Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida

viernes, 16 de mayo de 2025

16/05/2025 – En el Evangelio según san Juan (14, 1-12), Jesús nos habla directamente al corazón. Nos dice que no tengamos miedo, que confiemos. Y se presenta con una afirmación central para todo cristiano: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida». Esta frase resume toda nuestra fe y nos invita a redescubrir quién es Jesús en nuestra vida cotidiana.

Jesús dijo a sus discípulos: «No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.Ya conocen el camino del lugar adonde voy.»Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?»Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.» Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.» Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: «Muéstranos al Padre»?¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque Yo me voy al Padre.» juan 14, 1-12

¿Qué significa que Jesús es el Camino?

Jesús no es solo un ejemplo a seguir, sino el verdadero camino hacia el Padre, hacia una vida con sentido. En un mundo donde buscamos constantemente orientación, decisiones acertadas y una dirección clara, Jesús nos recuerda que el camino no es una teoría ni una técnica, sino una persona: Él mismo.

Seguir a Jesús es caminar con Él. Es asumir su estilo de vida, su forma de amar, su cercanía con los pobres, su compasión, su servicio silencioso. El verdadero camino cristiano es dejar de vivir centrados en nosotros mismos y aprender a vivir para los demás.

¿Por qué Jesús es la Verdad?

En un tiempo donde todo parece relativo y cada uno “tiene su verdad”, Jesús se presenta como la Verdad que no cambia, la que da seguridad y firmeza. Esta verdad no se impone, no oprime, no manipula. Es la verdad del amor, la justicia, el perdón, el servicio y la entrega.
Es la verdad de las Bienaventuranzas, la que incomoda a los poderosos y consuela a los que sufren.
Creer en Jesús es apostar por una vida verdadera, sin doble discurso, sin máscaras.

Jesús es la Vida que da plenitud

Todos buscamos una vida con sentido. Y Jesús no nos ofrece cualquier tipo de vida, sino una vida en abundancia (cf. Jn 10,10). Una vida plena, libre, fecunda, llena de amor.

Cuando Él dice “yo soy la Vida”, nos está diciendo que fuera de su amor, no hay plenitud posible. Podemos tener éxito, reconocimiento o bienestar, pero sin Él, todo termina siendo vacío. En cambio, cuando dejamos que Jesús viva en nosotros, nuestra existencia se transforma: nos volvemos personas que aman, sirven y construyen comunidad.

¿Conocemos realmente a Jesús?

Jesús le pregunta a Felipe: “¿Hace tanto tiempo que estoy con ustedes y aún no me conocen?”. Y esta pregunta hoy también es para vos y para mí.

¿Cuántas veces nos acostumbramos a Jesús? ¿Cuántas veces vivimos una fe superficial, sin profundidad, sin diálogo sincero con Él?

Este Evangelio nos invita a volver a lo esencial. A reencontrarnos con Jesús, a leer el Evangelio con el corazón abierto, a dejar de lado lo accesorio y quedarnos con lo verdadero: una relación viva con Dios que transforme nuestra forma de mirar, vivir y amar.

Conclusión: volver a Jesús es volver a vivir

Hoy más que nunca necesitamos volver a Jesús como Camino, Verdad y Vida.
Él nos ofrece paz, sentido, comunidad, servicio, y una alegría que no pasa.

Si hace tiempo que estás caminando con Él pero te sentís lejos… volvé a mirarlo.
Si sentís que lo conocés “de nombre” pero no de corazón… animate a buscarlo con sinceridad.
Y si te cuesta creer, empezá por lo más sencillo: hablá con Él. Decile lo que sentís. Jesús te escucha.

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