Pequeño milagro para un gran Amor

lunes, 26 de enero de
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Antes de sacar mi papelito recé: “Dios mío te pido que me elija el más pequeño de tus Santos”. Era la dinámica de un retiro y había que sacar un papel cerrado con el nombre de un Santo quien iba a acompañarnos durante todo el año y ¿Quién me salió al encuentro? el Cura Brochero! Pensar que en ese tiempo casi no lo conocía y hoy está tan cerca de mí. Fue él quien me ayudo a resolver uno de los grandes dilemas que la mayoría de los jóvenes tenemos: encontrar al Amor de la Vida.

 

Unos años atrás, un 26 de enero, tuve que viajar a la Localidad de Cura Brochero a cubrir para la radio en la que trabajaba, la fiesta en homenaje al Curita que hasta entonces, conocía sólo de nombre. Estuvimos ahí todo el día y me impactó tanto la cantidad de gente que había, como la Fe que en esas personas veía.

 

Ya que estábamos, fuimos nosotras también con mi compañera a la iglesia y tocamos la urna con los restos del Cura. Mi pedido fue corto pero conciso, y no por ello menos difícil: “Curita Brochero te pido que hagas el milagro de enamorarme del Hombre que Dios eligió -desde siempre- para mí.”

 

Como mujer a lo largo de mis más de 30 años, entre algunas desilusiones y fracasos amorosos me daba cuenta que yo tampoco había sido capaz de elegir un hombre bueno para mí. Por eso ahora finalmente, me corría de escena…y que sea lo que Dios quiera. Confieso que ya casi no me quedaban esperanzas.

 

Pero ‘Nada es imposible para Dios’ y el 22 de febrero de ese mismo año, conocí a Francisco, un chico con quien comenzamos una hermosa amistad, siempre desde la Fe y la fraternidad.

 

Con el paso del tiempo, el compartir y el orar el uno por el otro, de un modo casi imperceptible comenzó a crecer entre nosotros un afecto que iba más allá de la amistad. El 21 de septiembre, nos pusimos de novios y floreció en nuestros corazones una bella primavera.

 

Uno de esos días cuánta fue mi sorpresa cuando en una charla Fran me contó que él era pariente lejano del Cura Brochero ‘por la rama de los Dávila’. En ese momento recordé aquel instante ante la urna en Cura Brochero. En mi corazón se elevó entonces un canto alabanza a Dios y al Curita Brochero por haber sido nuestro ‘celestino celestial’. Se lo conté a Fran y viajamos juntos a la Villa para agradecer al Señor Brochero por nuestro Amor.

 

A lo largo de nuestro noviazgo una de las mayores dificultades a las que deberíamos enfrentarnos sería: la distancia. Por su trabajo como editor de video, mi novio tuvo que viajar al exterior. Comenzamos así un camino de seguir orando juntos y seguir conociéndonos. Siempre recurríamos al ‘tío Brochero’ como lo llamamos nosotros, para que nos ayude. Y cada vez, todo volvía a fluir como un río de gracia que bajaba del cielo.

 

Uno de sus viajes lo llevó bien lejos, a Alemania. Yo lo extrañaba y a la vez sentíamos que el desafío era seguir construyendo un vínculo sólido.  A mí me era imposible pagar un pasaje tan costoso para ir a visitarlo. Fue entonces cuando lo invitaron a participar en la realización de una película que se estaba filmando en Córdoba acerca de la vida del Cura Brochero y le pagaron parte del pasaje. El viajó a Argentina pudimos vernos y continuar creciendo en nuestro noviazgo. Y siempre agradeciendo a nuestro querido Señor Brochero.

 

Cuántas aventuras recorreríamos juntos desde entonces. Caminos a veces áridos y silenciosos, como los de las Altas Cumbres, de esos que incansablemente Don Brochero recorría y que también que nos animaba a recorrer a nosotros para seguir creciendo en el Amor, incluso ante la adversidad.

 

Tiempo después, tuve la dicha de estar presente en la Villa de Cura Brochero para su beatificación y pude ser testigo de cómo el cielo se abrió sobre nosotros ese día. Lágrimas de emoción bañaron mi rostro y nos abrazábamos de alegría entre desconocidos.

 

El Señor Brochero es tan cercano a su Pueblo y a la vez tan cercano a Dios. Eso nos anima a seguirle pidiendo con Fe para que interceda ante Dios, y se cumplan así grandes o pequeños: milagros del Amor.

 

Con Francisco nos casamos un 18 de octubre. Ahora estamos formando nuestro Hogar en Alemania y somos felices, gracias a Dios.

El Señor Brochero nos sigue acompañando de cerca, tenemos su imagen en nuestra mesita de noche, él sigue siempre alumbrándonos con su humilde presencia.

 

Gabriela Arce