Uniendo nuestro propio Belén al Belén de la historia nos trae paz y alegría

miércoles, 20 de diciembre de 2006
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En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino, gobernador de Siria, y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazareth, ciudad de Galilea y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María su esposa que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén le llegó el tiempo de ser madre y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no había lugar para ellos en el albergue .

Lucas 2, 1 – 7

Dice Martín Descalzo es difícil, casi es imposible escribir sobre Belén porque ante ésta historia de un Dios que se hace niño en un portal los incrédulos dicen que es una hermosa fábula y los creyentes lo vivimos como si así lo fuera. No hay un cuento en la historia que te acabo de compartir, ésta tan conocida para los que tenemos familiaridad de contacto con la Palabra. El relato del nacimiento del hijo de Dios en medio de nosotros no es un cuento, no es una fábula, es una realidad, ocurre en un lugar preciso, en Belén, en un tiempo igualmente preciso, cuando gobernaba Quirino.

Ocurre de la mano de una madre y de un padre que no tienen lugar donde el niño nazca, por eso en Belén, Jesús, el hijo de Dios ha venido a nacer en un pesebre. Todo es real, tal vez las fantasías infantiles que se nos han pegado al corazón cuando armábamos el pesebre, y poníamos un arroyito, y poníamos un poco de nieve y lo revestíamos de un colorido tan particular nos haya hecho soñar con aquel paisaje en más de una oportunidad y entre el cuento de la abuela y el relato de nuestros padres.

Entre la preparación del pesebre y la expectativa a la noche buena que venía con algún regalito de más, toda la fantasía infantil se desataba para habernos quedado con aquello y es tiempo ya de caer en la cuenta para los que somos adultos de que la cosa no es una fantasía, no es un cuento, no es un sueño, es una realidad, una realidad cruda y bella al mismo tiempo, una realidad dura y fuertemente esperanzadora, una realidad amenazante y al mismo tiempo de liberación. Es la realidad de Belén con todo lo que éste lugar implica en la memoria de los que hemos recibido una educación en la fe cristiana, cuando nos despierta en el corazón sentimientos hondamente arraigados en nuestra historia primera y nuestros primeros pasos.

Este Belén que tenemos que re evangelizar en nosotros saliendo del infantilismo, del ensueño, de la fantasía, de la fábula, para vivirlo con el realismo que supone aquellos acontecimientos y nuestros deberes cotidianos son todos un signo de esperanza. Esta re evangelización que tenemos que hacer del Belén, de nuestro propio Belén, es todo un camino que Dios nos muestra.

Cuenta el mismo Martín Descalzo que se nota en la iglesia de Belén una puerta muy pequeña con la que se construyo el templo, porque en la invasión Bizantina los caballos entraban a las iglesias con quienes los montaban, sus soldados, para destruir todo lo que hubiera en aquel lugar religioso, en cualquiera de los templos de aquel tiempo de la cristiandad.

En Belén se hizo una puerta bien bajita para que los caballos no ingresaran. Por eso dice Descalzo, en Belén hay que entrar agachados a no ser que uno sea un niño y entonces puede entrar de pie. Por el tamaño de la puerta para entrar a Belén hay que agacharse. Si uno es grandote, como yo en éste caso. Si uno es más chiquito puede entrar de pie. Claro que no es un tamaño físico del que hablamos.

Para ingresar al Belén real hay que reacomodar la propia historia, hay que reacomodar la propia estructura y a partir de allí entender lo que tal vez nunca terminamos de entender o porque nos quedamos en el tiempo de la infancia o porque la sociedad nos robó Belén y nos puso al gordo de barba blanca que con su ho ho ho ha venido casi como a quitarnos al niño de las manos.

Es tiempo de reacomodar la estructura, toda la estructura personal para ingresar a Belén con realismo, con el realismo propio de la amenaza que Herodes tiene sobre el niño que está por nacer, con el realismo propio de no hay lugar para ellos en el albergue, con una noche oscura, posiblemente un tanto fría donde el niño nace y  con el realismo que también supone la presencia de los magos que llegan con sus ofrendas de Oriente y los pastores que vienen a saludar al recién nacido porque el ángel y un coro han cantado la gloria de Dios en medio nuestro con la paz que ello supone. Belén y el realismo con el que Dios nos invita a salir del ensueño y el realismo y el paso de crecimiento en la fe con el que Dios nos invita a mirar nuestro propio Belén tan duros como aquellos y tan esperanzadores como aquel Belén de hace dos mil años.

Este camino hacia el Belén real que nos hace desmitificar los ensueños para pisar sobre la tierra para vivir con madurez y adultez la fe, nos ayuda también a entrar en nuestra propia historia o a entrar en contacto con el registro de nuestra propia historia con un descubrimiento de cuanto de cerca ha estado y está Dios de nosotros.

