Ser profetas a pesar de las dificultades

miércoles, 1 de febrero de 2023

 

31/01/2023 – La naturaleza misma del cristianismo consiste en reconocer la presencia de Jesucristo y seguirlo.

 Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanos no viven aquí entre nosotros?». Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa».  Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.

San Marcos 6, 1-6

 

De muchas maneras los hombres somos creativos para defender nuestra falta de fe. Somos sabios cuando no queremos ser santos. Jesús se siente decepcionado y extrañado de la falta de fe de sus paisanos y confiesa: “ningún profeta es aceptado en su patria”.

Jesús toma este refrán popular para que la gente se diera cuenta de lo que estaba sucediendo en ese momento: que lo despreciaban porque no eran capaces de descubrir la obra de Dios en lo simple y cotidiano de la vida.

Lo mismo ocurre cuando no crecemos en nuestra vida espiritual esperando ocasiones extraordinarias y llamativas para entregarnos a Dios.

El encuentro con Jesucristo

244. La naturaleza misma del cristianismo consiste, por lo tanto, en reconocer la presencia de
Jesucristo y seguirlo. Ésa fue la hermosa experiencia de aquellos primeros discípulos que,
encontrando a Jesús, quedaron fascinados y llenos de estupor ante la excepcionalidad de quien les
hablaba, ante el modo cómo los trataba, correspondiendo al hambre y sed de vida que había en
sus corazones. El evangelista Juan nos ha dejado plasmado el impacto que produjo la persona de
Jesús en los dos primeros discípulos que lo encontraron, Juan y Andrés. Todo comienza con una
pregunta: “¿qué buscan?” (Jn 1, 38). A esa pregunta siguió la invitación a vivir una experiencia:
“vengan y lo verán” (Jn 1, 39). Esta narración permanecerá en la historia como síntesis única del
método cristiano.

 

” Señor Jesús, mi salvador,

quiero contemplar tu santa humanidad,

alabarla y admirarla por la sencillez que guardaba en tu infinita gloria;

reconocer que te hiciste igual a mí, con los límites de mi existencia terrena.

Dame tu Santo Espíritu para que encontrándome con Vos

sea tu profeta en las cosas diarias de mi vida y allí esté la fuerza de mi fe”.