16/07/2021 – Nos detenemos en una escena familiar de la vida de Jesús, María y los discípulos (del evangelio de San Mateo 12, 46-50), desde la cual comprendemos que todos somos discípulos y que lo distintivo de los discípulos es escuchar y poner en práctica la palabra de Dios.
Ahondamos en esta conversación en la que Jesús da un paso que profundiza el sentido de los vínculos familiares, y nos llama a renovar nuestro camino discipular:
En este pasaje aparece mucho el verbo hablar, pero Jesús pasa de la conversación al “hacer” que encarna su corazón. Un hacer que no es activismo sino que se expresa en los hacedores de puentes, en los gestos de solidaridad, en los que se ponen en camino para servir:
Para finalizar nos detenemos en las bienaventuranzas desde la mirada de Maria, que es consolada por Dios y nos consuela:
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