No fue fácil aquel camino que los condujo al edicto que Quirino había dado para que todo el que nació en su propio pueblo encontrara un lugar del censo. Fueron a Belén de donde descendía José de la familia de David. Imaginemos el camino del burrito como decía Mercedes Sosa al que había que apurarle la marcha para que llegara a aquel lugar. Imaginemos lo agreste de aquel paisaje, lo duro de aquel peregrinar cuando María ya está con dolores de parto. Supongamos que ya estamos en Belén, veamos cuanto de difícil se hace para ellos encontrar un lugar. No solamente el largo viaje, también los dolores de parto y al mismo tiempo para ellos no hay lugar en el albergue.

Es una cueva, un pesebre, un lugar dado para los animales donde Jesús, el rey, viene a nacer con ese estilo nuevo de señorío en la sencillez en la humildad y en el servicio que el viene a instalar en medio de nosotros de la ofrenda de la vida como modo y como forma. En ese lugar comienza a surgir una luz con el primer jadeo, el primer llanto del niño que nace de la madre, María.

Esa luz se hace un reflejo en el cielo e invita a un camino para los que de lejos vienen con sus regalos porque han entendido que en el mensaje en el firmamento que ha nacido un rey. Hacia allá van los magos que llegan desde Oriente con una certeza en el corazón, Herodes ha andado preguntando mucho y en realidad lo que busca es matar a  quien viene a hacerle como competencia en el reinado. Herodes no entendió nada, el reinado de Jesús es otro, no es de éste tiempo y es para éste tiempo.

Ellos que vienen con sus regalos, con sus noticias, con sus mensajes caen de rodillas frente a aquel maravilloso escenario de pobreza , de sencillez, de dignidad, de luz, de vida, de amor, que envuelve el ambiente del nacimiento de Dios. El cielo también mucho más allá de las estrellas se ha conmovido, los ángeles cantan la grandeza y la gloria de Dios y la paz que viene a instalarse en el corazón de todos los hombres de buena voluntad, entre ellos los pastores que humildes, sencillamente en la noche mientras cuidan sus ovejitas reciben desde el cielo más allá del firmamento por los ángeles que cantan en coro el mensaje: ha nacido el rey, el salvador del mundo. Belén en su sencillez está cubierta desde el cielo por el amor.

Es luz y es canto, es alegría y es gozo, es mensaje de paz. Este Belén duro, difícil, agreste, amenazante, éste Belén poco amigable, no hay lugar para ellos en el albergue, al mismo tiempo está siendo sostenido por el cielo que muestra la luz de lo que ha ocurrido en la cueva y hace que cante el coro de los ángeles con un mensaje de paz,  ¿Querés que vamos a tu Belén y el mío?, ¿Querés que nos encontremos con lo duro, lo difícil, lo complicado de nuestra historia y los no motivos como decíamos ayer para celebrar la Navidad? Y los dolores con los que afrontamos ésta fiesta.

Escribamos un poquito lo que nos supone la lucha cotidiana por llevar adelante la familia o encontrar un peso que nos ayude a sostener lo que tenemos que hacer para que la familia viva dignamente. Lo duro y lo difícil que se hace hoy en nuestra familia educar a los hijos. Como nos ha desconcertado éstos cambios de cultura y éstos nuevos modos de entender la realidad y de vincularse de las personas, que difícil y que complicado nos resulta entender el tiempo que estamos viviendo, que duro es el ambiente frente al mensaje de la fe, un ambiente secularizado, un ambiente carente de trascendencia, un espíritu en el mundo que no entiende que hay un mañana y que por eso no hace falta que todo sea ya inmediatamente.

En éste contexto de lo duro de lo nuestro, del ambiente que nos rodea, de lo poco amigable, de lo amenazante que es frente a la Navidad el gordinflón barbudo blanco que dice ho ho ho y que parece quiere ser revestido como el nuevo Herodes, es un poco duro lo que digo, pero representa cuando toma el espíritu del mundo su imagen, que en principio no era esa, era San Nicolás ,pero ya no está más San Nicolás, el papá Noel, está el consumo, está el compremos, está el vendamos, está esto de compremos y vendamos desenfrenadamente ubicado como el único horizonte y por eso amenaza contra el horizonte real que muestra Belén.

