Vínculos renovados de amor en Dios

martes, 3 de mayo de 2011
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En el evangelio de hoy Jesús nos invita a renovar nuestro vínculo de amor con él en el Padre y a partir de ahí construir un proyecto de unidad. Es la mirada de Dios sobre la humanidad, una humanidad en construcción de humanidad unida, es la que refleja el rostro del Padre, el Hijo y el Espíritu nos devuelve la semejanza que por el pecado habíamos perdido.

El amor del Padre y el Hijo es el Espíritu y es en este espíritu donde los vínculos de caridad fraterna pueden construir un mundo nuevo bajo el signo de la unidad. Radio María Argentina apuesta por una nueva humanidad en la construcción de la unidad de espíritu fraterno con la que Dios nos invita a ir siempre mas allá, sencillamente por el mandato de amor que nos ha dejado para el camino.

Oración Inicial

 

A tu sí María, nos abrimos de todo corazón para recibir de tu hijo Jesús, la vida del Espíritu que nos permita en estos tiempos construir una nueva humanidad por el vínculo de la caridad. Queremos sencillamente en el amor de tu Hijo y en el testimonio de tu amor al pie de la cruz, contemplar el misterio de la redención que nace de un amor que entrega la vida hasta configurar a todos bajo un mismo signo, el de la unidad, para que el Padre pueda depositar sus ojos en medio nuestro y encontrarte a vos Señor, presente vivo en la toda la humanidad llamada a nacer desde un espíritu nuevo.

Danos esa gracia Señor, permítenos comprender las palabras con que hoy venís a nuestro encuentro en esta catequesis.

Juan 17, 1 -11

 
 “Después de hablar así, Jesús levanto los ojos al cielo diciendo: Padre ha llegado la hora, glorifica a tu hijo para que el hijo te glorifique a ti, ya que le diste autoridad sobre todos los hombres para que él diera vida eterna a todos lo que tu le has dado. Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo. Te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora Padre, glorifícame junto a ti con la gloria que yo tenía contigo antes de que el mundo existiera. Manifesté tu nombre a los que separaste del mundo para confiármelos, eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti porque les comuniqué la palabra que tu me diste. Ellos han conocido verdaderamente que yo salí de ti y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo sino por los que me diste porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, en ellos he sido glorificado. Ya no estoy mas en el mundo pero ellos están en él y yo vuelvo a ti Padre Santo. Cuida en tu nombre a los que me diste para que sean uno como nosotros.”

Amor de Dios, eso es vida.

La vida es conocerte a ti, Dios verdadero, esta es la vida eterna. La palabra conocer tiene un significado débil en nuestro léxico, solo indica una parte de la actividad interior profunda del alma, la capacidad de abstracción con la que nosotros nos vinculamos a la realidad, y en todo caso también puede significar algún tipo de experiencia.

En hebreo la palabra “conocer” tiene un sentido mas profundo, mas amplio, comprende no solo el saber sino también el hacer y brota del amor. Conocer supone una experiencia existencial vinculante, no abstracta. La vida está en conocerte a ti, no es un conocer doctrinal, es un encuentro. Cuando nos encontramos nos asemejamos, nos acercamos y nos parecemos por el vinculo con el que se va estableciendo y se va configurando nuestra vida.

