Quisiera poder compartir en unas líneas lo que significó, y aun significa, mi encuentro con Jesús. Nunca fui un “chico de Iglesia”. Durante mi infancia, fui a un colegio católico de carisma franciscano donde comencé a conocer de a poco a Dios, también con la ayuda de mis papás. Ya en el secundario me invitaron a participar de la pastoral del colegio y me sumé, solo que no me imaginé que me iba a embarcar en un viaje sin retorno, pero para bien, obvio.
Ahí teníamos campamentos, espacios de reflexión, misiones y compartíamos la vida. En la pastoral empecé a escuchar la voz de Jesús que me iba hablando de a poquito, ese espacio fue fundamental en mi camino y agradezco muchísimo al Señor porque ellos me introdujeron cada vez más a la fe.
Aun así siempre llevé una vida normal, como quien dice, siempre me gustó salir a bailar, juntarme con mis amigos, andar por ahí, tomarme unos tragos…. sí, siempre me gusto la “joda” jaja. Nunca me perdí una oportunidad para pasarla bien y siempre con mis amigos, que los quiero un montón (y hasta el día de hoy me acompañan y me apoyan).
Ya habiendo terminado el cole me inscribí en abogacía, que era lo que toda mi vida quise estudiar. Esa noche antes de dormir, ya en mi cama y viendo tele, decido hacer un “stop” para orar un rato con el Evangelio del día, cosa que me enseñaron en la pastoral; agarro la Biblia y para entrar en “clima” pongo en el celu un tema de la hermana Glenda (era lo único de música cristiana que conocía) y después de un cachito de silencio sentí en mi corazón una presencia… una presencia profunda y que hasta podía sentir algunas palabras que me decían: -“Matías seguime”. Es la mejor “traducción” que puedo hacer de ese momento porque la verdad me superó, me sentí tan desbordado que no podía parar de llorar… y ¿la verdad? ¡Sentí terror! Me escondí bajo las sabanas sin saber qué hacer, me sentí como paralizado, fue muy raro… pero aun así, esa noche dormí muy bien. Al otro día me levante muy entusiasmado y también confundido… mi corazón sabía que esa noche me había visitado el Señor, una presencia hermosa, pero que a la vez me hizo “temblar las patas”.
Le comento esto a una ex profesora de religión (que fue después mi madrina de confirmación, me confirme a los 18 años) y me propone estudiar Ciencias Sagradas… cosa que nada que ver con lo que yo había planeado, lo mío eran las leyes, juicios y a su vez, por que no… la platita jaja. Pero bueno, el sacudón que me pegó el Señor me dejo más dócil, así que dije ¿Por qué no? y me inscribí en el profesorado, cursé dos años, me re gustó y la verdad, me fue muy bien. ¡Ah! ¿Abogacía? También la iba a seguir cursando, pero al final cursé solo un día, me copé con Ciencias Sagradas a pleno.
En el 2011 fui a la JMJ de Madrid donde conocí la Iglesia viva, la Iglesia Joven.. una realidad que desconocía y que nunca imagine… la espontaneidad y la alegría que me decían que eso era Dios, no otra cosa… Dios es alegre, que me invita a cantar, a bailar, a dejar todo tipo de estructura que me oprima para liberar mi corazón y amarlo como mejor puedo, como soy y desde lo que tengo. Me re movió esa experiencia. Después salió un viaje a Italia y lo mío era ir a Asís, de donde era San Francisco, donde nació y aconteció esa historia de amor entre Dios y el “Pobrecillo”. No sé, no encuentro una palabra para definirte que sentí.. Fue un todo.. Un estar en Su presencia a la luz de la vida de Francisco. En un momento estaba mirando el atardecer en el Valle de Espoleto (se ve desde la ciudad antigua de Asís), la colinas, el verde, una naturaleza mezclada con un poco de urbanización, y dije en mi interior – “Hay que ser muy gil para no enamorarse de Dios acá”, me inundó la paz… me deje llevar. Ya al día siguiente cuando teníamos que seguir viaje, vamos a la Porciúncula (una pequeña Iglesia donde vivía San Francisco con los primeros hermanos) y la tradición dice que todo lo que pidas con fe ahí, se te da, así que bueno, me tiré el lance y arriesgándome a la consecuencia de que pueda suceder. Le digo al Señor, -“estoy desorientado, no sé qué hacer de mi vida, tirame un centro, te necesito”. Estuvimos un buen tiempo ahí, oramos bastante.