Nuestra realidad no es distinta a la de hace dos mil años. Si allá el cielo se conmovió y las estrellas brillaron de una manera distinta y la luz brilló con toda su fuerza y los ángeles cantaron la gloria de Dios y la paz a los hombres por el nacimiento de Jesús porque no nos animamos a creer y damos un pasito como dieron los magos de Oriente y los pastores, para ir nosotros también en medio de dificultades sobre el pesebre como fueron primero María y José y contemplemos como el cielo contempla, como los pastores contemplan, como los magos de Oriente contemplan al niño Dios que nos ha nacido.

Que hay en el agreste y amenazante Belén de Quirino? Que hay en el poco amigable Belén donde no hay lugar para ellos? Que hay en éste Belén oscuro de la noche fría? Que hay en éste Belén de los dolores de parto, de un burro que se demora llegar hasta donde está esperando el nacimiento del hijo de Dios? Hay luz, y hay sobre todo la expectativa de un niño que nace, éste no trajo el pan bajo el brazo, éste nos trajo todo bajo el brazo.

Es Jesús que nace, nos trae todo bajo esa imagen sencilla y simple. Para llegar a éste lugar que no es imaginario, que no es de fábula, que no es de ensueños, que no es de historietas sino que es un lugar real, tan real como tu historia, como tu camino de todos los días hay que encontrar el sendero que encontraron los magos de Oriente y hay que encontrar también el camino que supieron recorrer los pastores que en la noche recibieron el mensaje.

¿A que estaban atentos ellos? A las señales. Hay en los pastores y también en los magos de Oriente un espíritu que se deja llevar por lo que el cielo va marcando como rumbo. No se dejan envolver en el discurso del poder de Herodes, no se dejan tampoco envolver ellos por el corazón frío de los que no dan albergue a los que llegan con el niño que está por darse a luz.

Ellos se dejan conducir por el cielo y por las señales que el cielo va dejando en el camino. Para ir a ese lugar donde Dios quiere nacer en lo duro de nuestra historia, le sigamos la pista al cielo, le sigamos la pista al cielo que nos marca un rumbo, nos abramos al cielo y su mensaje. El mensaje que llega desde el cielo es un mensaje de paz a los hombres y gloria para Dios que ha hecho nacer en medio de nosotros al Redentor.

Como saber si el mensaje que estamos recibiendo en el corazón, la señal que tenemos dentro nuestro, en rededor nuestro es de Dios? Por esto sencillamente, por la paz. Allí donde en ésta Navidad no encuentres paz, encuentres locura, encuentres desenfreno, nerviosismo, tensión, apartate, no te vincules.  Vinculate a todo lo que te da serenidad, paz, armonía, tranquilidad.

A todo lo que te alegra realmente el corazón, a lo que te permite verdaderamente por dentro encontrar descanso, serenidad. Si vas por éste sendero seguramente vas a llegar a tu Belén reconociendo que allí también ha venido a nacer el hijo de Dios como hace dos mil años. Este Belén que describíamos al principio, el tuyo, tan duro como aquel en tu historia familiar, como educador, tan difícil y complicado como resulta vivir en éstos tiempos donde el horizonte parece ser solo para hoy, donde mañana es un tanto incierto y donde todo parece ser como demasiado a ras de piso sin que haya cielo, sin que haya trascendencia, ahí donde puede más el consumo, donde Papá Noel con su saludo ha dejado de ser lo que era cuando representaba a San Nicolás y se ha transformado como el gran vendedor del mercado para conquistar los corazones de los que tenían interiormente dispuesto para otra fiesta y se cambió, el del cumpleaños desapareció.

Para que vos vayas a Belén verdaderamente a tu Belén con la expectativa de encontrarte con lo que da sentido a ésta Navidad andá por el camino de la sencillez, por el camino de la búsqueda, por el camino de la serenidad, de la paz. Si, es verdad que te van a venir dolores, los que acarreas de todo el año vivido, como ellos también tuvieron sus dolores mientras peregrinaban y caminaban pero al final vas a encontrar el signo que te va a mostrar que allí ha nacido Dios en tu casa con todo lo que ello implica, con todo lo que ello supone. Los pastores recibieron un mensaje muy claro, van a encontrar un niño envuelto en pañales.

Vos tal vez encuentres otro signo igualmente sencillo y posiblemente en una sonrisa descubras que Dios nació, en un abrazo de paz de feliz Navidad, puedas decir desde dentro tuyo algo te dice aquí está Dios, posiblemente en un brindis, esos que hacemos cuando decimos feliz navidad, en un regalo porque no, puedas encontrar allí realmente no por lo que te regalan o por lo que regalas sino por que en lo simple en lo sencillo como un niño envuelto en pañales puede estar escondido el misterio nuevo que el te propone, el del nacimiento suyo.  

Seguile la pista a Dios y que no haya un ruido que te saque de tu búsqueda y de tu camino que te conduce a nacer de nuevo en ésta Navidad.