¡Mi vida, un disparo a la eternidad!

jueves, 5 de mayo de
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(…) Ante mí la eternidad. Yo, un disparo en la eternidad. Después de mí, la eternidad. Mi existir un suspiro entre dos eternidades. Bondad infinita de Dios conmigo. Él pensó en mí hace más de cientos de miles de años. Comenzó, si pudiera, a pensar en mí, y ha continuado pensando, sin poderme apartar de su mente, como si yo no más existiera. Si un amigo me dijera: los once años que estuviste ausente, cada día pensé en ti, ¡cómo agradeceríamos tal fidelidad! ¡Y Dios, toda una eternidad!

¡Mi vida, pues, un disparo a la eternidad! No apegarme aquí, sino a través de todo mirar a la vida venidera. Que todas las creaturas sean transparentes y me dejen siempre ver a Dios y la eternidad. A la hora que se hagan opacas me vuelvo terreno y estoy perdido.

Después de mí la eternidad. Allá voy y muy pronto. Cuando uno piensa que tan pronto terminará lo presente uno saca la conclusión: ser ciudadanos del cielo, no del suelo. (…)

 

 

¡Vivir, pues, en visión de eternidad! Cuánto importa refrescar este concepto de eternidad que nos ha de consolar tanto. La guerra, los dolores, todo pasa ¿Y luego? Nada te turbe, nada te espante, ¡Dios no se muda!. Y después de la breve vida de hoy, la eterna. ¡Hijitos míos! No os turbéis. En casa de mi Padre, hay muchas moradas (cf. Jn 14,2). La enseñanza de Cristo está llena de la idea de la eternidad.

Consecuencia de mi visión de eternidad: Acordarme frecuentemente. «Somos ciudadanos del cielo» (Flp 3,20) «Donde está nuestro tesoro, allí está nuestro corazón» (cf. Mt 6,21). Alegrarme de tener que ir allá. No temo la muerte porque es el momento de ver a Dios. Sé que mis males tienen término y que mis aspiraciones lograrán su objeto. (…)

 

De aquí la íntima comprensión que nada hay más grande que tratar con Dios, que Dios es la gran realidad, en cuya comparación las otras realidades no merecen tal nombre. El que trata con Dios, trata con la auténtica, gran realidad. ¡De aquí el santo, el pacificado, el sereno, el alegre, ilumina su vida con el recuerdo del cielo!

 

Reflexión personal de San Alberto Hurtado, sobre la visión de eternidad

 

Camila Carreño