Este es el llamado que Arturo Bas, seminarista del la Arquidiócesis de Buenos Aires lleva en su corazón.
Al contar su testimonio recuerda que en 5to grado un sacerdote lo invitó a ser monagillo. Esa experiencia se marcó a fuego en su corazón. Él sabía que queria ser cura por la alegria.
Cuando empezó el colegio secundario se alejó de este llamado y anhelo interior. “Me olvidé de todo” comenta. Hasta que en cuarto año dos experiencias muy lindas le devolvieron la memoria: el cénaculo y una visita al cerrro de las apariciones en Salta. Y así fue como llegó la gran pregunta; en su cama, se dijo “¿Y si soy cura?
Cada día quería estar más y más con Jesús. No le alcanzaban con las actividades parroquiales y comunitarias. Sentía que Jesús le pedía “toda la vida y ese encuentro”.
Mientras tanto había empezado a estudiar abogacía y trabajaba pero lo que más lo llenaba era el contacto con el pueblo, la misión. Esto le dió valor para tomar la decisión.
El primer gran desafío fue contarselo sus padres. Su mamá no lo tomó muy bien, Cuenta que un día cuando regresaba a su casa de la facultad su madre se encontraba guardando todos los santos e imágenes religiosas que había en la casa. Al preguntarle por qué lo hacía su mamá le respondió “Estan en penitencia”. Todo esto fue parte del proceso que a cada uno le tocó vivir. Proceso que Arturo afirma, continúa aun hoy en el seminario.
¡Te invitamos a escuchar el testimonio completo!