Evangelio según San Lucas 17,20-25

lunes, 9 de noviembre de
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Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: “El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’. Porque el Reino de Dios está entre ustedes”.

Jesús dijo después a sus discípulos: “Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’, pero no corran a buscarlo.

Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación.”

 

Palabra de Dios

 

 

 

 

 


P. Sebastían García sacerdote de la congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betarrán. Animador y responsable de la Pastoral Juvenil 

 

 

 

El evangelio de hoy nos presenta una de las nociones fundamentales de toda la predicación de Jesús que es la noción del Reino de Dios. El pasaje del evangelio nos cuenta que se acercan unos fariseos y le preguntan a Jesús cuando es que va venir este reinado de Dios. Como una especie de expectativa, mesiánica, Salvadora, pero que yo ellos lo coloca en el futuro, es decir: el Reino es algo que va a pasar dentro de mucho y nosotros queremos saber cuándo va a ser eso.

 

Jesús ante esta pregunta los fariseos, ante este interrogatorio al que es sometido, responde con una novedad que nos hace pensar también a nosotros: “el Reino de Dios ya ha llegado”. Entonces esto nos tiene que hacer abrir los ojos para poder contemplar la verdad de lo que significa para nosotros esta confesión de Jesús. Porque el Reino de Dios está entre nosotros, no es algo que va pasar necesariamente en el futuro, como cosa que yo tengo que esperar sin más. Pero tampoco “tirarme a chanta” y no hacer nada, no comprometerme, no trabajar, total como el Reino de Dios ya está entre nosotros lo que queda tan sólo es esperar.

 

Ser cristiano es vivir en un delicado equilibrio. Porque El reino de Dios es la misma persona de Jesús. Es Él quien lo instaura ahora. Es Él quien viene y en este tiempo que pasa junto nosotros de Misión, enviado por su Padre, que se encarna el vientre de la Virgen María, que vive sus años “de incógnita” -¿no?- de vida oculta, esos años en que pasa su vida aprendiendo, trabajando y rezando que después se hace vida pública, que con sus enseñanzas, con sus signos, con sus milagros, pero fundamentalmente con el misterio de su Pascua nos revela plenamente que la salvación de parte de Dios ha llegado.

 

Y la salvación es Él mismo. Él es la Buena Noticia que tiene que ser anunciada: Jesucristo Por tanto la noción de Reino de Dios empieza tener sentido desde la Pascua de Jesús. Sin embargo esto a nosotros nos tiene que hacer pensar en qué actitud vamos a tomar.  Porque como decíamos antes esto no se trata de decir: “bueno… espero a futuro total falta mucho para que llegue el Reino” o “si el Reino ya llegó, total, haga lo que haga no va tener ningún tipo de importancia”.

 

Muchos cristianos vivimos así. Muchos cristianos pensamos o que todo depende de Dios o que todo depende de nosotros. Y en realidad el equilibrio como decíamos antes es otro. El arte de ser cristiano consiste en vivir sabiendo que todo depende de Dios, pero viviendo como si todo dependiera de nosotros. Esto que dice San Ignacio de Loyola, a nosotros hoy nos puede ayudar. Porque el Reino no es una noción a futuro. Es decir todo lo que yo hago. Todo lo que yo digo. Todo lo que yo construyo. Todo lo que yo trabajo, es construcción del Reino de Dios. El reino de Dios nosotros queremos que su llegada “se apure” Nosotros queremos colaborar con la acción salvadora de Dios. Nosotros queremos comprometernos en la construcción de un mundo más justo, más fraterno y más solidario. Nosotros no queremos ser parte de esta “globalización de la indiferencia” que dice y que denuncia el papa Francisco. Nosotros queremos ser constructores de unidad,  constructores de verdad. Jugarnos la vida por verdades absolutas, por valores que no van a cambiar a pesar del tiempo. Por cosas que valgan la pena. Por cosas que generen cultura de la vida y cultura del encuentro. Porque todo lo que nosotros hacemos en nuestra vida tiene “Eco de Eternidad”: todo lo que yo haga hoy, influye en el mañana y contribuye a construir o no el reino de Dios.

 

Hermano y hermana, seamos constructores de Reino porque somos capaces de ser constructores de Iglesia, porque somos capaces de amarnos los unos a los otros, porque somos capaces de privilegiar a los pobres, de privilegiar a lo que sienten la vida de la fe más amenazada.

 

De lo más hondo del Corazón de Jesús te mando un abrazo enorme. Y será hasta el próximo evangelio.

 

 

 

Fuente: Radio María Argentina

 

Radio Maria Argentina