Signos de vida

viernes, 25 de octubre de 2019
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25/10/2019 – Viernes de la vigésima novena semana del tiempo ordinario

“En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: “Chaparrón tenemos”, y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: “Va a hacer bochorno”, y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»”

San Lucas 12,54-59

El Evangelio de hoy nos invita a mirar la vida con los ojos de Dios a reconocer el paso del Señor por nuestras vidas, poder descubrir su presencia, aun en tiempos de dificultades, aún en medio de las oscuridades de cada día, poder reconocer que Jesús camina a nuestro lado.

Cristo quiere que escrutemos el tiempo, y el tiempo para Él consiste en que con su venida hemos llegado a la plenitud: «la plenitud de los tiempos”. Es una plenitud real, no imaginaria, que no hay que confundir con el fin del mundo, sino con la manifestación más clara y plena del amor de Dios por los hombres. El primer acto de amor de Dios al hombre ha sido la creación. Es este uno de los grandes signos de vida y amor de Dios.

¿Puede el hombre pedir algo más? Lo inteligente en el hombre es ser consciente del tiempo en que vive y saber decir cada día: «gracias, Padre Dios, por tu amor tan presente y cercano».

Hoy es un buen día para contemplar sin más el amor de Dios que se nos manifiesta en los más pequeños, en los que necesitan comprensión, una caricia.

Este es un tiempo propicio para que Dios pase por nuestra vida, es un momento para dejarnos encontrar por Dios. Hoy Jesús nos dice: “Hoy quiero entrar a lo más profundo de tu corazón, hoy quiero sanar tus heridas” y debemos dejar que Dios lo haga.

Descubrir la presencia de Dios en nuestra vida nos trae paz y este es un tiempo de paz.

 

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