Un tiempo de estancamiento en la vida de Teresa de Jesús

domingo, 10 de julio de 2011
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Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo sino por los que me distes porque son tuyos, porque todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado, ya no estoy más en el mundo pero ellos están en el mundo y yo vuelvo a ti, Padre cuídalos en mi nombre. Palabra del Señor

 

Hay un tiempo de estancamiento en la vida de Teresa de Jesús

 

Te recuerdo que estamos siguiendo el camino que Teresa de Jesús recorre en su espiritualidad parafraseando aspectos que hacen a su autobiografía, poniendo en primera persona su decir, y tomando textos que vienen de allí.

 

Estuve en este mar tempestuoso de verme perdida durante veinte años, llevaba una vida mediocre, me caía y me levantaba solo me preocupaba de no hacer faltas graves, le daba poca importancia a los pecados veniales. En realidad era una vida penosa pues no disfrutaba ni de los pasatiempos mundanos ni del trato con Dios, aunque para ser sincera en esos años hubo períodos hasta de un año entero en que me daba más a la oración y cuidaba mucho de no ofender a Dios. Esto ocurría en especial cuando me sentía más enferma. Gracias a que Dios me dio fuerzas pasé todo lo que he dicho y no volví a dejar la meditación. No voy a ser tan atrevida como para ponerme aquí a hablar sobre la oración, ya muchos grandes santos han escrito sobre este tema, para mí oración es tratar de amigo a amigo con Dios durante breves o largos ratos. Durante esos años el tema constante que trataba con Dios era acerca de lo mucho que lo ofendía, de lo mucho que le debo, que gloria e infierno y los dolores que él soportó por mí. Durante ese tiempo me resultaba muchas veces difícil la oración, deseaba que sonara el reloj para finalizar la hora de oración, prefería hacer algo bueno o una dura penitencia antes que recogerme a hacer oración. Algunas veces me tenía que hacer una gran violencia para comenzar la oración por la tristeza que me daba pero precisamente cuando me era más dificultoso el comienzo era cuando después me sentía con más paz y recibía aún más gracias. Sentía yo que no estaba bien lo que hacía y le suplicaba al Señor que me ayudase pero creo que faltaba lo más importante, poner toda la confianza en él y ninguna en mí. Buscaba medios y remedios, hacía muchas cosas pero no entendía que todo aprovecha, porque si no quitamos la confianza en nosotros mismos poco Dios puede hacer. Gracias a que perseveré en la oración se fueron remediando todos mis males y me fue dando Dios grandes regalos como luego diré.

 

Tal vez sea el tiempo en esta catequesis de nombrar momentos de oración en nosotros rescatando los que fueron de mayores gracias que Dios nos comunicó y cómo fue que lo comunicó, los de mayores sequedades que hubo en nosotros y porqué, si es que lo hemos descubierto o lo podemos descubrir ahora y por dónde Dios nos conduce en este tiempo a la oración. Ponerlo por escrito y compartirlo puede ayudarnos para ver claramente hacia dónde va el Señor en ese trato de amistad con nosotros en el camino de la oración.

 

En el libro de la vida de Santa Teresa aparece relatada su segunda conversión.

 

En una ocasión al ver una imagen de Cristo flagelado sentí una grandísima devoción y con lágrimas le pedí que me diera fuerza para no volver a ofenderlo, le dije que no me levantaría de allí hasta que no hiciese lo que le pedía, me parece que desde ese momento comencé a mejorar. Cuando me costaba reflexionar prefería hacer oración representándome a Cristo en su pasión, sobre todo en los momentos que estuvo solo y afligido.  En especial me lo representaba en el Huerto de los Olivos, deseaba limpiarle ese penoso sudor pero sin atreverme a hacerlo por mis pecados. Durante muchos años antes de dormirme pensaba un poco en esa oración del Huerto. En aquel tiempo me entregaron en las manos las confesiones de San Agustín, creo que el Señor así lo dispuso, pues yo nunca las había visto. Al leerlas me parecía verme a mí misma. Cuando llegué al pasaje de su conversión y leí cómo oyó aquella voz en el Huerto, me parece que el Señor me habló a mí, permanecí largo rato llorando, como se sufre por estar esclavizado deseando llegar a la libertad, cuánto de tormentos se padecen. Después de esto comencé a sentir más fuerza en mi alma y también mayores deseos de estar en oración.

 

A partir de aquel momento de oración frente al Cristo llagado que Teresa relata tan vivamente cuando dice: no me moveré de aquí hasta que no me concedas lo que te pido, que era cambiar de corazón, cambiar de vida, comienza un tiempo en el que empezó a sobre venirme por breves instantes un inmenso sentimiento de la presencia de Dios dentro de mí. Esto sucedía estando o no en oración, leyendo o en cualquier momento pero antes de que me ocurriera tuve un período en que me conmovía sobre manera el considerar los dolores de Cristo en mis falta, puede ser que en parte sean nuestras las lágrimas que derramamos en ese momento pero en parte nos las da Dios para que a veces nos podamos dar cuenta de quiénes somos delante de él. Parece que nos retribuye la atención que tuvimos en recordar la pasión, concediéndonos el consuelo de llorar por tan gran Señor.

