Les voy a contar una historia, la de una madre y su hija, y la Madre de todos.
Hace unos años atràs había una jòven llamada Nelly. Nelly se habìa casado muy joven con Miguel el amor de su vida, y con èl habìa tenido dos hermosos hijos varones. En esa familia lo que abundaba era el amor a costa de remarla mucho en todo momento y ante toda circunstancia. Un día, Nelly “siente” que està nuevamente embarazada. Luego de tantos años de buscar tener quizas su niña, ella tiene toda la esperanza que ese momento ha llegado. Asi es como visita a su doctor ginecòlogo de siempre quien tras nuevos estudios le dice que si, iba a ser mamà nuevamente. Pero la alegria de Nelly no es completa, su querido doctor le dice que acorde a su cuadro de anemia aguda y a su edad avanzada, lo mas conveniente era no proseguir con el embarazo. Nelly se espantó con esa idea, y se enojò con su doctor, tanto se enojó que buscò otro que le dió una perspectiva distinta. Asì se cuidó los nueve meses, esperando ansiosa y feliz, tener en sus brazos por fin a su niña. Llegò el dìa que el Señor había escrito en su historia que la niña iba a nacer, y si!! fue niña! Luego de un parto muy dificil, por fin podrìa tener a su niña en sus brazos…pero eso no sucediò…algo saliò muyyyy mal y se empezò a apagar lentamente…hasta que indefectiblemente partió…
Y alli, estaban dos pequeños varoncitos, su padre y esa fràgil niña de golpe solos. Miguel se sintiò sin rumbo, perdido y abatido como nunca, el amor de su vida ya no estaba y èl no sabia què hacer con su vida, con sus pequeños. Asì tomò una decisión que marcarìa la historia de todos ellos: se volviò a casar.
Su segunda esposa intentó ser con aquèllos pequeños la madre que no tenìan, pero nunca lo logrò y esa frustracíón la llevó a ser hostil, insegura, avara, posesiva y jactanciosa…entre otras mañas… Todo llevò a que esa familia se desmenbrara. Los varoncitos ya adolescentes se separaron de su padre y de su hermana porque fueron a partados de mil maneras hasta que cada uno estuvo por su lado. La pasaron mal. Jòvenes muy jóvenes, sin madre y sin padre y con muchos malos sentimientos con mucho dolor. Del otro lado de la cancha tampoco era fàcil. La niña no creció rodeada del amor que necesitaba sino de peleas, reproches, insultos y demàs cosas ajenas al amor. Esa niña sufria mucho y a medida que iba creciendo sufria màs porque ya no soportaba vivir asi, ya no querìa acostarse todas las noches y llorar antes de dormir,ya no. Entonces, un dìa entrò a la parroquia de su ciudad, la mas vieja y hermosa de todas, y le dijo a Jesús: Por que tanto sufrir? Por que yo me quedè si he tenido una vida tan difìcil? Por que ella no se quedò y yo me fui, asi mis hermanos por lo menos tendrían a su papà? Ahi en la cruz no encontrò ese día consuelo, pero sin saberlo algo empezó a formarse.
Muchos años despuès esa niña ya mujer, se fue a vivir a otra ciudad, para alejarse prudencialmente de aquèlla mujer a quien había aprendido a querer pero que le había hecho siempre tanto mal.
Buscando su rumbo, siempre se sintió perdida como buscando respuestas que no encontraba,como quizas todos alguna vez se han sentido. Pero, mas que nada, sentìa la falta de su madre, a quien siempre necesitó y nunca tuvo. Y llorò llorò llorò mucho por esa ausencia hasta que se dio cuenta que había recibido un regalo que nunca había abierto y disfrutado. Porque ahì el Pie de la Cruz, Su Madre fue madre de todos! Asi fue como primero tìmidamente a lo lejos, comenzò a mirar a aquèllos ojos bondadosos que tantas cosas le decían en su silencio. Empezó a escuchar en ese silencio. Empezò a sentir tanto amor como nunca antes imaginó…y paz, la paz de su corazòn fue tan grande cuando despuès de orar un día entendió que Jesùs en su inmensa compasión le regalò a Su Madre como especial devoción a esa niña que ya no estaba sola. En medio de este camino de reencuentro que tanto sin saberlo habia añorado, Maria la llama para ser su apòstol cuando luego de una misa la invitan a participar de un grupo parroquial, de Legiòn de Maria. Volvia a su casa saltando su corazòn de emoción! Maria! Maria!! Como deseaba “tenerla a mano” para darle un abrazo y decirle Gracias! por tantas respuestas despuès de tanto tiempo!! Toda la gracia se derramò de golpe como una catarata de amor que refresca el alma.
Y asi, esta joven comenzó a hablar de Su Madre, de nuestra Madre;a todos con quienes pudo, de su amor de su entrega de sus cuidados para con nosotros, de Ella como camino a Jesús, el màs hermoso camino.
El dìa que la iglesia celebra a Santa Marìa, Madre de Dios, ella le consagrò su corazón a Jesùs por Maria, segùn la devoción de San Luis Marìa de Montfort. Asi esta joven dijo que si a muchas preguntas, asì entendió que tenía que seguir siendo apòstol y caminar por este camino para acercar un poco a las pequeñas ovejas que perdidas estàn pero sin dejar de decirle que sì a la vocación de la familia. Esta joven se consagró a Ella y a Él, como esclava de Amor, buscando imitar aunque sea un poquito toda la entrega que entendió que hubo en aquèlla escena, de la Madre a los pies de Su HIjo, de la Madre mirando a su Hijo y del Hijo mirando a su amada Madre .
Maria, Nuestra Madre. Nelly, mi madre. Esa joven, yo. Mi mamà le dijo SI A LA VIDA !! Aqui estoy, feliz caminando con Maria. Feliz mirando a Jesùs en el Sagrario y en la Cruz. Lo que Dios tenìa guardado para mi es el regalo que empecè a disfrutar y esto, recièn empieza! Todas las tristezas del pasado se esfumaron con tanto amor!
“No dejes nunca Madre que aparte mis ojos de tí ni que olvide un segundo que ahi al pie de la Cruz tenemos que entender todo el amor que junto a Jesùs nos has enseñado.
No dejes nunca Madre de mirarme, porque en ese momento en que tus ojos y los mios se encuentran, en ese hermoso instante, tengo todas las fuerzas para seguir.
No dejes nunca Madre que aùn en medio de las làgrimas aparte mi corazòn de tí, que siempre me abandone a tu amor y a su voluntad.
No dejes nunca Madre de sonreirme cuando te miro buscando respuestas y de ser el bálsamo en mis fatigas.
Madre! Madre! Madre! mirame soy tu niña, soy tu esclava. Sin tu amor no soy nada! Nada!”