Jesús dijo a sus discípulos: “No son los que me dicen: ‘Señor, Señor’, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?’. Entonces yo les manifestaré: ‘Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal’.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande”. Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.
Palabra de Dios
P. Sebastían García sacerdote de la congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betarrán. Animador y responsable de la Pastoral Juvenil
Al final del discurso de Mateo, Jesús termina haciendo la compasión con las dos casas; una edificada sobre roca y la otra sobre arena.
¿Qué significa para nosotros esto hoy? ¿Qué es construir sobre roca firme? Me animo a pensar y compartirte tres cosas; construir sobre roca es:
– Tener una experiencia de Jesús que libere, sane y salve. Es decir, el hacer experiencia de un Dios que es amor y por tanto ama; y más aún, su amor es incondicional para con todos nosotros. Es “vivir a Dios” en la meditación de su Palabra, en su Evangelio, en los hechos y palabras de Jesús que nos invitan, nos cuestionan, nos interpelan, nos provocan, nos incitan a ir por más, a buscar soluciones, a encarar la vida a lo grande, con decisiones que nos lleven más allá de nosotros mismos. Es confiarle a Dios no solo algunas cosas, sino toda mi vida, incluso mis frustraciones y mi mismo pecado, esas zonas de sombra que me cuestan ver, que nadie conoce sino yo y Él, hacer todo un itinerario para sanar las heridas de mi historia. Es vivir con Dios permanentemente como Compañero y Compañía;
– Pero es también atender al clamor, a los gritos y a los llamados de las víctimas de hoy, de nuestros hermanos, de los pobres y de los que por tanto, tienen necesidad de mi originalidad, que precisan de mí; no de cosas que me sobren, sino de todo lo que soy, con mis dones y mis talentos, pero también con mis canalladas y genialidades. Todo yo me siento comprometido frente a esa humanidad que sufre y que necesita de mí. ¡Y que yo tanto necesito de ella! Construir sobre roca significa entablar una red de relaciones armónica, humanas y humanizantes con los hombre, a quien considero mis hermanos; entrar en comunión, en vínculo, en relación. No importa cuánto me cueste amar, voy a amar de corazón. No importa lo que me cueste querer, voy a intentarlo, no importa cuánto tenga para perder, yo lo voy a intentar igual. Pasando por alto seguridades, garantías, pruebas…
– También que todo esto lo puedo vivir y es más, me siento llamado a vivir, en mi vida cotidiana. Es decir, hay muchos que piensan que para vivir su vida cristianamente tienen que irse del mundo o escaparse, o fundar una realidad paralela, o al contrario, tomar opciones que pueden ir incluso en contra de mi originalidad y mis talentos. Si yo lo que quiero es vivir la experiencia de Dios y atender al clamor de las víctimas de hoy, tengo que descubrir a su vez la dimensión social de mi vida, de mi estudio, de mi profesión. Por seguir a Jesús y hacer experiencia de su ternura y misericordia no tengo que dejar de estudiar lo que estudiaba o de trabajar en lo que trabajaba; lo que tengo que hacer es tomar conciencia de que todo lo que hago tiene una dimensión social, no sólo porque me vincula con los demás, sino porque es a través de mis dones y talentos, de mis capacidades, saberes y estudios que yo puedo hacer algo por los demás. No tenemos que irnos todos a misionar a África: algunos sí, pero la mayoría necesita descubrir que el Evangelio está a la mano: todo el día, todo el día. La “plataforma” desde la cual yo me comprometo para luchar día a día por la construcción de un mundo más justo, fraterno y solidario es a partir de lo que soy, de lo que estudio, de mi saber, de mi trabajo. No se realiza mi vocación de servicio por ir un par de horas en la semana a un comedor infantil, a dar apoyo escolar o trabajar en prevención de adicciones en una villa de emergencia o una de las barriadas cerca de donde vivimos. La preocupación social tiene que ser siempre, en todo lado y en todo lugar: simplemente por el hecho de que si soy profesional, si estudio o tengo un oficio, lo que tengo no es exclusivamente mío y por eso lo pongo al servicio. Serán muchísimos los que nunca tengan las mismas posibilidades que yo: justamente por eso es que me siento llamado a hacerme cargo de mi vida y con ella, la vida de tantos hermanos, para que luchen por su dignidad, para que recuperen su voz, para que ellos también puedan escribir su historia. Y nosotros, junto a ellos.
Todo cristiano tiene este llamado. Todo estudio, oficio, tarea o profesión tiene su dimensión social de entrega en el servicio a los demás. Si no, es puro egoísmo. Si no, no se es verdaderamente cristiano.
Hermano y hermano, abrazo fuerte en el Corazón siempre Joven de Jesús.
Fuente: Radio María Argentina