Una buena experiencia de Perdón es la acción de mayor libertad que se puede dar en nuestra vida. Cuando perdonamos rompemos con algo que nos ancla y que no nos deja fluir. El dolor que produce la herida que nos han hecho y las ganas de venganza que se hacen presente en nuestro corazón cuando nos ofenden, nos empobrecen, nos ciegan y sobre todo, nos quitan las posibilidades de seguir creciendo.
No creo que nadie que no perdone pueda decir que es completamente sano. La amargura, la tristeza exagerada y la mirada fatalista de la vida son expresiones de un corazón que no ha bebido del agua sanadora del perdón. Sé que no es fácil perdonar. Sé que es más fácil hablar de esto que vivirlo. Pero también sé que es la única manera de vivir en libertad y en disposición de todo lo bueno que trae la vida que vamos fabricando, desde nuestra libertad. Estoy convencido que la experiencia espiritual es una fuente inagotable de Perdón.
Quien vive una buena relación con Dios está mejor capacitado para perdonar, ya que quien se expone ante la inmensidad del amor de Dios y de su misericordia no puede menos que sentirse motivado a imitarlo y a hacerlo presente en su vida. El que siempre nos perdona nos invita a perdonar a los que nos han dañado. ¿Cómo perdonar? ¿Qué pasos o método hay para perdonar? No creo que estas preguntas tengan una respuesta puntual y precisa –ya que no creo que existan fórmulas para hacerlo- pero considero que si podemos plantear algunas reflexiones que nos provoquen la decisión de perdonar y de liberarnos de esa cadena que no nos deja crecer:
1. Toma conciencia de que todos necesitamos ser perdonados. Saber que no existe nadie perfecto entre nosotros que nunca ha fallado, nos lleva a ser más proclives al perdón. Así como en más de una ocasión tú has fallado otros lo pueden hacer, y así cómo tu has pedido y has necesitado que te perdonen otros hoy lo están pidiendo y necesitando.
2. Relativiza la situación. No puedes magnificar cada situación y dejar que el dolor te obnubile y te haga creer que ese acontecimiento lo es todo. Muchas veces son más las percepciones que tenemos de la situación que lo que objetivamente pasó. Ubicar cada situación en su tiempo, en su lugar y en nuestro proyecto de vida nos ayudará a abrirnos a vivir una experiencia de perdón.
3. Trata de comprender al que te dañó u ofendió. Estoy seguro que cada persona actúa lo más lógico y racional posible según la información y las posibilidades que tiene en ese momento. Me cuesta creer que la gente es mala por ser mala y punto. Estoy seguro, que lo más probable es que si nosotros tuviéramos esas características de vida actuaríamos igual a ellos. Hoy te quiero invitar a hacer realidad el perdón en tu vida. No puedes seguir odiando y queriendo vengarte de los que te han dañado. Hoy te invito a orar por ellos y suplicarle al Dios de la vida que te dé su amor y su perdón para que tú lo puedas dar a estos hermanos.
Padre Alberto José Linero