Una IA con memoria: Latinoamérica busca su lugar en el mundo digital

lunes, 13 de octubre de 2025

13/10/2025 – “Antes venían con carabelas… hoy vienen con data centers.”. Con esta frase enciende el diálogo de esta semana en el «Un Mundo Artificial, ¿una sociedad más humana?«, Ezequiel Romano especialista en tecología y divulgador de IA que nos lleva a reflexionar sobre un tema apasionante y urgente: cómo construir una inteligencia artificial con alma latinoamericana.

En un 12 de octubre que invita a pensar nuestras raíces y diversidad, Romano presentó el proyecto Latam-GPT, una inteligencia artificial desarrollada por más de treinta instituciones de quince países, entrenada con datos, lenguas y expresiones propias de nuestra región.
“Hasta ahora —explicó— el 95% de los datos con los que se entrenan los grandes modelos de IA provienen del norte global. Eso significa que la mayoría de las respuestas, imágenes y decisiones que generan no nacen desde nuestra mirada ni desde nuestra cultura”.

Del código abierto a la soberanía digital

LatamGPT se diferencia por tres características clave:

  1. Código abierto, que permite transparencia y participación de universidades, gobiernos y ciudadanos.
  2. Colaboración comunitaria, al estilo de Wikipedia, donde todos pueden aportar mejoras.
  3. Comités éticos latinoamericanos, que revisan los posibles sesgos culturales o lingüísticos para garantizar una IA que represente la pluralidad de nuestras voces.

Como ejemplo, Ezequiel contó cómo los primeros investigadores notaron que, al preguntar sobre literatura chilena, las IAs globales solo mencionaban a Neruda. “Parecía que todo Chile era Neruda”, bromeó. Esa carencia fue el punto de partida para crear una inteligencia capaz de reconocer las múltiples voces que hacen a nuestra identidad.

Preservar las lenguas, cuidar la memoria

Uno de los aspectos más conmovedores del proyecto es su propósito cultural: preservar lenguas originarias y modos de hablar en peligro de desaparecer.
“Si la IA solo habla en el idioma del poder —dijo Romano—, las lenguas pequeñas se apagan. Pero si logramos que aprenda nuestras palabras, también aprenderá nuestra manera de pensar”.

Porque detrás de cada lengua hay un modo de mirar el mundo, de nombrar lo sagrado, de comprender la vida. Por eso, cuando la tecnología escucha nuestro acento, también empieza a comprender nuestra historia y espiritualidad.

Identidad, ética y esperanza

El desafío es grande: crear tecnología sin repetir las formas modernas de colonización. “Antes venían con carabelas —reflexionó Romano—, hoy llegan con data centers”.
La frase resume una inquietud que crece: ¿qué soberanía tenemos sobre los datos que generan nuestras propias vidas digitales? ¿Quién decide qué información conserva la historia?

Frente a la expansión de gigantes tecnológicos que proyectan centros de datos en nuestra región, Romano invita a la ciudadanía a participar activamente, exigiendo transparencia en el uso de recursos, energía y datos.
“Solo si cuidamos el ambiente y la identidad, podremos decir que la tecnología está realmente a nuestro servicio”, concluyó.

Un cierre con sabor a esperanza

LatamGPT no es solo un avance técnico. Es un gesto cultural, un acto de justicia y de amor por lo nuestro.
En tiempos donde la inteligencia artificial promete hacerlo todo por nosotros, este proyecto nos recuerda algo esencial:

Una sociedad más humana no se programa: se cultiva.
Y se cultiva cuando cada voz —de nuestras sierras, pampas, ríos y selvas— tiene también un lugar en el mundo digital.