En el conocimiento de Dios, él se nos acerca para que nos parezcamos para, al asemejarnos con él, devolvernos lo que la herida del pecado borró y afeó el parecido a Dios Amor. El encuentro con Jesús nos devuelve esa semejanza, en esto consiste el vivir. Vivir es parecernos a lo que perdimos, parecernos a Dios.
El fin de semana fuimos al campo con algunos jóvenes para tomar nuevas fuerzas. Cada uno llevo sus libros y sus tareas pendientes. Vimos alguna película, la debatimos, hablamos del momento de la obra que Dios nos ha confiado y de la complejidad del mundo en el que hoy nos toca vivir. Entre el aire puro, lo compartido pero por sobre todo el amor fraterno, recobramos vida, y respirando hondo me dije a mi mismo después de aquel momento: esto es vida. Ayer pensaba cuando asumía una vez más la complejidad de este tiempo que nos toca de meternos mar adentro, como no haber hecho ayer tres carpas, pero en realidad mientras preparaba la catequesis de hoy decía cuanto aire puro traigo dentro mío  después de lo compartido, es el amor de Dios hecho familia. De ese tipo de amor es del que habla hoy Jesús cuando nos invita a lanzarnos hacia delante, diría Pablo, dejando lo que fue atrás nosotros confiados nos ponemos en marcha hacia lo que viene porque fuimos alcanzados por el amor de Dios en Cristo Jesús. Hemos sido configurados en él.

Te invito a ir a esos lugares donde el amor te hace respirar hondo y decir esto es vida. Solemos decirlo cuando pasamos un momento grato, un buen asado con los amigos, un buen momento de distracción, un relajo necesario después de las tensiones de la semana, un encuentro alrededor de la mesa con un café compartiendo una linda conversación, y descubrimos que las sombras desaparecen, que las miradas se clarifican, que podemos respirar profundo, que nadie nos corta el aire que nos trae vida, por el contrario nos da vida el estar fraternalmente unidos como testimonio de la presencia de un amor que nos cobija y nos asemeja al misterio de Dios y por eso decimos “esto es vida” porque así lo conocemos. Conocerte a ti es la vida dice hoy Jesús en la palabra.
En estos espacios donde en nombre de Dios somos congregados con la conciencia de que el tejido de los vínculos humanos siempre supone una presencia misteriosa suya, en más de una oportunidad podemos decir: “esto sí que es vida”. Lejos de vivirla enredado en los conflictos que ella nos trae y apartándonos de todo lo que intenta terminar con ella, más bien afirmemos en esta mañana, esto es vida. Esta es la consigna, tiene que ver con los amores, con vínculos fraternos,  con espacios compartidos, el respirar hondo y profundo y descubrir que mucho mas allá de todo Dios está vivo, presente y nos hace decir hoy con Jesús, la vida es conocerte, conocerte es experiencia de vínculo de amor fraterno que nos abre a la eternidad. Esto es vida.

