Vení, acercate, te voy a contar una historia

miércoles, 7 de noviembre de 2012
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                Vení, acercate, te voy a contar una historia, así comienzan muchos relatos en aquella parte del mundo que nos diera la bienvenida con su calor y su humedad, su cariño y con su dolor, con su esperanza y su sonrisa. Esta historia se repite en las Centroafricanas, este modo de introducir la historia. Vení, acercate, te voy a contar una historia. A la sombra de un árbol o alrededor de una lámpara, los sabios de años y de vida transmiten sus experiencias a los más jóvenes para que la memoria del corazón en la cultura la tradición oral africana no se pierda. Hoy nos toca contarte lo que hemos visto, lo que hemos oído y te acercamos algunas fotos de nuestra experiencia en República Centroafricana, donde claramente la historia está hechas de historias de dolor y de vida, Historias tejidas por hombres al sol de los días, a veces escritas con sangre, otras cantadas con música, contradictorias, humanas, pequeñas, grandes, historias que como una madre, la madre, nos sale al encuentro y se queda con nosotros antes de que nos demos cuenta. Vení, acercarte, te voy a contar una historia en fotos.

                Buen día para todos los que se arriman a este lugar del fogón. En el despertar con María estamos disponiéndonos mate de por medio para compartir con vos la experiencia maravillosa de la misión. Queremos acercarte desde aquella bella de la República Centroafricana lo que hemos visto, lo que hemos oído.

El relato por aquí te imaginarás, se repite: “¿Cómo te fue Javier?”, “¿Cómo estuvieron las cosas padre? ““Contame hermano como fue aquello”, y uno tras otros los relatos van como acrecentando el corazón y el alma y nos hace bien porque se suman cada vez más los que quieren recorrer caminos misioneros junto a nosotros por aquella tierra lejana y tan cerca de nuestra experiencia de ser Radio María en Argentina. Cuánto me gustaría que esté Cecilia, que esté Leo por aquí. Ellos están en sus tareas, en su trabajo ya incorporados a su servicio como voluntarios que son de la Radio tienen seguramente un costado distinto a quien ejerce la responsabilidad de la conducción y la dirección de nuestra obra. Sin duda y por encima de los matices nuestros, un mismo corazón nos puso de cara a las imágenes que hoy te compartimos. El texto que yo te estoy ofreciendo y las fotos que estamos poniendo a consideración de los que se acercan a este lugar de la experiencia misionera, las hemos seleccionado juntos. Queremos comenzar por una de las fotos tal vez más entrañables para nosotros, la foto de la mesa familiar.

 

                La mesa familiar: La mañana comenzaba, como te compartía ayer, con la celebración misa, muy temprano en la mañana. En Iroco nos levantábamos a las cinco y cuarto. En realidad no era un sacrificio, uno dirá mirá que temprano que se levantaban los misioneros, pero en realidad a esa hora se levantan todos porque un día en República Centroafricana es de sol a sol, comienza a las cinco de la mañana, creeme el día a las dieciocho está terminado. Es que no hay luz eléctrica o muy poca según se a como te encontrás en la ciudad divida en dos, algunos reciben la luz desde las diez de la noche a las cinco de la mañana, otros desde ese horario hasta la tarde. Mientras tanto la luz está ausente. En donde hay oscuridad y no hay luz eléctrica se depende de lo que la luz del sol ofrece, es mucho. Y tal vez haya que aprovechar mejor los recursos que la luz del sol otorga. Por ejemplo en paneles solares que si se desarrollara como industria en aquél lugar, seguramente sería una manera alternativa de energía muy saludable. Pero quiero volver sobre la mesa porque les contaba que arranca a las cinco de la mañana con esta dificultad de que la luz es la del sol, es la que convoca el día de una punta a otra, desde que amanece hasta que oscurece, y después de despertarnos e ir a la misa a las seis, terminada la misa, la misa. Como dice mi padre y como decíamos allá: “A la misa y a la mesa una sola vez se avisa”, y de verdad que no hacía mucha falta que nos avisaran que ya estaba servida la mesa, lo hacía Clodél, la mujer del presidente Mathieu, que en su casa nos recibía alrededor de su mesa. Y este comenzar de la catequesis de hoy: Vení, acercate, te voy a contar una historia, para nosotros era todos los días, el relato de alguna historia que tenía que ve con ese pueblo, con sus orígenes, con su perspectiva, con sus sueños, con sus dolores, con sus conflictos, con sus postergaciones, con la colonización, con las estructuras mentales y culturales que le impiden salir adelante, con los trabajos y luchas por conseguir abrirse un camino, como lo hicieron cuando penetraron la selva, por dos rutas importantísimas que convocan, que confluyen hacia los países limítrofes, así también en lo de todos los días muchos se levantan no con el machete en mano para abrirse un camino sino con la inteligencia que se agudiza en el contexto de un país complicado en su desarrollo para pensar como y de qué manera poder trabajar mejor la tierra, aprovechar sus recursos, generar políticas de estado que hagan de este pueblo un pueblo verdaderamente independiente, autónomo, libre, soberano. Alrededor de esa mesa los sabores eran realmente exquisitos, “bio” nos repite a cada rato Mathieu, y el como Ingeniero Agrónomo distingue los frutos que da su tierra de todo lo transgénico que ofrecen a veces nuestras tierras como un modo antinatural de alimentarnos. La comida con la que nos recibe cada almuerzo, cada merienda, cada cena en su casa es un ejemplo de la bondad de su tierra pero por sobretodos las cosas del valor de la mesa como lugar de encuentro. Todos ingredientes naturales sumados al amor con que Clodel nos cocina cada día, hacen de cada comida una fiesta de sabores, de gustos y de historias. Ello nos ha permitido cada día llevar las temperaturas y las vivencias casi como si estuviéramos en casa.

