo penas y desvelos. Vuelvo por vivir de nuevo entero
Vuelvo, amor vuelvo...
 
Olvidar por júbilo no quiero el amor de miles que estuvieron
Pido claridad por los misterios, olvidar es triste desconsuelo
Vuelvo, amor vuelvo...
 
Bajo el rostro nuevo de cemento vive el mismo pueblo de hace tiempo
Esperando siguen los hambrientos más justicia, menos monumentos
Vuelvo, amor vuelvo...
 

 

GL: Poniéndonos en la piel de agentes pastorales, cristianos, personas que tengan interés en abrir espacios para la vivencia de la fe, se topan , o dicen toparse, con indiferencia de parte de la gente: hacen reuniones y nadie viene, hacen convocatorias y nadie va, cuesta mucho sostener los compromisos, parece no interesar la propuesta cristiana o católica en muchos ámbitos

La vivencia de la indiferencia ¿cómo se procesa? Porque creo que cuando hay mucha indiferencia, uno tiene que hacer ajustes, tiene que cuestionarse qué pasa. La vivencia de la indiferencia es muy dolorosa para todas las personas que tienen una sensibilidad desarrollada tanto hacia lo humano como hacia lo divino. Experimentan un ‘no encajar en el mundo’ debido a esa sensibilidad. La sensibilidad queda herida por la indiferencia, y en muchos casos deja a la persona de brazos caídos: ‘yo me ocupo de lo mío, porque gasto energías y pólvora en chimangos’

MJC: Hay muchas respuestas. ¿Qué nos duele de la indiferencia?

GL: Buena pregunta. Jesús mismo había dicho “los envío como corderos en medio de lobos

MJC: La indiferencia tiene muchos niveles. A veces se convierte en crueldad, no es inocente. Es lo que en la tradición cristiana llamamos ‘pecado de omisión’: no preocuparme por el otro. Y eso puede significar dejarlo morir de hambre, y puede ser también atacarlo y aniquilarlo porque no va con mis intereses. Son todas las problemáticas que, muy simplificadas, pueden estar detrás de todas las grandes guerras, del gran abandono de las poblaciones, de los grandes desplazamientos humanos… Creo que por un lado, hay que reconocer a las verdaderas víctimas de la historia. Yo no puedo hacerlo todo, pero desde mi lugar puedo hacer algo ¿qué es lo que puedo hacer?

            Entonces, ante la indiferencia, lo que debo hacer es preguntarme: ¿qué puedo hacer? ¿qué dones, qué talentos tengo para que no sea tan cruda la indiferencia? Tal vez no está en mí la posibilidad de parar un ataque aéreo a algún pueblo, pero sí puedo hacer algo para parar otro tipo de ataques que también matan.

            Por otra parte, me parece que muchas veces nos victimizamos. Por eso yo decía ¿qué nos duele de la indiferencia’. Porque también puede ser un dolor narcisista: ‘no me quieren, me dejan de lado…’ Puede ser que tenga golpes en serio: me dejan sin trabajo, me difaman, tuve una situación de urgencia y nadie me dio una mano… Pero creo importante también que ante este dolor que nos provoca la indiferencia –que no es un dolor menor- confiar en la capacidad de recuperación que cada uno tenemos. Y ver el dolor como una oportunidad de sacar lo mejor de nosotros mismos. El dolor nos atraviesa, pero es una oportunidad de madurar. Hay dolores que son producto de la injusticia, y otros, producto de accidentes o cosas que no se pueden manejar.

            Entonces, tratar de descubrir cuál es la oportunidad que se nos está presentando, detrás de la indiferencia, para crecer como personas. Para vivir éticamente, para vivir con responsabilidad desde donde me toca vivir. En mi familia, con los hijos, en mi trabajo, con personas que no conozco. Algunos tendrán el impulso de servir en el trabajo, otros tendrán el impulso de servir en algún país lejano, o en un barrio. Otros tendrán el impulso de prepararse profesionalmente para algo. Acá todos tenemos que aportar. Los ingenieros, los maestros, los abogados, las iglesias…cada uno tiene que ver desde donde está y desde lo que tiene, qué lo interpela.

