Evangelio según San Mateo 7,21-29

miércoles, 22 de junio de
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Jesús dijo a sus discípulos:“No son los que me dicen: ‘Señor, Señor’, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?’. Entonces yo les manifestaré: ‘Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal’.

Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.

Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande”.

Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


 P. Sebastían García sacerdote de la congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betharrám.

 

 

 

 

El texto del evangelio de hoy se ha tomado del Evangelio según San Mateo, casi hacia el final del capítulo 7, dónde va cerrando el Sermón de la Montaña. Y parecen ser de muy contundentes  estas palabras de Jesús cuando dicen que no son los que proclaman con la boca, los que hablan, los que dicen, “¡Señor, Señor!” los que van a entrar en el Reino de los Cielos sino lo que cumplen la voluntad de su Padre.

 

Hay como especie de reproche de parte de esto: es decir, le dicen a Jesús, ¿no?: “Bueno… ¿pero nosotros no somos los que pulsamos demonios?  ¿no hicimos milagros en tu nombre?” Y es  contundente también esté Jesús que dice no solamente que confiesan a Dios con la boca y pareciera ser que no lo hacen con el corazón, sino que además hacen el mal. Es decir se admite la posibilidad de que haya alguien que incluso haga signos, prodigios, expulse demonios, -es decir todo aquello que separa, que divide y que no tiene que ver con Dios- y milagros pero que le falta lo más importante.  El rechazo de Jesús por toda esta gente no tiene que ver con un desprecio ¿no?, sino estaríamos planteando un absurdo de parte de un Dios que no nos ama sino que tiene que ver con un sano reproche de Jesús que viene justamente a prevenirnos de que lo importante no está tanto en el decir como en el hacer.

 

Es decir también de alguna manera no son los bueno cristianos “los que cumplen”; los que se rigen por un sistema de mandamientos, de observancia de leyes, que es solamente van los domingo a calentar un banco en la misa y con eso les basta. 

 

Es decir, es discípulo de Jesús y en definitiva heredero del Reino de los cielos aquel que ama.

 

Muchas veces quizás para nosotros sea la misma tentación: sentir en nuestro interior que podemos hacer un montón de cosas y muchas veces caemos en el activismo y pensamos que todo lo que hacemos lo hacemos en nombre de Dios, lo hacemos el nombre de Jesús y que todo está guiado absolutamente por el Espíritu Santo y muchas veces nos damos cuenta de que no es tan así… 

 

Muchas veces nos buscamos a nosotros mismos. 

Muchas veces buscamos nuestra propia gratificación. 

Muchas veces buscamos nuestra propia gloria.  

 

Lo importante es dónde está puesto en nuestro corazón. También muchas veces es importante  lo que nos mueve hacer las cosas: es el reconocimiento el que nos tengan en cuenta que nos digan que somos valiosos y también puede ser que la motivación fundamental está puesta en el querer cumplir solamente: pienso que Dios me exige cosas y entonces lo que hago yo frente a este Dios, es “cumplo”. 

 

La propuesta de Jesús es completamente distinta y ampliamente liberadora. Jesús nos invita a que a Dios lo amemos; y amando a Dios amemos también a nuestros hermanos, amemos a nuestro prójimo; nos juguemos la vida por amor. No en grandes actos de una sola vez para siempre sino en lo pequeño, lo sencillo y lo cotidiano de cada día. 

 

Hermano y hermana te deseo de corazón que tengas un lindo día. Que habite la paz de Jesús en tu corazón y que siempre tengamos presente como cristianos que lo más importante que nos puede haber pasado en la vida se llama Jesucristo. Y que aun confesándolo con los labios lo importante es que actuemos coherentemente, por amor, conforme al Evangelio que Él nos confía. 

 

Les mando a todos un fuerte abrazo en el Corazón siempre Joven de Jesús y será si Dios quiere hasta el próximo evangelio. 

 

 

 

Radio Maria Argentina