                El primer día, cuando llegamos, te cuento Ale, lo primero que nos preguntaron: ¿Cuáles son las costumbres de su pueblo?,. ¿cómo se visten?, ¿qué comen? Y yo creo que cuando tomaron nota de qué comíamos hicieron el menú para cada día, con la delicadeza propia que tiene el corazón de quién se hace hospitalario y quién descubre a la luz de la Palabra que cuando recibe alguien que está de viaje posiblemente está recibiendo a un ángel. Esta perspectiva de hospitalidad, de servicio, de cariño, de amor, de delicadeza en el trato, de la comida exquisitamente servida en una mesa austera y rica en productos naturales, nos permitió extender, te diría cada desayuno, desde las siete menos cuarto hasta las nueve, entre diálogo, conversaciones, perspectivas, análisis, nos encontramos realmente con un hombre muy sabio que se formó en Rumania y que perfeccionó sus estudios de Ingeniero Agrónomo en EEUU. Que podría haberse ido a Francia a trabajar, sin embargo decidió quedarse en su tierra, porque la ama, y de las entrañas de esa tierra nos decía todos los días esto mismo aunque no con estas palabras: “Vení, acercate, te voy a contar una historia”.

 

Consigna: La consigna es la misma que ayer, es decir, fotos de la misión, de lo que fue el registro como oyente tuyo, de lo que vivimos en la misión, de lo más significativo, lo más valioso, lo que te impactó, lo que te despertó en el corazón, de lo que viviste misionando si sos un misionero, misionera de Radio María en cualquier de la República Argentina, tu experiencia de haber llevado la imagen de la Virgen a algún lugar donde se hace presente la obra, o tu experiencia de haber visitado la cárcel, los hospitales, el “Remedium” que ofreciste como modo a través del cuál nos vinculamos a la misión, experiencias misioneras, fotos de la misión en la Argentina y en África, el impacto en el oyente y qué se despertó en el corazón.

 

