Encender lámparas

martes, 24 de octubre de
image_pdfimage_print

“Nadie conoce los caminos del futuro, pero cualquiera de ustedes que pase la noche solo y angustiado, encontrará en mi ventana una luz encendida”

Juan XXIII

El evangelio, si decidiste vivirlo a fondo, te pone permanentemente en tensión. “¿Qué haría Jesús en mi lugar?” comienza a ser el interrogante antes de dar cualquier paso y “poner el amor en obras” el resultado más práctico. 

Ante la tentación del acomodarnos, siempre somos invitados a nuevos desafíos, a caminos más hondos (y también a veces, más estrechos y dolorosos). Jesús nos dice en el evangelio que estemos alertas, que “no nos durmamos en los laureles”, como acostumbramos decir, ni en los progresos obtenidos ni en las caídas. “Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas”  para el encuentro con el Señor porque “no saben ni el día ni la hora”. 

¡Qué lindo saber que el Señor nos sale al encuentro y que puede ser en cualquier momento! Estar en el banco con los botines ajustados y con la camiseta puesta para poder salir corriendo en cuanto el técnico nos haga la seña. Espera, expectativa y alegría se entrecruzan. 

Jesús, si leemos con atención, habla de “las lámparas encendidas”. Dentro tuyo hay grandes potencialidades de luz. Con tu vida podés iluminar a muchos pero sobretodo, podés encender a otros y prender lámparas. 

Algunos sienten que no cuentan, que sus vidas son casi un accidente, que no tienen nada para ofrecer ni tampoco nada para recibir de nadie. Son esos “jóvenes que ya están jubilados antes de comenzar” como diría el Papa Francisco. 

Vos con lo que sos podés iluminar y encender muchas lámparas. Ahí están, en los pasillos de tu facultad y en tu oficina a la que vas cada día; en el colectivo y en tu equipo de fútbol. 

En un mundo frío repleto de individualismos somos invitados a llevar calor y a transmitir luz, eso que nos viene de Jesús.