Jesús tomó la palabra y dijo: Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.
Palabra del Señor
P. Sebastían García sacerdote de la congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betharrám
¡Qué lindo es hoy encontrarnos con este Evangelio de San Mateo donde Jesús invita a todos sus discípulos a que vayan a Él! A los que están afligidos y agobiados para que Él los alivie.
Estas palabras quizás puedan llegar hasta el fondo de nuestro corazón y ¡qué bueno sería! Muchas veces nosotros estamos inmersos en el trajín cotidiano, en la vida de todos los días, pero que también estamos muchas veces preparando dinámicas, reflexiones, homilías, o luchando junto a nuestros hermanos, en solidaridad, con compasión, en tareas sociales también de la Iglesia, siempre pensamos muchas veces en terceros. Y pensamos en ellos. Y pensamos todo lo anterior hecho para ellos.
Por eso me parece una linda oportunidad que hoy podamos leer este evangelio pero en clave personal. Hoy Jesús me dice: “a vos qué estás afligido y agobiado, vení. Dame tus yugoque yo lo quiero cargar”.
Va Jesús a esas partes de nuestra vida donde muchas veces no nos gusta ir; que son nuestros conos de sombra, que forman parte de nuestra condición humana pero qué tiene que ver con lo débil o con la miseria, con las cosas que no pudimos todavía lograr. Que quizás también tienen que ver con los fracasos y las cosas que nos cuesta aceptar de nuestra vida. Yo creo que es una linda oportunidad está la que nos da el Evangelio de poder entregárselas a Jesús, de poder decir: “Señor, hoy te quiero contar cuáles son las cosas que me afligen y cuáles son las cosas que me agobian. Señor hoy tengo ganas de que hablemos de corazón a corazón…”
¡Cuánta necesidad tenemos! Porque muchas veces sentimos que la cultura de la muerte, con esta cultura global del descarte y del menosprecio que invisibiliza el sufrimiento y el dolor de muchos hermanos, no quiere prepotear y pasar por encima. Y sin embargo nosotros hoy queremos contar con la gracia de Jesús. Porque sabemos que nuestra fuerza no nos viene de nuestra propia voluntad ni de nuestras ideas sino que nos viene de la convicción de que nuestro corazón y nuestra fe está puesta en el Corazón de Jesús.
Hermano y hermana te deseo un día lleno de luz donde puedas verdaderamente encontrarte con Jesús y contarle estas cuitas del corazón. Y si Dios quiere será hasta el próximo Evangelio.