                El transporte: Una imagen, una foto, de Bangui es el “push-push”, el vehículo nacional, que con una sonrisa lo presenta el presidente Mathieu cuando nos habla del auto nacional. Con un poco de ironía y mucho de tristeza Mathieu nos habla de esta imagen que ojala puedan ustedes registrarla entre las muchas que hemos publicado tanto en Facebook cuanto en nuestra página Web donde aparecen niños, adolescentes y jóvenes empujando carros que llevan troncos de hasta veinte, veinticinco metros, y todo el tiempo, por todas partes. Sacado de la selva es conducido este vehículo nacional, dicho con ironía y con tristeza, por todas las calles de Bangui en la búsqueda de, o venderlo o llevarlo a casa, porque con eso se hace de comer, con eso se calienta el agua, no hay gas, todo es a leña. El transporte verdaderamente en Bangui es todo una sorpresa por el push-push y por los autos que descubrimos en la ruta increíblemente habitados por más de treinta, treinta y cinco personas. Si, no estoy hablando de un colectivo, hacinado, sino de un vehículo. Hay una foto que hemos publicado en nuestra página que no se si todavía está y si no habrá que ponerla por ahí por Facebook, le pido a Néstor o a Belén si la están chequeando, donde aparece un auto, un 404, que lleva arriba, atendé, treinta personas, va por las rutas. ¿Dónde se suben? En el capó, en el baúl, en el techo, las personas salen por las ventanillas, solamente dejan los pies adentro y una parte del tronco, pero todos por fuera, y el conductor tratando de sacar la cabeza por algún lugar para ver por dónde manejar, y a alta velocidad, porque en realidad el gran transporte son los dos pies, todo el mundo camina. La calle es el lugar más habitado en Bangui. La vida está en la calle, lo compartíamos ayer. Y a veces cuando las distancias son muy largas y hay un vehículo, un auto, todos hacen un esfuercito, pagan unos pesos más, el que los transporta se gana unos pesos aunque su transporte dure poco, porque con esa calidad de trato poco duran los autos, y de hecho nos encontramos en las rutas con un montón de estos colectivos humanos, más que de transporte, parados, porque no soportaron el peso de tanta gente que transportaban. El push-push y los autos llenos de gente, parte de lo que nos ofrece el paisaje de transporte de un país que en realidad anda a pie y descalzo.

 

El colegio: Una foto recogimos un sábado. En Bangui la foto del colegio. El colegio, nuestra próxima foto. Cuando entramos al aula los chicos nos sonríen. En realidad esto no nos sorprende. ES la reacción natural de todo este pueblo. ES como un modo de darte la bienvenida a su dolor, a sus búsquedas, a su esperanza, por sobre todas las cosas, al gozo de celebrar la vida en cada tramo en que se puede celebrar, en sus ritos, como bien nos decía este hermoso mensaje que nos compartían recién. en sus cuadernos copian lo que en forma impecable el profesor les escribe en el pizarrón. El, “el profe”, es un voluntario de la parroquia del padre Serafín, en un barrio al oeste de Bangui, cerca del barrio militar. El aula pertenece a la escuela parroquial creada para educar y contener a los chicos huérfanos, fruto de la guerra civil. Serafín nos cuenta: “Cuando se sucedieron las rebeliones, este lugar fue uno de los primeros escenarios de lucha y sus consecuencias fueron decenas de niños que quedaron sin hogar, y sin horizontes. Lo que hicimos fue buscar fondos para crear un colegio para que ellos pudieran estudiar. Luego creamos un lugar para que las madres y jóvenes puedan tener una educación, un oficio, más oportunidades. Hoy, estos chicos comen, se educan y alivian las cargas de las familias que los están conteniendo. La escuela funciona con cristianos voluntarios que ayudan en la educación en el barrio. Sin embargo, las necesidades son muchas, faltan fondos y manos, pero sobran esperanzas”. Posiblemente, cuando yo me encontré con ellos, pensé en esto, posiblemente en el futuro de nuestro vínculo con Bangui, este escenario de esta escuela sea el lugar donde voluntarios jóvenes que quieran poner parte de su vida al servicio de los demás puedan por unos días, por diez días, poner manos a la obra en el corazón herido de niños huérfanos y con trabajo, entrega y por sobre todas las cosas cariño, misionar desde el evangelio de la caridad, a modo de extender nuestra tarea misionera sobre un pueblo que necesita y mucho. Al aula hecha por las manos de Serafín y los jóvenes que literalmente armaron los ladrillos y levantaron las piezas, se le suma el sueño de un aula virtual que nosotros hemos empezado a diseñar y que con ellos soñamos poder poner en práctica. El sesenta por ciento de la población en estas tierras centroafricanas, es analfabeta. La radio ofrece muchas posibilidades. La experiencia de fe y vida que llevan adelante los jesuitas en Venezuela, es un horizonte cierto al que queremos apuntar en este tiempo, junto con nuestros hermanos de Centroafrica, para tomar la experiencia de ellos, ¿cómo hacer? Alfabetización a través de la radio, con instrumentos de radio y con el material por escrito en una cultura que es oral la de Bangui y de Centroafrica, y que nos ofrece muchas oportunidades para dar la mayor herramienta para el progreso, que es la educación. Ojala podamos concretar este sueño, hemos comenzado a desarrollarlo con el animarnos a soñarlo. La Radio va a estar en todo el país y posiblemente sea un instrumento de educación que, como todas las cosas que brotan desde lo más profundo de la tierra africana, estará seguramente arraigada en la sangre derramada por tantos padres que murieron y dejaron a sus hijos sin educación, y que el amor y la caridad de algunos hizo posible que hoy la escuela del padre Serafín sea un icono de lo que Radio María tomará como posta para extender mucho más allá de sus aulas la presencia educadora como lugar de progreso y crecimiento de un pueblo que lo necesita y mucho.

