En aquel tiempo: Uno de los invitados le dijo: «¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!»
Jesús le respondió: «Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: “Vengan, todo está preparado.” Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes.” El segundo dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes”. Y un tercero respondió: “Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir.”
A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: “Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos.”
Volvió el sirviente y dijo: “Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar.”
El señor le respondió: “Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena.”»
Palabra del Señor.
El evangelio de hoy pasa en el contexto de una invitación que recibe Jesús a un banquete. Y en el medio del banquete, uno de los invitados proclama esa frase: “¡feliz el que se sienta a la mesa del Reino de Dios!”
Posiblemente esta persona identificara a ese banquete que estaban celebrando con el mismo Reino de Dios, sabiendo que esto ocurría en la casa de los fariseos. Entonces, de alguna manera estaba como diciéndole a Jesús: “el Reino delos Cielos tiene que ser muy parecido a esto, a nosotros que somos fariseos y que en definitiva nos sentamos a compartir la mesa.
La respuesta de Jesús a través de una parábola donde un hombre prepara un gran banquete y convida a mucha gente; pero que ésta se va excusando y de alguna manera rechaza interior y exteriormente esa invitación al banquete. Algunos porque compran campos y entonces lo quieren ir a ver y es el ansia del poseer, del tener para así. Lo mismo que la yunta de bueyes manifiesta de alguna manera de la posibilidad y la capacidad de trabajar, pero también de poder ganar plata, dinero, prestigio. Y los últimos son aquellos que se acaban de casar y si quieren seguir disfrutando de la vida
Entonces en la parábola aparece claramente quiénes son los invitados al banquete. Le piden que salgan los cruces de las calles y que inviten en las plazas y en las calles de la ciudad a los pobres a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos. Es interesante porque cambia la perspectiva: Jesús le está diciendo a los fariseos y de una manera también indirecta nos llega también a nosotros hoy este mensaje en el que nos revela que el Reino delos Cielos es para todos. De alguna manera Jesús está reivindicando a todos aquellos que los fariseos no dejaban entrar; aquellos que no tenían posibilidades, porque no tenían trabajo porque no tenían campos, porque no podían lucrar, porque estaban afuera y marginados del sistema político, religioso y social de su época.
Qué interesante poder leer este evangelio y poder comprender en el fondo de nuestro corazón que el Reino es para todos y que el Reino no se merece, ¡el Reino es gratuito! El Reino viene dado desde la mano de Jesús que nos quiere hacer partícipes de su misma vida y que nosotros compartiendo su vida y haciendo opción fundamental por él, por su Evangelio y por vivir los valores de la Cultura de la Vida, podamos sentarnos juntos al banquete, que inesperadamente descubriremos un montón de gente que nosotros pensábamos que no estaba invitada y que en realidad sí, que pasó su vida por la tierra haciendo el bien y quizás nosotros no nos percatamos.
¡Cuántas sorpresas nos vamos a llevar en el Reino Definitivo! Lo importante es hacer opción fundamental por este Jesús, por este Dios de la vida que nos invita a jugarnos la vida por amor a él, el poner el amor en obras y eso se llama servicio.
Hermano y hermana que este día sea un día donde puedas encontrarte con Jesús, donde Jesús toca el fondo de tu corazón, y donde te sientas llamado a compartir la mesa del Reino con aquellos hermanos y hermanas que muchas veces se sienten excluidos, que muchas veces desde la Iglesia los hemos dejado afuera, que muchas veces solamente los llamamos para “hacer caridad” y sentirnos bien porque compartimos un pedazo de pan o las cosas que nos sobran.
Que este evangelio sea renovador en la capacidad creativa de poner permanentemente, en el día a día de todos los días, nuestra vida al servicio de aquellos hermanos de nuestra Patria que sienten la vida y la fe más amenazada.
Te mando un abrazo muy fuerte en el corazón de Jesús y si Dios quiere será hasta el próximo evangelio