En este conocerse en el amor fraterno esta escondido el misterio de la unidad al que el proyecto del Padre Jesús apunta  cuando nos invita a recuperar lo perdido, que en realidad es la distancia que nos separa. El Señor viene a acortarla a partir de esta propuesta de amor inclusivo que supone también abrazar a los que están más lejos, a los que se apartaron, de los que nos distanciamos y apartamos, es más aún, de los que nos hirieron o de los que herimos. El Señor nos invita a retomar el camino del amor fraterno como lugar desde donde se construye el proyecto de unidad que el Padre tiene para con nosotros, el amor hermana, el amor unifica, el “conocer” del que la palabra habla hoy como “vida”,  cuando decimos “esto es vida” siempre tiene como trasfondo esta experiencia de amor  donde Dios esconde el misterio que de sí mismo habla como ninguna otra cosa que de Dios podamos referir. Es la descripción mas clara que de Dios aparece en las sagradas escrituras, allí está contenido todo el misterio, Dios es amor, Pablo dirá: al final solo quedará el amor, es decir, solo estaremos de cara a Dios y todo lo demás va a desaparecer. Todo lo demás estará lejos, anticipamos el cielo, por eso decimos: “Esto es vida” cuando en esos vínculos de experiencia fraterna, familiar nos animamos en lo hondo a dejarnos invadir por ese sentir y por ese espíritu que termina con la nostalgia de lo que perdimos y nos devuelve la realidad de un sueño que teníamos, el sueño de vernos unidos, de vernos construyendo un mismo proyecto de caminar juntos, de descubrirnos en el otro, de complementarnos con los otros. Este amor apunta a todos, es inclusivo, también en el proyecto de Dios solo cabe la unidad, no la uniformidad, la unidad como en el misterio trinitario se produce de la relación en lo divino. La comunidad de los discípulos está conformada por gente de distinto pelaje, algunos venían del mundo pagano o vinculados a él, otros de una vida de fe muy rudimentaria, después se suma uno del costado de los fariseos para ser apóstol entre los gentiles, uno de ellos es un discípulo sin doblez y otros forman parte de una fracción del pueblo de Dios que esperaban poner el orden desde el ámbito de lo político con la llegada del Mesías al pueblo que está oprimido por la fuerza romana, y como celotes eran lo que nosotros hoy consideramos como guerrilleros, gente combativa que utilizaba las armas para asaltar a los poderosos de su tiempo y al estilo de Robin Hood, entregárselo a los mas pobres. De todo esto Jesús hizo un proyecto de unidad y los unió detrás de un ideal, de su propia persona, como anticipo del reino. No los disciplino a través de la indicación de  alguna conducta ética minimalista de los escribas y de los fariseos, tampoco los vino a adoctrinar con un pensamiento ideológico al modo de los filósofos griegos del tiempo, los vino a configurar en un mismo espíritu, el de la caridad en la familia, que diera testimonio del cielo que el hombre había perdido cuando  rompió con el AMOR, cuando rompió con Dios. Movidos por un ideal de unidad – cuenta Chiara Lubich, nos miramos a la cara y decíamos: estoy dispuesta a morir por ti, y otra decía: y yo por ti, todas estábamos dispuestas a morir una por otra, todas y cada una como en  el evangelio, el amor hasta dar la vida por los amigos.
Jesús configura la vida de la comunidad con aquel mandato del amor indicando que está en la entrega de la vida la posibilidad, no solamente de superar las diferencias sino de construir un proyecto común. Es más, las diferencias no están para ser superadas, están para ser integradas detrás de un proyecto que es mayor que el que cada uno tiene en sí mismo. Para superar las divisiones en la humanidad hay que encontrar motivos desde donde poder aglutinar, reunir, hacer complementaria la vida de los diversos costados donde pueda ser analizada, vista, planificada, puesta en marcha desde cualquier ámbito, el público, el social, también en lo privado, en la economía y en la propia casa. Solo cuando hay una fuerza que aglutina como es la fuerza del amor que nos vincula podemos superar las diferencias integrando las partes. Es la grandeza de la propuesta del Padre en Cristo. Eso sí que es vida.

También haciendo creíble el mensaje de Jesús en el amor cuando este se refleja en la entrega de la vida en la cruz. De hecho, el centurión cuando Jesús entrega la vida, termina por caer de rodillas ante el crucificado y dice: éste verdaderamente era el hijo de Dios.

 Decía Chiara Lubich, sostener el mandamiento nuevo con la medida pedida por Jesús y mantener su presencia entre nosotros a los comienzos, y después también, no era fácil, más bien podía ser en ciertos momentos desalentador el modo, si no se nos hubiera revelado el secreto clave para entrar en esa vía. Se nos reveló que el momento en el cual Jesús había sufrido mas en su vida fue cuando en la cruz había gritado: Dios mío, Dios mío,  porque me has abandonado. Esa pasión interior cubierta por nuestros pecados había probado como hombre el abandono del Padre y con esto había anulado las divisiones que nos separaban. En aquel momento una voz interior nos llamaba a amar al crucificado, amar al abandonado, a dejarlo así o a seguirlo así. Fue y es el amor al crucificado el que siempre nos impulsó y vuelve a mantener siempre viva la unidad como sueño y como proyecto de Dios.