                Sin habernos puesto de acuerdo con Alejandro, esta postal musical de León Greco forma parte de nuestra música estando en aquellas tierras. Se la dedico a Cecilia y a Leo.

                Este tal vez sea el proyecto más importante que hemos comenzado a soñar con los hermanos de la República Centroafricana, la radio como lugar de alfabetización. Ojala que encontremos la inteligencia, la fuerza voluntaria en la argentina, para ayudarlos a ellos a que desarrollen el proyecto y podamos encontrar los caminos. A septiembre del año que viene tenemos mucho trabajo para hacer. En septiembre van a venir nuestros hermanos de República Centroafricana, así han sido invitados a compartir con nosotros el camino de Radio María en Argentina.

                Le contaba a Alejandro el otro día que hacía de el estando allá, y Cecilia y Leo saben que mi celular tiene un montón de música que a mí me gusta, que alguna vez Alejandro me regaló y yo la cargué en mi celular y entonces a la tarde, cuando caía el sol, ponía música, entre otras esta hermosísima canción de León Gieco y alguna otra que te voy a pedir que formó parte de nuestro paso por la República Centroafricana, ya Leo y Cecilia si están escuchando saben de que se trata. Mientras tanto nos vamos a las raíces de la radio sembrada con sangre.

 

                La radio: A mí fue la foto que más me impactó, tal vez la que más me conmovió, la verdad es que andaba con lágrima floja por aquellos lugares, todavía hay algo de esto que se registra en mi contar, en mi discurso, en el ir poniéndole palabras cuando no alcanzan pude la emoción, más que los verbos y los sustantivos, los adjetivos, las frases hechas, o la construcción necesaria de palabras con las que uno intenta decir qué vivió, qué le impactó, que como relatar lo que allí ocurre. En el viaje a Bossangoa tocamos con dolor y con emoción las raíces de Radio María en la tierra africana. Su director, el padre José, con una sencillez sorprendente nos decía: “Después de un año y medio de los comienzos de la radio, por acontecimientos militares y políticos, las fuerzas de ocupación tomaron nuestra radio y mataron a dos guardias, un técnico y un locutor. Destrozando el edificio de la radio al igual que todos los medios de comunicación del lugar. Estábamos en medio de un programa. En el momento de nuestro viaje al corazón del África negra, donde sentimos que pisábamos una tierra sagrada, tierra de ofrenda, tierra de martirio, nos encontramos con tal vez de las raíces más hondas del proyecto en el mundo, la que se riega con la sangre humana, con la entrega de la vida, como la hacen tantos trabajadores, tantos voluntarios, tantos oferentes, tantas personas que oran y ofrecen su vida por esta emisora que cubre el mundo cada vez más con lucha, esfuerzo, entrega, ingenio. Una certeza evangélica nos habita, el grano de trigo que cae en tierra y muere produce mucho fruto. Una vez más hacemos la experiencia misional, es más lo que uno recibe de lo que uno entrega desde este lugar de hermanamiento. Las raíces de la radio están regadas por las gotas del rocío que cae sobre la tierra centroafricana como todo lo que en esa tierra se siembra, crece, también la radio crece pero ahora ya no con las gotas de la lluvia sino de la entrega de la vida de los hermanos que en manos de los musulmanes morían mientras hacían nuestra radio. Sin duda fue gota del cielo la que el cielo en la ofrenda que nos hace cada día inventó e invitó para que ofreciéramos también nuestra vida y regar a la tierra con la entrega al estilo de Jesús.