Pasado un tiempo (ya habíamos vuelto a Argentina), fui a una misión en Antofagasta de la Sierra (la puna catamarqueña) y una tarde me invita a una familia amiga, que había conocido años atrás misionando allí, a merendar. Se me hacía tarde y ya tenía que volver para el “bunker” misionero y mientras caminaba veía como el cielo cambiaba de colores y aparecían de a poco las estrellas. Los colores oscilaban entre el naranja, el rosa, el celeste.. muy raro. Ahí la naturaleza está en estado puro. Mientras miraba ese espectáculo al caminar (me faltaban unos kilómetros para llegar) sentí como en ese cielo estrellado me hablaba Dios… volví llorando, impactado, me sentí abrazado. Mi pequeñez ante tanta grandeza (alrededor de ese lugar hay montañas inmensas, así que más chiquito me sentía), tanto amor, tanta dulzura. Sentí que tenía que seguirlo, pero de otra manera… y sentí que tenía que ser al modo de san Francisco.
Fue raro decirle a mi familia y a mis amigos qué me pasaba, qué deseaba, qué sentía… una vez le digo a uno de mis amigos- “Capaz estoy loco, no sé, pero al menos quiero ser fiel a mi locura de tratar de vivir el Evangelio” “Quiero ser un loco bueno al menos”. A mis seres queridos les costó un poco, pero siempre me acompañaron y están conmigo a pesar de la distancia, los siento cerca.
Entré al Postulantado de la Orden Franciscana, que duró dos años, después ingresé al noviciado (duro un año) y al finalizarlo, el 1 de febrero de 2015 hice mis primeros votos (donde te dan el hábito también). Cada pasito, cada instancia y aún, cada día es renovar un sí, un querer seguir caminando.
Siempre me pregunté por qué habiendo gente tan buena, esa gente que vos decís “es más buena/o que Lasie, que son divinos, no sé, requeté buenos”, me llamo a mí, ¿Qué me vio?… bueno, tampoco soy malvado, tranquilo jaja. Pero a lo que voy es que quizá nunca fui el estereotipo del “curita” bah, al menos eso creo. El punto al que quiero ir es que Dios nos llama a todos, a pesar de nuestro pasado, de nuestras metidas de pata, de no haberlo buscado nunca, de nuestras malas elecciones y de aun todas las malas que nos quedan por tomar… Me salió al encuentro el Dios amor, el que todo lo perdona y el que todo lo sana… que me acompaña en todo momento, aun cuando me equivoco, pero siempre quiero volver a sus brazos… Me ama por lo que soy y no me pide cosas extraordinarias, me pide que sea yo mismo. Me encontré con Dios, que es Papá.
¿Te sentís imperfecto, pecador, que la pifiaste mal? ¡Mejor! Dios nos busca a nosotros.. Él sabe que para nosotros no hay mejor lugar que su corazón, no hay nada mejor que amarlo y servirlo en los más pobres, cosa requete fundamental para mí. Jesús está vivo, ¡pero posta! Vivo de verdad, nada de flashes ni fabulas, ¡Vivo Vivo! y creo que lo podés tocar y abrazar en los pobres, que es un lugar privilegiado de la presencia de Dios… Él no deja de sorprendernos y está en donde menos lo imaginamos, en lo cotidiano, en la sonrisa, en el abrazo, en el servicio… Yo ya lo busqué en lo Woww, pero ¿sabes qué?, me quedo con los pobres, los enfermos, la gente triste, en realidad todo aquel hermano que nos ponga en el camino y también en la Creación.
No soy perfecto, estoy lejos de serlo. Necesito de Jesús, nutrirme de su amor para poder darlo a los demás. Mi vida tiene sentido porque descubrí que Dios es amor y no puedo vivir sin amor (me atrevo a contradecir a Calamaro jaja). Dios es alegre y no puedo vivir sin alegría. Y cuando me caigo, Él me levanta, pero también me invita a crecer y a madurar. Me queda mucho camino por andar, pero ésta aventura vale realmente la pena. No sé cómo seguirá este camino y por donde me tocará andar, o qué giros puede dar… Lo único que tengo seguro es que quiero seguir a Jesús, donde sea, donde esté. Descubrí que no es un tema de religión, es una relación, una relación con el Dios amor.
Perdón si te canse, pero te salvaste de que no haya hablado, hablo bastaaaante. Esto es un poco de lo que me pasa con Jesús, el Amor que camina entre nosotros. Gracias por tu tiempo y que Papá Dios te llene de mucho amor y que nunca apague tu alegría y si por esas cosas de la vida se te apagó.. ¡que la encienda entonces!.
¡Ah,la última! Orá por nosotros, por la fraternidad franciscana, nos hace muy bien.
Un abrazo fray Matias