Evangelio según San Lucas 13,31-35

miércoles, 26 de octubre de
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En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: “Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte”. 

El les respondió: “Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén. 

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! 

Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”. 

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


 

P. Sebastían García sacerdote de la congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betharrám

 

 

 

 

 

El evangelio de hoy nos presenta a estos personajes los fariseos, que se acercan a Jesús. Y a modo de advertencia o quizás de “apure” le quieren dar entender que tiene que alejarse de allí porque Herodes lo estaba buscando para darle muerte, para matarlo. Es decir el mensaje que Jesús va proclamando de cuidad en ciudad, los signos y los prodigios se hacen tan famosos, que crece la fama de Jesús y Herodes que está del lado de los poderosos, del lado de los que piensan que Jesús le puede hacer sombra, del lado de los que piensan que la vida se comercia, se compra y se vende como un artículo más de baratija, quiere ponerle fin a eso. Entonces -por eso- nace la advertencia.

 

Sin embargo la respuesta de Jesús es contundente: Jesús no se va a dejar influenciar por esa advertencia ni por ese “apure” por parte de los fariseos. Jesús va a asumir con responsabilidad, con conciencia, pero por sobre todas las cosas, con coherencia el sentido de su misión aquí en el mundo. Es decir, tranquilamente uno podría pensar que Jesús frente a esta advertencia o algún otro signo pudiese tener otro de tipo de actitud, ¿verdad? Irse, calmarse y descansar un poco, tomarse un tiempo y desaparecer, oírse a otro lugar, huir lejos… Sin embargo tenemos un Jesús de corazón apasionado que quiere todo lo contrario: sabe que si quiere ser coherente y asumir la misión que el Padre le encomendó eso muy posiblemente le cueste su propia vida. Y eso está dispuesto a hacer. Es decir Jesús es el hombre coherente por excelencia que en virtud de esa coherencia quiere asumirla de tal manera aunque le cueste la vida.

 

Hay una frase el evangelio que también nos puede ayudar a pensar en la vida de Jesús: “debo seguir mi camino, hoy, mañana y pasado…” Yo me puedo preguntar también: “bueno… ¿cuál es mi camino? ¿Para qué estoy el mundo? Cuál es el sentido mi vida, cuál es el sentido de mi profesión, de mi estudio, de mi vocación en definitiva… Y me puedo preguntar también si estoy dispuesto a vivir con la misma coherencia con la que Jesús vivió. Porque si nosotros decimos que somos cristianos y por tanto seguidores del camino de Jesús y queremos encarnar los valores del Reino, no esperemos para nosotros una suerte distinta de aquel que es nuestro Jefe, de aquel que es nuestro Guía y aquel que es nuestro Maestro, que es Jesús de Nazaret. Si a Él lo han tratado de esa manera no esperemos nosotros ser tratados de una manera diferente. Esto es: no busquemos la persecución por sí misma, pero sí estemos dispuestos que nos persigan por ser cristianos, por vivir la cultura de la vida, por proclamarlos valores del Reino. Estemos dispuestos –Dios no lo quiera- Incluso a entregar la propia vida por coherencia a vivir los valores de la verdad, de la libertad, de la justicia, de solidaridad que vino a instaurar Jesús con la venida del Reino de Dios.

 

Este es un evangelio que indudablemente marca una línea. Y que nos hace pensar en nuestra propia vida; y en cómo queremos vivir. Si queremos vivir una vida de la “zona de confort”, tranquilos, seguros, asegurándonos la vida, y frente a cualquier tipo de advertencia o de amenaza, salir corriendo… O asumir nuestra misión hasta las últimas consecuencias, asumiendo incluso el costo de que vivir con conciencia y radicalmente el estilo de vida de Jesús nos pueda costar no sólo persecución sino la misma muerte.

 

Estemos dispuestos a vivir alegremente porque tenemos Alguien que entregó la vida por nosotros. Y nosotros lo que tenemos que hacer entonces es entregarla lo pequeño en lo sencillo y lo cotidiano de cada día. Que ese sea nuestro martirio, feliz, alegre y sobretodo testimonial que contagie nuestra fe a muchos otros, especialmente jóvenes sedientos de sentido de vida.

 

Hermano y hermana que Dios te bendiga, hasta el próximo evangelio y te abrazo fuerte en el Corazón de Jesús.

 

Radio Maria Argentina