            El Concilio Vaticano II puso sobre la mesa nuevamente el tema de “los signos de los tiempos”. Y los signos de los tiempos tienen que entenderse no solo como los hechos que aparecen en el periódico, sino como aquello que sucede en los diferentes espacios y tiempos que nos están llamando a un cambio, a un compromiso, a una interpelación de la conciencia creyente. Es decir: Dios no se nos va a aparecer en una visión para decirnos lo que tenemos que hacer, pero sí nos va a decir que debemos discernir lo que está pasando. Si no hacemos eso, nos va a decir lo mismo que a los fariseos: “ustedes son unos hipócritas, que ven el color del cielo y saben cómo va a estar el tiempo, y no saben discernir el signo de los tiempos que es mi presencia en medio de ustedes

Participan los oyentes

         Según mi experiencia, los ambientes católicos son los más indiferentes ¿qué piensa usted?

MJC: Creo que no se puede generalizar. Los católicos no somos los mejores del mundo. Somos personas que hemos creído en Jesús y que estamos en una comunidad, en una institución, en una iglesia que es milenaria y que tiene muchas cosas que reformar. La Iglesia siempre debe reformarse, siempre debe convertirse.

GL: pero hay ambientes católicos que tal vez tienen un desarrollo cultural o social importante, pero son realmente indiferentes, fríos entre los miembros, muy teóricos. Y esto es distinto al ‘perfume’ que Jesús ha querido dejar.

MJC: y si, porque la Iglesia, al haber crecido con la cultura nuestra occidental en América Latina, se ha asimilado también tanto a lo bueno como a lo malo del ambiente. Los cristianos no somos extraterrestres, entonces lo que le pasa al mundo nos pasa también a nosotros. Por eso creo que siempre tenemos que estar en la actitud de abrirnos, de dejarnos transformar. Pero también hay comunidades así, frías, que sean objeto de compasión, porque por algo se convoca a determinadas personas a vivir en comunidad y terminan una en cada punta. Hay gente que te dice “yo me quiero acercar a la iglesia y me encuentro con un grupo de señoras que ponen cara de perro y te dicen qué querés, a qué venís”, pero yo también tengo capacidad de poner cara de perro… entonces: dejemos de poner las culpas afuera. Dejemos de juzgar al mundo.

            ¿Cuál fue el juicio de Dios sobre el mundo? EL PERDÓN. Lo hizo Jesús desde la cruz. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. El perdón está compuesto por “per”, que quiere decir “todo”, y “don”. Entonces el perdón, más allá de una cuestión de justicia, es una exigencia de donarse. Jesús perdonó grandemente: entregó su vida por…

            Entonces, cuando me dañan con la indiferencia, me están dando la oportunidad de ser más humano, más cristiano, de darme más.

 

         Yo siento indiferencia en mi comunidad, pero creo que mi misión es trabajar para nuestro Señor, y esta situación me hace alejar de todas las personas .Simplemente hago mi trabajo

GL: a veces uno se cansa de la indiferencia, y se cierra. Puede ser transitorio, pero no podemos resistir toda la vida aislados, ‘blindados’ ¿no?

MJC: yo le diría a esta oyente que se tome un tiempo de silencio, de contacto consigo misma, de mirar realmente qué le pasa, y sacar lo mejor de sí para dar a su comunidad.

         Creo que nos quedamos en la mera reflexión y no pasamos a la acción de eso que proclamamos, y así no construimos, no transformamos la realidad. Siempre hacemos análisis pero el compromiso concreto no está.

GL: Te invito a que, aunque sea por internet, recorras América y entres en las distintas comunidades, movimientos, congregaciones ara darte cuenta de cuánta acción hay. Quizá vos no pases a la acción, y eso sería la demanda de tu alma en tu propio corazón. Y te digo con fundamento: hay mucha acción. Lo que pasa es que no ocupa la primera plana de los noticieros, pero por ejemplo, quien escucha Radio maría escucha acciones.

MJC: ¿por qué reclamamos a los otros lo que estamos llamados a hacer nosotros? Decimos ‘no se hace’, y ¿yo qué hago en el lugar en el que me toca? Tal vez yo tengo expectativas en que una persona haga determinada cosa, pero esa persona está llamada a comprometerse de otra manera porque tiene otros dones. Si estoy llamada a escuchar, tengo que escuchar, si estoy llamado a ser gerente de una empresa, trabajo responsablemente para humanizar ese espacio, etc etc etc

Hay mucha gente que hace muchas cosas callada. Lo que pasa es que vivimos en una civilización de la imagen, donde si no salís por internet o no estas en un cartel en la calle no existís

 

         La oración es el único modo de transformar el mundo. Todo lo renace el amor.