                El Rosario: Hay una foto de la que participamos todos el día miércoles cuando a las seis de la mañana, como todos los días, orábamos el rosario. En el momento justo Alejandro llama de Argentina vía scape, se dispone a acortar las distancias geográficas y culturales. El corazón de María nos hace uno, nos sentimos profundamente hermanados, la universalidad de María es la experiencia de esta foto, un mismo lenguaje mariano marcado por la sencillez y la ternura, nos permite hablar desde el dolor de nuestras tierras al Cielo, en un mismo sentido de alabanza. En español y en Sango, gracias a la oración del Rosario, por unos treinta minutos, se hicieron una sola lengua.

 

El clima: En un momento parecía que nos había ganado tanto el corazón la tierra centroafricana que la climatología nos invitaba a quedarnos por allá aunque la tierra tira. La tierra tira y nosotros, esta experiencia se hacía lazo entre dos pertenencias, nuestra tierra materna, ésta a la que pertenecemos, y esta otra tierra que nos había adoptado. Mientras crecía en nosotros la conciencia de que los tiempos se acortaban y era inminente el comienzo de nuestro retorno, desde la naturaleza de Bossangoa marcada por un torrencial temporal, se hacía susurro divino una invitación que nos invitaba a quedarnos. Literalmente por la tormenta no podíamos salir, comenzó a llover el día que teníamos que pegar la vuelta hacia Bangui para luego tomar el avión que nos trajera a Argentina, la mañana del jueves a las tres de la mañana. Difícilmente uno pueda describir la cantidad de agua que caía desde las tres hasta las diez, como si la tierra que nos había adoptado se hubiera encariñado tanto con nosotros como nosotros con ella que nos decía: no te vayas. El temporal que había comenzado a las tres de la mañana parecía no terminar nunca, hasta que el sol africano nos abrió los caminos para comenzar un largo camino de vuelta a casa.

               

Los colores: La última foto que quiero compartir con ustedes tiene que ver con los colores de África y como se nos pegaron los colores de África en la piel. Para ser bien gráficos yo los invito a que entren al Facebook de Radio María y ahí van a poder encontrar de qué les estoy hablando, porque Cecilia, Leonardo y yo aparecemos con ropa africana, llena de colores, haciéndonos como eco de tanto colorido africano que se nos pegó a la piel. Los colores africanos en nuestra piel, la última foto que compartimos en la Radio. Si hay algo que nos llamó la atención a lo largo de toda nuestra estadía en República Centroafricana ha sido la diversidad de colores que pintaron nuestro paisaje. El color negro característico de la piel de nuestros hermanos, matizados siempre con la sonrisa blanquecina y la alegría proyectada sobre la belleza de la naturaleza y la vegetación que en su verdor habla de esperanza. Me animo a usar la camisa que me regalaron en África, y entre algunos amigos, como por ejemplo entre ustedes soy capaz de compartirla , me animo a compartirla solamente en esta mañana y en este contexto, eso habla de cómo cuando uno se hace del lugar el lugar termina siendo parte de uno. En este lugar, el colorido que ustedes ven en la imagen que está publicada en facebook en nuestra camisa y en el vestido que lleva Cecilia, forma parte de la proyección de los colores llenos de vida que matizan todo el paisaje centroafricano. Los colores del África los traemos en el alma y se nos pegaron al la piel. También se hicieron vestidos con la delicadeza propia de ellos que nos llevaron a lo de Juliano. Juliano es un costurero que nos hizo el traje a medida. Nos compraron la tela y nos hicieron el traje a medida. Cuando yo ví la camisa que nos regalaron quedé impactado en la mirada porque se reían de cómo yo quedé admirado por los colores que tiene mi camisa, y dije: esto no me va a entrar. Cuando me la puse Juliano me la había hecho a la perfección. Los colores de África y el cariño de África se nos pegaron en el alma y van también vistiendo el tiempo nuevo de nuestra radio hermanada con la República Centroafricana.