Es importante darse cuenta que es Dios el que nos está dando algo regalado, no es algo que provenga de nuestro esfuerzo o merecimiento. De este modo brotarán más agradecimientos a Dios que tanto nos cuida y tanto nos regala. Tenemos – dice Teresa – que tener una confianza en que si Dios nos comienza a regalar, él también nos dará fuerzas para resistir las tentaciones que nos aparten de la humildad y así como recordamos todos los favores de la creación y la redención para agradecerlos a Dios también es conveniente que traigamos a la memoria estos favores particulares que nos hace a cada uno para darle gracias y sentirnos más comprometidos a amarlo y a servirlo. Lo que voy a escribir de ahora en adelante no quiero que se sepa que es mío. Si a alguien se le muestra estos escritos que no se me nombre. Si algo bueno dijese es gracias al Señor, lo que diga mal, es mío. Todo lo escrito hasta aquí y lo que expondré solamente lo hago por cumplir una orden, ruego que se me corrija y se quemen estos papeles si estoy equivocada.

 

Esto es lo que relata Teresa de Jesús, cuando por obediencia va a escribir acerca de la oración, la trama de amor con la que Dios ha ido tejiendo su vida desde muy pequeña. Cuando comencé a escribir estas cosas de oración – como me habían ordenado – me parecía imposible poder hacerlo como el hablar el griego por lo dificultoso del tema, pero un día después de comulgar Dios aclaró mi entendimiento, oh virtud de la obediencia que todo lo puede, bendito sea el Señor que así favorece a los ignorantes, por lo que vuelvo a repetir que lo bueno que se encuentre en lo que escribo viene de Dios y lo malo es mío.

Gracias a la oración – dice Teresa de Jesús – y a los dones que Dios nos hace en ella, sentimos su grandeza, el alma se hace devota del reino de los cielos para que ella te acerque al Señor, se invoca a los Santos para que nos ayuden, todo lo que usamos parece bueno aunque sea lo peor, pues uno ve que ni merece la tierra que pisa, se frecuentan los sacramentos y se da las gracias a Dios por la fuerza medicinal que poseen, no solo calman nuestras enfermedades sino que de todo nos sanan. Creo que el Señor me dio tan grandes regalos porque vio mi debilidad, la prueba está en que conozco algunas almas mejores que yo y que lo sirven sin tantos favores.

Cuando recuerdo el tiempo en que dejé de hacer oración engañada por las falsas razones de la humildad, que ceguedad la mía, en dónde pensaba, Señor mío, encontrar remedio sino en ti. Que disparate huir de la luz para andar siempre tropezando. Que humildad tan absurda inventó en mí el demonio para apartarme de estar arrimada a la columna de apoyo para no caer. Ahora me santiguo al recordar el terrible peligro que pasé, el tentador me había hecho pensar, cómo siendo tan pecadora voy a hacer oración, que me bastaba rezar como todas, si eso mismo no me hacía bien, cómo ser más? Cuídense por amor de Dios todos los que hacen oración, sepan que el tiempo que estuve sin ella, llevaba una vida peor. Me asombro y me espanto al recordarme eso, esperaba estar limpia de pecados para hacer oración. Que mal encaminadas andaban las cosas en mí. Esto no quiere decir que al estar en oración se acaben las tentaciones, aunque un alma sea muy favorecida de Dios en la oración, que no se confía, puede caer, no deje de vigilar lo que sale de su corazón, para esto y para todo hay gran necesidad de guía y trato con personas espirituales.

Algunas veces me atormentaba mucho – aún ahora, dice Teresa – el ver que personas importantes me tomaban en cuenta y hablaban muy bien de mí. Al mirar la vida de Cristo y de los Santos me parecía una cosa increíble, ellos iban por el camino del desprecio y de las injurias. Cuando se me sobreestima ni me atrevo a levantar la cabeza, me siento mucho mejor cuando sufro persecuciones y contradicciones.

Cuando pensaba que los dones extraordinarios que el Señor me daba se iban a conocer en público, era tan excesivo el tormento que quedaba muy inquieta, creo que hubiera preferido que me enterraran viva a tener que pasar por eso. Cuando tuve un éxtasis a la vista de todos quedé tan avergonzada que deseaba irme lejos donde nadie me viera más.

Una vez que estaba muy apenada por estas cosas me dijo Jesús, porqué temes? En eso no puede haber más que dos cosas, o que murmuren de vos o que hablen bien de mí, dándome a entender que tanto dijeran una cosa como la otra todo en el fondo iba en provecho mío. Esos temores me quitaban la paz, me di cuenta de que no nacían de la verdadera humildad, lo que la gente admiraba en mí, no era algo propio sino de Dios, no tenía por qué preocuparme.

También caí en otro extremo, cada vez que alguien veía algún bien en mí, le suplicaba a Dios que también viera mis pecados, hasta yo misma con rodeos o como podía, le hacía entender mis pecados, me parecía que sino engañaba a la gente. Ahora me doy cuenta de que todos esos temores no estaban bien, pues, si una persona está totalmente entregada a Dios no tiene que importarle que digan bien o digan mal de ella.

 

Saludos a todos y que tengan un buen fin de semana, nos encontramos de nuevo el lunes desde muy temprano para dar gracias a Dios, glorificarlo y encontrar con él los caminos con los que podemos juntos pensar y construir un mundo nuevo