El amor al Cristo abandonado terminó siendo para la comunidad de las que fundaron junto a Chiara Lubich y el movimiento de los focolares la gran fuerza que las llevo a sentir que todo se reunía alrededor de aquel que entregaba la vida por amor, era la fuerza del amor de Jesús en la cruz el que atraía y el que subyugaba y sigue haciéndolo hoy, aquellas mujeres  que sintieron el llamado a la unidad que después se hizo Movimiento y a todo el que de cualquier realidad de la vida eclesial y en el mundo siente que es verdad lo que la palabra de Dios dice cuando afirma: cuando Yo sea elevado en lo alto atraeré a todos hacia mí. El misterio de la comunión en la diversidad y de la inclusión de lo diverso en un mismo epicentro de la relación tiene que ver con esta fuerza de amor que brota de la cruz. Por eso al mirar al que nosotros mismos hemos traspasado por nuestros pecados, somos traspasados por un amor que nos hace ir mucho mas allá de lo que nuestra propia naturaleza por su propia inclinación está dispuesta a ir, capacitándonos para ir más allá, mucho mas allá .

El llamado de Jesús al final de su vida cuando asciende al cielo, invita a ir a todos, tiene que ver con esta fuerza de amor que comunica en el Espíritu para que ninguno quede excluido del lenguaje nuevo de la caridad con la que la humanidad toda comienza a romper su incapacidad de comprensión en sí misma por la Babel que confunde para comenzar a vivir bajo lenguajes distintos un mismo código de comunicación que viene por el camino del amor que es el Espíritu Santo que se derrama. Si observáramos los dos acontecimientos, Babel y Pentecostés se nota la diferencia entre uno y otro. En uno Dios está ausente, el hombre decidido a construir el mundo lejos de el para ver si puede conseguir el cielo, pero la confusión comienza a sentirse y Babel – donde todo el mundo habla el mismo lenguaje – es un espacio de incomunicación; mientras tanto allá por Pentecostés cuando hombres venidos de todas partes del mundo conocido por entonces se acercan a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés, se encuentran con aquel acontecimiento prodigioso alrededor de los doce y de María con ellos en oración, la manifestación del Espíritu que hace que en realidad todo comience a ser bajo una nueva comprensión y a pesar de las lenguas distintas todo el mundo comprende de qué se trata, es que hay un lenguaje nuevo que se ha instalado, es el de Dios que en el amor nos permite hacer comprensible la realidad en su plenitud, la verdad se hace una ciencia el amor cuando así es asumido. La capacidad de penetración en la realidad en que hoy vivimos tan diversa y tan desafiante solamente puede ser entendida, asumida, acompañada, alentada en la búsqueda de la presencia del Señor de la historia que la conduce, si desde el amor nos vinculamos a ella. Si no es desde allí, posiblemente cada uno construya su propio gueto, cada uno construya su propio espacio defensivo de trinchera desde donde defenderse y desde donde atacar, no es por ese camino. Es por el camino de un vínculo renovado en la caridad donde la nueva humanidad se construye bajo la figura y la presencia del Espíritu que nos hace uno por el camino, estamos cansados de confrontaciones, de acusaciones, de dímes y diretes que ideologizan la vida pero con la única intención de buscar la manera de tener guardada en un frasco porque no nos animamos a dejarnos llevar por su corriente que es presencia de Dios siempre, que si en ella descansamos y en su fluir nos dejamos conducir, seguramente llegaremos a buen puerto. Será porque todavía – al menos del mundo cristiano, tenemos aferrada la barca a la orilla y no hemos entendido lo que significa soltar las amarras para ir mar adentro profundizando en el misterio de Dios, dejándonos llevar por el viento del Espíritu, será porque después de haber abierto las puertas y las ventanas de la Iglesia a la vida del Espíritu por temor a algunos que se resfriaron, a otros que se quejaron que les vino una tos muy adentro del pecho, a otros papeles que se volaron y desordenaron la biblioteca que teníamos tan bien armadita, hemos decidido comenzar a cerrar las puertas, es un error, porque el Espíritu ya está adentro de la Iglesia y la mejor forma de que ella no implote en su proceso de vínculo con la realidad hoy está en que suelte la vida del Espíritu desde adentro suyo y se haga comunicación en el Espíritu con el mundo de la novedad que Jesús ha venido a traer. La novedad está en el misterio del amor que se nos entrega en la cruz.

 

Padre Javier Soteras